Rangún: condenados a muerte los asesinos de Ko Ni, colaborador de Aung San Suu Kyi

El homicidio sucedió el 29 de enero de 2017. Ko Ni fue asesinado fuera del aeropuerto de Rangún con un tiro en la cabeza a quemarropa. El abogado musulmán quería cambiar la Constitución militarista. El vocero de los obispos: “Reafirmamos nuestro no a la pena capital”.

Rangún (AsiaNews)- El tribunal de Insein, en la periferia de Rangún, esta mañana condenó a pena de muerte a las dos personas responsables del asesinato de Ko Ni, importante abogado musulmán y estrecho colaborador de Aung San Suu Kyi. El juez Khin Maung Maung condenó “a cadena perpetua hasta la muerte por ahorcamiento”, al sicario Kyi Lin (Foto), que durante la fuga mató también a un taxista. La misma suerte le toca al cómplice, Aung Win Zaw. Si bien el ordenamiento de Myanmar prevé la pena capital, en los últimos 10 años ésta no fue aplicada. Otros 2 imputados, Zeya Phyo y Aung Win Tun, son culpables de haber participado en diversas fases del complot y recibieron una sentencia a cinco y tres años de cárcel con trabajos forzados.

El veredicto llega a poco más de dos años del homicidio, sucedido el 29 de enero de 2017. El delito consternó al país y sucedió a cerca de 8 meses de la formación del primer gobierno civil, después casi 50 años de regímenes militares. Ko Ni fue asesinado fuera del aeropuerto internacional de Rangún con un disparo en la cabeza a quemarropa, mientras tenía en sus brazos a su nieto. En el atentado perdió la vida también Nay Win, un taxista que intentó perseguir a Kyi Lin. Su muerte le costó al homicida una pena adicional de 23 años de trabajos forzados. Sus abogados anunciaron que harán un recurso de apelación en la Corte suprema.

Ko Ni, de 63 años, era consultor en materia de reformas constitucionales del partido guiado por la Señora, la National League for Democracy (NLD). Exponente prominente de la comunidad islámica, Ko Ni era conocido en el país por su activismo en ámbito jurídico. Una de sus muchas batallas, quizás la más importante y que según los observadores le costó la vida, estaba dedicada a los intentos de reforma de la Constitución, impuesta por los militares en 2008 a través de un controvertido referéndum. Este provocó las sospechas-varias veces desmentido por la versión oficial - de una participación de las altas esferas del ejército en su homicidio. Los críticos sostienen que el lento proceso no logró establecer un cuadro completo de las causas que llevaron al homicidio y subrayan el pasado militar de los dos imputados principales. Es opinión difundida que el verdadero mandante del homicidio esté todavía fugitivo.

“No obstante las condenas de hoy, los birmanos saben que el caso no está cerrado”, declara a AsiaNews, el p. Mariano Soe Naing, vocero de la Conferencia episcopal de Myanmar (OSC). “Los jueces - prosigue el sacerdote- están seguros que a un hombre le pagaron para cometer el homicidio, pero aún no se sabe quién le pagó. Los ciudadanos han seguido con atención la evolución del proceso. Una sentencia tal se la esperaba y era improbable una condena más leve. El sistema judicial responde a los jefes militares y está fuera del control de Aung San Suu Kyi y de su gobierno. Desde hace muchos años en Myanmar no se realiza ninguna condena a muerte: a menudo tal sentencia se la cambia por cadena perpetua. Por la brutalidad del asesinato, en este caso la gente no habría podido aceptarla. Dos personas murieron, en público y en plena luz del día. Pero, no obstante todo, en cuanto católicos, no podemos eximirnos del reafirmar las enseñanzas de la Iglesia católica y de los pedidos del Papa Francisco contra la pena de capital”