Repatriación de yihadistas provenientes de Irak: un 'caballo de Troya' para París
Bagdad quiere llevar a la horca a once franceses y a un ciudadano tunecino. Su destino enciende un debate. París confirma haber tomado medidas para evitar la sentencia. Un grupo de abogados franceses firman un manifiesto en contra de la ejecución. Joven musulmán: “Los que han quemado sus pasaportes, ¿son dignos de ser o de ‘volver a ser’ franceses?”.
París (AsiaNews) – Al abrirse a la repatriación de los yihadistas y de sus familias, Francia “no ha entendido nada de su pasado ni de cuanto sucedió en Irak y en Siria, o bien aparenta no comprender nada de los atentados padecidos” en Charlie Hebdo, en Bataclán o en Niza. Es lo que afirma Kamel Abderrahmani, al intervenir en el último debate que está sacudiendo a la opinión pública francesa. En una serie de procesos judiciales iniciados el 26 de mayo y concluidos el 3 de junio pasado, Irak ha condenado a la muerte en la horca a once ciudadanos franceses y a un ciudadano tunecino residente en Francia (foto 2). Los imputados han sido hallados culpables de pertenecer al Estado Islámico (EI). Las sentencias emitidas por los tribunales de Bagdad ponen a prueba la posición de Francia: en París se libra un combate entre el respeto de la soberanía iraquí y la oposición a la pena de muerte. Publicamos a continuación la reflexión del joven estudioso musulmán (Traducción de AsiaNews).
En Francia, se alza otro debate sobre el posible retorno de yihadistas franceses al suelo nacional. A mi modo de ver, esta es una discusión que no debiera tener lugar, teniendo en mente lo que este país ha sufrido por mano de terroristas islámicos. Esta discusión muestra a las claras que el Estado francés no ha entendido nada de su pasado y de cuanto sucedió en Irak y en Siria, o bien aparenta no comprender nada de los atentados ocurridos en Charlie Hebdo, Bataclán y Niza…
Las autoridades francesas se habían negado a la repatriación de estos terroristas, para que los kurdos, finalmente, pudieran entregarlos al Estado iraquí. Sin embargo, después de la condena a muerte emitida por Bagdad contra ellos, ¡París confirma haber tomado medidas para evitar esta sentencia! ¡Es como si el gobierno francés esperase que ellos fueran acogidos como héroes por los iraquíes o que los franceses salieran a manifestarse por las calles para pedir su retorno a Francia!
Hay abogados franceses, entre ellos, el presidente honorario de la Liga por los derechos Humanos, Henri Leclerc, que se han lanzado a firmar un manifiesto en el cual se afirma: “La ejecución de estas sentencias o incluso su declaración [...], significaría responder a la barbarie con una pena que prohibimos de manera categórica”; un “riesgo histórico que, de realizarse, dejaría una mancha indeleble en el mandato de Emmanuel Macron, posibilitando un asesinato legal que ahora está prohibido en la mayor parte de los países del planeta, con la excepción de Arabia Saudita, Irak, China y Estados Unidos”.
En efecto, ante ello podrían plantearse preguntas legítimas. Los que han quemado sus pasaportes, son dignos de ser o de “volver a ser” franceses? Si la respuesta es no, ¿por qué Francia no sigue el ejemplo de los Países Bajos, que han privado de la nacionalidad holandesa a los terroristas que se unieron al Estado malvado en Irak y en Siria? ¿Acaso no han optado voluntariamente por negar el Estado de derecho que rige en Francia y por escupir sobre su democracia? ¿Qué esperan de un país y de un pueblo que está dispuesto a matar y destruir? Según veo, estos abogados debieran defender a las personas inocentes, a los intelectuales y pensadores que los países como Arabia Saudita condenan a muerte, ¡y no a terroristas, solamente porque son franceses! El hecho de ser franceses no da derecho a hacer lo que venga en gana!
Pienso que la vida de estos terroristas, sean ellos franceses u otros, no es tan importante frente a las masacres perpetradas, frente a las torturas, a la esclavitud de hombres y mujeres -como la de los yazidíes-, frente al adoctrinamiento de niños, etc. Semejante barbarie, que ninguna nación tolera, se comete en el Oriente Medio, y es allí donde estos merecen ser juzgados. Los occidentales debieran dar a los iraquíes la oportunidad de hacer justicia a cuantos sobrevivieron a Daesh.
Además, en lo que respecta a los niños nacidos de genitores que se unieron a Daesh, la pregunta que me planteo es: en una escuela de la República, un niño que ha sufrido un lavado de cerebro, capaz de manejar armas al punto de saber desarmarlas y armarlas con los ojos vendados, adoctrinado al punto de solo respirar odio por los “incrédulos”, ¿qué podría hacer de sus compañeros de clase, que solo conocen el nombre de las armas? ¿Acaso está la posibilidad de des-radicalizarlos y poner al desnudo los errores y las atrocidades cometidas por sus genitores? Francia no debe dar pasos en falso sobre este tema, porque éstos tendrían un impacto directo sobre toda Europa. En otras palabras, si no los des-radicalizarlos profundamente, estos niños serán un futuro caballo de Troya; porque cuando hacemos opciones de esta naturaleza, debemos aceptar las consecuencias de ello.
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