Párroco de Jenin: 'Calma' aparente después del 'crimen', alto riesgo de que 'corra sangre'

Ayer se registraron 10 víctimas en Cisjordania, nueve tras una redada del ejército en un campo de refugiados más un manifestante que mataron al norte de Jerusalén. Ataques aéreos durante la noche en Gaza en respuesta al lanzamiento de cohetes desde la Franja. Padre Deibes: la "normalidad" de estos hechos es el "principal motivo de vergüenza".

Jerusalén (AsiaNews) - En Yenín se respira un ambiente de aparente "calma", explica a AsiaNews el padre Labib Deibes, párroco de la Iglesia del Santísimo Redentor, después de la sangrienta redada que realizó ayer el ejército israelí, provocando protestas y fuertes enfrentamientos en toda Palestina, así como el lanzamiento de cohetes desde Gaza. El objetivo del operativo era una "célula yihadista" en el campo de refugiados local, pero luego el ataque se extendió, convirtiéndose en un enfrentamiento abierto entre militares y población civil, con lanzamiento de piedras y proyectiles.

El saldo es de nueve víctimas -incluyendo los dos hermanos Mohammad y Nureddin Ghneim y un tercer miembro sospechoso de afiliación a la Yihad Islámica- y al menos 20 heridos, cuatro de ellos de gravedad y hospitalizados en el Ibn Sina Hospital de Yenín. Por la tarde, otro joven de 22 años murió en Al-Ram, al norte de Jerusalén, por disparos de las fuerzas de seguridad durante las protestas que estallaron en numerosos puntos de Cisjordania.

“Ahora la situación está más tranquila”, señala el p. Deibes, tras la grave violencia de ayer que desencadenó "la llegada de los militares israelíes". Lo que hicieron, prosigue, constituye "un crimen" contra la población, aunque esta "hoy no siente especial temor, porque estamos acostumbrados a la violencia". Quizá sea precisamente la normalidad de estos hechos -añade- lo que constituye el principal motivo de vergüenza". En Occidente, en Europa "se habla de energía, de precios" mientras que nosotros "lo que más necesitamos es libertad, no vivir bajo una ocupación constante que también pone en peligro a los cristianos" y por eso cada vez con más frecuencia tratan "de escapar, de emigrar". Recen por nosotros, concluye el sacerdote, porque “antes luchábamos con piedras pero hoy se hace con armas, y es muy grande el riesgo de que haya más derramamiento de sangre. El que acaba de terminar fue un año de muertes, pero 2023 parece haber comenzado incluso peor”.

Las tensiones de ayer continuaron durante la noche. La aviación israelí llevó a cabo varios ataques en Gaza en respuesta al lanzamiento de cohetes desde la Franja hacia el sur del país. Las fuentes de Hamas hablan de 15 objetivos alcanzados por la fuerza aérea israelí, pero no se han reportado más víctimas ni heridos. Poco antes de medianoche habían disparado al menos dos cohetes desde la Franja de Gaza hacia el estado judío, que fueron inmediatamente interceptados y destruidos por el sistema de defensa Iron Dome. Las sirenas por la posible llegada de cohetes habían sonado en la localidad costera de Ascalon y en los kibutz de Zikim y Karnia; tampoco en este caso hubo daños o heridos. Mientras tanto, la Autoridad Nacional Palestina ha cortado las relaciones en materia de seguridad con Israel, y el número de víctimas de la violencia desde principios de año ya asciende a 26. Lo que más preocupa es la actitud intransigente del nuevo gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, formado por partidos religiosos y de extrema derecha que no dudan en usar la fuerza mientras alimentan las tensiones en los lugares santos de Jerusalén.

Yenín, donde se llevó a cabo la redada, es la ciudad palestina donde mataron en circunstancias similares a la periodista cristiana Shireen Abu Akleh el 11 de mayo. La reportera fue víctima del disparo de un soldado israelí durante una operación de patrullaje. Dos días después, el 13 de mayo, durante el cortejo fúnebre que desde el hospital St. Joseph trasladaba el cuerpo hasta el lugar del entierro, la policía antidisturbios atacó a la multitud, haciendo peligrar la estabilidad del ataúd. La familia fue recibida por el Papa y recurrió a la Corte Penal Internacional para obtener justicia, mientras Israel mantenía en secreto la investigación.

Su muerte, símbolo de un año de violencia y muertes que pasaron en silencio en la comunidad internacional, se produjo en una región que enfrenta los mismos desafíos que la mayoría de las ciudades palestinas: ocupación y bloqueo de carreteras, crisis económica y alto desempleo juvenil y emigración a otras zonas de Palestina o al extranjero. La población de Yenín se compone de 50 mil habitantes, mientras que los cristianos son cerca de 150, todos católicos. En la zona trabajan las religiosas de la Congregación de las Hijas de Santa Ana y hay un jardín de infancia para cerca de 90 niños cristianos y musulmanes a cargo de un grupo educativo y administrativo formado por una mujer cristiana, dos maestras musulmanas y dos cristianas.