13/09/2024, 14.40
PAKISTÁN
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Quetta: musulmán detenido por acusaciones de blasfemia fue asesinado por un policía

de Shafique Khokhar

La muerte de Abdul Ali, propietario de un pequeño hotel y asesinado en un contexto de presión popular instigada por los islamistas, demuestra una vez más la difusión del extremismo incluso dentro de las instituciones. Yousaf Benjamin, director ejecutivo de Dignity First - Pakistán, afirmó que "lo ocurrido plantea interrogantes sobre los mismos funcionarios de policía".

 

Quetta (AsiaNews)- Un hombre musulmán de mediana edad, Abdul Ali, propietario del pequeño Sakhi Hotel, fue asesinado por un policía en el Cantonment de Quetta donde se encontraba detenido desde hace dos días por acusaciones de blasfemia. Según algunas informaciones, Abdul Ali, residente en Kharotabad, había hecho comentarios cuestionables sobre el Khatme Nabuwwat y el profeta Mahoma; la conversación telefónica que supuestamente mantuvo se había vuelto viral en las redes sociales y había provocado furiosas críticas y protestas en la ciudad. Se trata de otro caso de violencia respaldada por las leyes sobre la blasfemia de Pakistán, que a menudo se utilizan para acusar a grupos minoritarios sin que se lleve a cabo un proceso judicial.

Debido a las exigencias de la multitud enardecida, la policía arrestó al acusado en virtud de los artículos 295c y 34 del Código Penal de Pakistán. Después de registrar el acto, los funcionarios de policía negociaron con los líderes del Tehreek-i-Labbaik Pakistan (TLP) - un movimiento islamista de extrema derecha - y consiguieron dispersar a la multitud, pero posteriormente un grupo de personas enfurecidas pertenecientes a diferentes partidos religiosos - entre ellos el propio Tehreek-i-Labbaik Pakistán - se volvió a reunir frente a la estación de policía de Kharotabad, donde el acusado se encontraba inicialmente detenido. La multitud exigió que lo entregaran, atacando la comisaría con piedras e incluso granadas.

Según la información que circula en las redes sociales, Abdul Ali era un musulmán practicante, tiene dos hijos, uno de los cuales es Hafiz-e-Quran y el otro es religioso. El policía que lo mató ayer se llama Syed Khan Sarhadi y el homicidio se ejecutó en la estación de policía. Abdul Ali murió en el acto y su cuerpo presenta varias heridas de bala.

En declaraciones a AsiaNews, el escritor Aamir Kakkazai dijo: “En Quetta, Pakistán, ha vuelto a ocurrir una vez más un triste episodio. Una persona fue asesinada en nombre de supuestas acusaciones de blasfemia. Esta vez, lo lamentable es que el asesino es un policía de servicio y la persona que mató estaba bajo su custodia". Subrayando de esa manera la particularidad de este caso: un homicidio cometido por personas responsables de garantizar el orden que en el pasado también se encontraron indefensas ante la violencia de multitudes enfurecidas. “Esto nos recuerda la muerte de Salman Taseer, gobernador de Punjab, asesinado por su propia guardia. Lo triste es que todos los partidos y líderes religiosos se están solidarizando con el asesino y afirman que ahora se ha convertido en un ghazi (el que combate contra los infieles y no muere, ndr.) como Mumtaz Qadri, el asesino de Salman Taser”.

Yousaf Benjamin, director ejecutivo de Dignity First - Pakistán, declaró: “El abuso de las leyes sobre la blasfemia y el asesinato extrajudicial de un ciudadano son injustificables. Durante décadas los defensores de los derechos humanos han instado a las autoridades a luchar contra el extremismo religioso, pero no se ha tomado ninguna medida al respecto, lo que ha dado lugar a frecuentes abusos de las leyes sobre la blasfemia." La prueba de la falta de intervención es el asesinato de tres ciudadanos en el espacio de cuatro meses. “Este incidente plantea interrogantes sobre la formación y el crecimiento mental de los funcionarios de policía, ya que hemos visto a varios policías hacer justicia por mano propia y matar. Hay mucho por hacer en este sentido, como eliminar el material de odio de los libros de texto y educar y capacitar adecuadamente a las fuerzas del orden".

Jamshed Iqbal, docente y escritor, afirmó que “Syed Khan Sarhadi es una persona hipócrita: no ve los errores de una persona como excusa, sino que mira la excusa y mata a una persona. Normalmente no me decepciono, pero sí me ocurre cuando veo que Pakistán está enfermo de extremismo y no tiene cura. Ahora, cualquiera que intente curar la enfermedad morirá a causa de esa misma enfermedad". Hay una inflexibilidad generalizada a la hora de cuestionar el uso de la violencia. “Se puede curar a una persona cuando cree que está enferma, pero cuando un paciente piensa que su enfermedad es correcta, ¿qué puede hacer un médico por él? Créanme, este país puede salir de la crisis económica pero no se puede liberar del extremismo y el fundamentalismo".

 

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