Reabre después de 40 años la iglesia 'sin clavos' en la isla de Kiži
Dedicada a la Transfiguración del Señor, fue declarada patrimonio mundial por la Unesco. Más importante que el Kremlin. Alberga la obra maestra del iconostasio dorado. Después de casi 100 años de silencio, se podrán celebrar las divinas liturgias.
Moscú (AsiaNews) - La famosa iglesia de 22 cúpulas de la isla de Kiži, en Karelia, ha reabierto sus puertas tras permanecer cerrada 40 años. Los visitantes pudieron admirar el exclusivo iconostasio dorado, tallado en madera al igual que todo el edificio, un ejemplo extremadamente raro de la arquitectura popular de la antigua Rusia.
La iglesia está dedicada a la Transfiguración del Señor y ha sido incluida en la lista de los lugares declarados “Patrimonio Mundial" por la UNESCO, ocupando el segundo lugar en Rusia, solo detrás del centro histórico de San Petersburgo y por delante del Kremlin de Moscú. Su restauración ha requerido muchísimos cuidados debido a la particularidad de la iglesia, que fue construida solo con hacha pero sin clavos, encastrando las piezas de madera como se hacía en la Rusia medieval.
En la década de 1950 estuvo a cargo del famoso restaurador ruso Aleksandr Opolovnikov, quien quitó las tablas superiores con cubiertas metálicas devolviendo el lugar de culto a su aspecto original. En el interior colocó los andamios para las obras posteriores y cerró el edificio a los visitantes. Opolovnikov desmontó las piezas del interior, incluido el iconostasio, para reemplazar las que ya estaban demasiado dañadas. El peso total del complejo religioso es de 600 toneladas y se utilizaron más de 3 mil troncos de madera para restaurarlo.
Las obras más delicadas fueron las del iconostasio: una obra maestra única y una de las mayores paredes de madera de imágenes sagradas del mundo. La altura central supera los siete metros y la longitud supera los 24. El iconostasio consta de cuatro filas de iconos, según la tradición de las procesiones de los santos en torno a Cristo y la Virgen María en la Deisis. El iconostasio se integra en toda la arquitectura de madera de la iglesia de la Transfiguración, llenando todo el espacio con una ligereza "mística" muy especial. El dorado que rodea cada imagen “transmite una sensación de calidez y pacificación”, como comenta la conservadora jefe de los museos del gran norte de Rusia, Anastasia Dibrova.
Para la reapertura, que tuvo lugar el 6 de junio, se organizó una fiesta para los más pequeños, invitando también a un coro religioso de niños a cargo del monasterio de Valaam, el gran santuario ruso del norte. Los niños entonaron himnos litúrgicos y cantos tradicionales, devolviendo la vida a la iglesia con el entusiasmo de la unidad popular. Pronto se revivirá también el triunfo de la fe ortodoxa, con la celebración de las divinas liturgias después de casi 100 años de silencio.
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