Qatar, mundial y migrantes: la oportunidad (perdida) para los derechos de los trabajadores

de Dario Salvi

A pesar de las promesas de Doha y de la FIFA, poco cambió en la vida de los obreros que construyeron las instalaciones y las infraestructuras. La abolición del sistema Kafala y los problemas de la aplicación del Plan de reembolsos. Para muchos, se acercan meses de incertidumbre y quedan temas sin resolver. HRW: “un legado de explotación y vergüenza”.

Milán (AsiaNews) – A pesar de los anuncios y de las promesas que Doha y la FIFA -ente que regula el fútbol internacional- pregonaron en las últimas semanas sobre el trabajo y los derechos humanos, ahora que se han apagado los reflectores del mundial de Qatar, poco ha cambiado para los migrantes que construyeron las instalaciones y las infraestructuras. Para muchas organizaciones activistas el mundial del 2022 sigue relacionado con abusos, muertes y violaciones de los derechos de los trabajadores que provienen, en su mayoría, del sur de Asia, del sudeste y de África, y son sometidos a una explotación sistemática. Irónicamente la competencia terminó el pasado 18 de diciembre – con la victoria de Argentina – con grandes anuncios pero pocas acciones concretas para poner fin a las violaciones, y ese mismo día las Naciones Unidas celebraba el Día Internacional del Migrante. “Una coincidencia curiosa – señala Rothna Begum, experto de Human Rights Watch (HRW) – teniendo en cuenta no solo el papel indispensable que tuvieron los trabajadores migrantes en la preparación del torneo, sino que ellos también hicieron posible el desarrollo del mundial de Qatar”. Sin embargo, hasta que “no se aborden los abusos a gran escala”, lo único que quedará de la competencia será “un legado de explotación y vergüenza”.

La batalla de los números

Una investigación de The Guardian, publicada un año antes del torneo, denunciaba la muerte de al menos 6.500 trabajadores en la construcción de los estadios y durante los días del evento deportivo. Doha ofrece otra versión, como señaló el secretario general del Comité organizador Hassan al-Thawadi, según el cual hubo “entre 400 y 500 muertos” en los 12 años de preparación. Aun así, es un número mucho más elevado que las “tres muertes” que durante mucho tiempo sostuvieron las autoridades qataríes, que censuraron las denuncias e intentaron silenciar las (pocas) voces críticas. Sobre una población de casi 2,6 millones de personas, solo 300 mil son ciudadanos con pleno derecho, mientras que el resto proviene de Asia y África. De estos, un 20% del total trabaja en instalaciones y obras en construcción y la mayoría restante realiza trabajos domésticos – camareros, mujeres de servicio, niñeras, etc. – o del sector terciario.

La mano de obra proveniente de India, Bangladés, Pakistán, Nepal y Sri Lanka ha llevado a cabo tareas fundamentales no solo en la construcción de los ocho estadios sino también para ocupar las gradas, sobre todo en los primeros partidos, cuando la mayor parte de las tribunas estaban vacías debido a la poca venta de entradas. Uno de los países que compraron más entradas fue la India. Sin embargo en la final quitaron rápidamente de las paredes los retratos de los trabajadores que contribuyeron a la construcción de las instalaciones (el Estadio Lusail) donde se jugó el partido. Y muy pocos de los 88.000 espectadores que asistieron procedían del subcontinente asiático. “Para nosotros es muy raro que podamos movernos libremente y festejar de este modo” contó a AFP Shafiq, originario de Kerala y vestido con una camiseta de Argentina. “Normalmente – siguió diciendo– quedamos confinados en las zonas reservadas a los trabajadores. Todos nos preguntamos qué pasará después del mundial”.

Sistema Kafala y derechos

La cuestión de los derechos de los trabajadores migrantes se planteó inmediatamente después de la adjudicación de la Copa del Mundo a Qatar hace 12 años, y luego quedó archivada durante mucho tiempo ante la indiferencia de la comunidad internacional, los protagonistas del evento y las instituciones encargadas del mismo. Pero después se convirtió en un asunto de extrema actualidad en las semanas previas a la competición, con tardíos requerimientos de que los jugadores y los entes involucrados asumieran una postura. Durante el torneo el tema de los migrante recibió una cobertura sin precedentes. Los migrantes y sus familias pudieron contar sus historias de salarios robados, pasaportes confiscados, muerte, violencia y un modo de vida que en muchos sentidos se asemejaba a un estado de “esclavitud moderna”.

Hay que decir que en los últimos años las autoridades del país han impulsado una serie de reformas introduciendo ciertas garantías para proteger a los migrantes. Entre ellas está la revisión del sistema Kafala de la época colonial británica, que se estableció antes de la independencia de Qatar en 1971. Hoy es posible cambiar de trabajo o salir del país - al menos en teoría - sin el permiso del empleador. A esto se suma la creación de un "Plan de Reembolso Universal", que compensará a los inmigrantes que hayan tenido que pagar una "protección" o hayan sido víctimas de extorsión para conseguir un empleo (con sumas que oscilan entre los mil y los 5 mil euros) o personas que no hayan percibido el salario pactado. Sin embargo, según los movimientos activistas esta última reforma también ha llegado tarde y tampoco tendrá mucha utilidad, además de que los numerosos casos anteriores quedarán impunes. El sistema de reembolsos comenzó a funcionar recién en 2020, pero solo se ha aplicado en el robo de salarios y el acceso está lleno de obstáculos. El caso puede pasar varios años en los juzgados antes de llegar a una sentencia y es casi imposible presentar la demanda cuando los trabajadores han vuelto a su país de origen. Además el fondo no prevé indemnizaciones por lesiones, muerte en el lugar de trabajo o robo de salarios en la década anterior a su creación.

Un futuro incierto

Desde la abolición del sistema Kafala alrededor de 350 mil inmigrantes han podido cambiar de trabajo sin sufrir venganzas o represalias, que en el pasado podían llegar incluso al secuestro del pasaporte. Además, por primera vez es posible elegir representantes en toda la región del Golfo que defiendan los derechos de los trabajadores en los comités de gestión y en las disputas con los empleadores. Sin embargo, cabe señalar que los sindicatos siguen siendo ilegales, a pesar de estar autorizados -con diferencias y limitaciones- en países vecinos como Kuwait, Omán y Baréin. Según Ruba Jaradat, vicedirectora general y directora regional para los países árabes de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), las reformas en Qatar han sido reales y han tenido impacto en la modernización del país, mejorando la industria y la economía. Además el organismo de la ONU - añade la experta - está negociando que se establezca una sede permanente en Qatar y los países de la región aseguran que las reformas seguirán vigentes en el futuro, incluyendo la limitación de la jornada laboral en los meses de verano cuando hace calor y las temperaturas hacen que las condiciones de trabajo sean extremas.

Desde este punto de vista, la asignación de los campeonatos del mundo habría supuesto una mayor atención y un cambio positivo. Hoy los trabajadores migrantes pueden denunciar abusos como la falta de pago de salarios ante el Ministerio de Trabajo. En teoría, esto se hace en forma anónima, aunque hay casos documentados de empleados que han cobrado con la intervención del gobierno pero después fueron identificados por la empresa y despedidos. Una de las infracciones más comunes es descontar dos días de salario en caso de ausentarse uno. Esta es una situación frecuente, sobre todo cuando hace mucho calor con altos porcentajes de humedad y el trabajador queda inhabilitado debido al cansancio físico (o mental). Al final queda la sensación de que Doha, con el mundial, ha montado un gran espectáculo para que lo vea todo el mundo, salvo los inmigrantes que han contribuido a hacerlo posible.

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