Regalan al Papa la silla 'Mekong' fabricada en Camboya, símbolo de las víctimas de las guerras
Al margen de los trabajos sinodales, se entregó al Pontífice una silla de ruedas fabricada en Phnom Penh que representa la dignidad universal. Lleva el nombre del río más largo de Indochina y mejora la vida de las personas que han sido víctimas de minas y bombas de racimo. El jesuita Enrique Figaredo, prefecto apostólico de Battambang, dijo que es un "sacramento", porque cambia la vida interior de las personas que la reciben.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Mekong. Como uno de los principales ríos de Asia, el séptimo del mundo, que nace en el Tíbet y desemboca en el Mar de China Meridional. Así se llama la silla de ruedas fabricada en Phnom Penh que el 23 de octubre entregó el padre Enrique Figaredo, prefecto apostólico jesuita de Battambang, al Papa Francisco en el exterior del Aula Pablo VI del Vaticano, al margen de los trabajos sinodales. “El viaje de la silla Mekong desde Camboya hasta el Vaticano simboliza que la dignidad de cada vida humana es universal, independientemente de la distancia”, declara la Compañía de Jesús. En efecto, esta silla fue construida en el marco del proyecto Banteay Prieb - centro de formación y casa para jóvenes discapacitados -, en un taller fundado por los jesuitas. Fue diseñada para ayudar a las personas que han sido víctimas de las minas y bombas de racimo y sufren las dolorosas consecuencias del drama de la guerra que arrasó el país hasta los años '90.
Camboya es uno de los países más minados del mundo, y las minas terrestres y las municiones sin explotar (MUSE) constituyen una grave amenaza para los civiles, especialmente en las zonas rurales. Como resultado, miles de personas han sufrido lesiones que les han cambiado la vida, como amputaciones y graves problemas de movilidad. Por otra parte, la pobreza y otros efectos de los años de guerra (los retrasos en las vacunas contra la polio en aquel momento, por ejemplo) empeoraron aún más la situación. Los discapacitados y los pobres, a menudo procedentes de aldeas aisladas, se encontraban marginados y tenían pocas esperanzas de ser incluidos en la sociedad. El taller donde se producen estas sillas de ruedas que mejoran la calidad de vida de las personas nació en 1994 con la ayuda de Motivation International - una asociación internacional que proporciona sillas de ruedas, formación y servicios -, y otras organizaciones como Manos Unidas, Misereor y Obos.
La silla Mekong fue diseñada especialmente para satisfacer las necesidades específicas de la población discapacitada del país. Está fabricada en madera con una estructura metálica y tiene tres ruedas que permiten afrontar terrenos accidentados. Es la clave no sólo para la independencia física de muchas personas discapacitadas, sino también para descubrir un significado renovado de su existencia, sobre todo en las zonas rurales de Camboya, donde la infraestructura es deficiente y las personas que no tienen movilidad quedan postergadas. Para los niños, una silla representa la posibilidad de ir a la escuela, y para los adultos, la movilidad significa el acceso a medios de subsistencia.
“El Papa Francisco siempre ha apoyado la causa de los pobres y marginados. Al recibir este regalo, el Papa se colocará simbólicamente al lado de los innumerables hombres, mujeres y niños que han recuperado su dignidad gracias a este sencillo pero significativo invento", comenta la Compañía de Jesús. "La silla de ruedas, hecha a mano, encarna la resiliencia del pueblo camboyano y el indómito espíritu humano, que es capaz de superar los horrores de la guerra. La presentación de la silla de ruedas también es una invitación universal a abrazar la compasión, la curación y la paz".
Para el padre Enrique Figaredo, promotor del proyecto, las sillas Mekong no sólo cambian la vida de muchas personas, sino que "también transforman la vida de aquellos que las reciben, porque se convierten en testigos del cambio que producen". En efecto, una silla de ruedas devuelve la esperanza y permite adquirir una nueva visión de la realidad. El jesuita también considera que las sillas de ruedas son una especie de "sacramento", un signo exterior que transforma interiormente la vida de las personas que las reciben. La silla de ruedas que se entregó al Papa Francisco trae consigo las historias de innumerables supervivientes de la guerra y la esperanza de muchas personas que han transformado sus historias personales de sufrimiento en un auténtico bien.
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