Rakhine: otros dos niños víctimas de los bombardeos birmanos
No cesan los ataques de los militares contra la población civil y los enfrentamientos con el Arakan Army. Un desertor explica por qué el ataque contra la escuela monástica en el que murieron 11 alumnos -que también denunció ayer el Papa Francisco- tiene que haber sido deliberado.
Rangún (AsiaNews)- Otros dos niños fueron víctimas de un bombardeo de la junta golpista birmana en el estado de Rakhine tras la masacre en la escuela budista en Sagaing hace dos semanas. Ayer el Papa pidió públicamente que el grito de los más pequeños “no sea ignorado”: “Vemos que ahora se ha vuelto una moda en todo el mundo bombardear escuelas -comentó con amargura el pontífice-. Estas tragedias no deben ocurrir”.
Pero la población de Myanmar no tiene respiro: otros dos niños de siete años murieron ayer en dos ataques distintos de los militares golpistas que el año pasado derrocaron al gobierno civil encabezado por Aung San Suu Kyi. Un niño musulmán murió como consecuencia de un bombardeo en la frontera con Bangladés, mientras que otro murió ayer tras un ataque contra civiles que se llevó a cabo desde el cuartel general del ejército en Kyauktaw.
Según un informe de Thomas Andrews, relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos en Myanmar, la guerra civil ha dejado hasta ahora 382 niños entre muertos y heridos. Más de 1.400 se encuentran detenidos y al menos 142 han sufrido torturas.
Un ex piloto del Tatmadaw (el ejército birmano) afirmó que los soldados de la junta atacaron deliberadamente la escuela monástica en la aldea de Let Yet Kone, en la región central de Sagaing, en la que murieron 11 alumnos. Entre las víctimas también hubo cinco adultos y decenas de heridos.
Según el capitán Zay Thu Aung, que desertó del ejército inmediatamente después del golpe de estado en febrero de 2021, los helicópteros Mi-35 que bombardearon el edificio de la escuela no deben haber volado a más de 300 o 400 metros de altura. Considerando que la escuela estaba rodeada de campos cultivados, "no había ninguna razón para que los pilotos no vieran a los niños debajo de ellos", explicó el ex piloto. Un maestro contó después que en el momento del ataque los niños estaban jugando en el patio y cuando buscaron refugio ya había explotado una bomba.
Los Mi-35 se utilizan generalmente para apoyar a la infantería, pero el ejército birmano los está utilizando para reprimir -atacando a los civiles- los focos de resistencia que se concentran en las zonas centrales del país, explicó el capitán Zay Thu Aung. Después de bombardear, la junta militar también hace descender con los Mi-17 a las tropas del ejército, una táctica que no puede poner en práctica en los estados de Chin y Kayah “controlados por las organizaciones étnicas armadas. Los militares temen que sus soldados no puedan sobrevivir sobre el terreno en esas zonas”.
Desde hace unos meses los enfrentamientos entre el ejército y las fuerzas de la resistencia se han extendido al estado occidental de Rakhine, controlado por las milicias étnicas del Arakan Army. El Arakan Army había firmado una tregua con el gobierno en noviembre de 2020 tras las elecciones que llevaron al poder a la Liga Nacional para la Democracia de Aung San Suu Kyi. Según The Irrawaddy, el Arakan Army ha tomado cerca de 36 puestos de avanzada de la junta militar birmana.
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