Refugiados afganos en Ruanda, las contradicciones de un país 'seguro'

El primer ministro británico Rishi Sunak ha propuesto enviar a Ruanda a todos los solicitantes de asilo que crucen el Canal de la Mancha. Cerca de 250 niñas de una escuela de Kabul ya habían sido trasladadas a Kigali, vía Doha, en agosto de 2021, después de la reconquista de los talibanes. Pero el gobierno del país africano utiliza las reubicaciones para protegerse de las denuncias de violencia que recibe también fuera de sus fronteras. Miles de refugiados afganos detenidos en el Golfo en condiciones inhumanas.

Milán (AsiaNews) - Ruanda se ha convertido en uno de los países donde los estados occidentales prefieren enviar a los refugiados afganos cuando no quedan atrapados en terceros países o son devueltos al suyo, como es sabido que hacen Turquía e Irán. Cada vez más solicitantes de asilo son reubicados en África (gracias al apoyo de las agencias de las Naciones Unidas), pero en Estados que ciertamente no son inmunes a las críticas por violaciones de los derechos humanos.

Inmediatamente después de la reconquista de los talibanes en agosto de 2021, unas 250 alumnas del colegio para mujeres School of leadership Afghanistan (SOLA) que habían sido evacuadas a Doha, Qatar, fueron trasladadas a Kigali "para continuar su educación", que desde hace dos años está prohibida para las niñas que quedaron en su país. En el mismo período, Uganda también recibió a más de 2.000 refugiados afganos a pedido del gobierno de los Estados Unidos.

La idea de enviar refugiados afganos a Ruanda vuelve ahora en boca del primer ministro británico Rishi Sunak, quien a principios de este mes anunció un proyecto de ley para evitar que los migrantes que cruzan ilegalmente el Canal de la Mancha pidan asilo en el Reino Unido. Londres pretende, "tan pronto como sea razonablemente posible", reubicar a los solicitantes de asilo en Ruanda o en un "tercer país seguro" para "contrarrestar la inmigración ilegal", dijo el primer ministro. Sin embargo, en 2022 una de cada cinco personas que llegaron por mar al Reino Unido eran afganos, nacionalidad a la que se concede asilo político en el 98% de los casos debido a la persecución y las violaciones de derechos humanos por parte de los talibanes.

Incluso sin entrar en los enredos legales que distinguen los tipos de protección internacional de la inmigración irregular, y sin evaluar si la decisión del gobierno británico viola las convenciones sobre refugiados de las que Londres es signatario, resulta difícil situar a Ruanda (junto con Uganda, Sudán y Somalilandia y todos los países africanos que se han ofrecido a acoger prófugos afganos) en la categoría de "países seguros".

El presidente de Ruanda Paul Kagame ya había amenazado con expulsar a los refugiados que se encontraba en el país (cerca de 127.000 sólo los registrados por ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados) si la comunidad internacional criticaba las decisiones de su gobierno, encabezado por el Rwandan Patriotic Front, que llegó al poder después del genocidio de 1994. Human Rights Watch ha criticado la campaña del partido contra los opositores políticos, que a menudo son detenidos arbitrariamente y torturados. Pero las acciones violentas del gobierno de Ruanda también se extienden más allá de sus fronteras, afectando a disidentes y miembros de la diáspora incluso en el exterior, y apoyando en el plano militar al grupo rebelde M23 que lucha contra el gobierno de la República Democrática del Congo.

Shabana Basij-Rasikh, profesora, activista por los derechos de las mujeres y fundadora de SOLA, en agosto de 2021, documentando en Twitter la reubicación de las alumnas, explicó que era un "reasentamiento no permanente", una especie de "semestre en el exterior" antes de “volver a casa en Afganistán”.

Las cosas fueron de otra manera (pronto llegarán más niñas a la escuela que llevará la Organización Internacional para las Migraciones para el comienzo del nuevo año escolar) y al final enviar los refugiados afganos a Ruanda es una solución con la que todos están de acuerdo: las niñas afganas pueden continuar sus estudios, Estados Unidos puede sentirse menos culpable por abandonar el país a los talibanes después de 20 años de guerra (un reportaje sobre SOLA y las niñas afganas, presentado como "una historia de esperanza", fue emitido hace pocos días por la conocida cadena de televisión estadounidense CBS), mientras que los gobiernos africanos pueden limpiar su imagen ante la comunidad internacional, y esperar que gracias a la “ayuda humanitaria” de la que se están haciendo cargo nadie les imponga sanciones o restricciones.

La cuestión de los refugiados afganos se plantea de manera similar en el Golfo: 2.700 personas llevan 15 meses aparcadas en Emiratos Árabes Unidos, donde no tienen ninguna posibilidad de acceder a las vías legales para obtener el estatus de refugiado. También en este caso, respondiendo a la solicitud del Departamento de Estado de EE. UU. de aceptar a los solicitantes de asilo antes de que sean reasentados en Estados Unidos, las autoridades de Abu Dabi han encerrado a los afganos en un lugar denominado Emirates Humanitarian City, que según testigos está superpoblado, decrépito e infestado de insectos. Un informe de Human Rights Watch también afirma que la mayoría de los detenidos sufren de depresión.

Mientras tanto, las condiciones de Afganistán siguen empeorando, y no solo desde el punto de vista humanitario. Según un informe del Global Terrorism Index que se publicó hace pocos días, por cuarto año consecutivo es el país que registra el mayor número de atentados en el mundo El último, lanzado recientemente por la rama local del Estado Islámico (IS-K), fue contra un grupo de periodistas en Mazar-i Sharif, la capital de la provincia de Balkh, en el norte del país. Los talibanes confiscaron los celulares y retuvieron a los sobrevivientes, quizás para dar la impresión de tener la situación bajo control y evitar que la noticia se difundiera en el exterior.