Pyongyang demuele un centro de encuentro para familias separadas por la guerra
Las autoridades de Seúl denuncian la destrucción “inhumana” de un lugar con un fuerte valor simbólico. Una decisión coherente con la política de dejar atrás cualquier perspectiva de reunificación entre el Norte y el Sur. Durante años, en el complejo del monte Kumgang se vivieron reencuentros entre familiares separados durante décadas por el conflicto: el último encuentro fue en 2018.
Seúl (AsiaNews) - Parece un acontecimiento menor en comparación con la situación mundial y regional y la intención del régimen norcoreano de legitimarse en diversos escenarios centrándose, una vez más, en la disponibilidad de fuerzas militares convencionales muy respetables y en la amenaza nuclear y de misiles. Sin embargo, la demolición del centro de reunión y encuentro de las familias separadas por la guerra, en el monte Kumgang, que denuncia Seúl, tiene un fuerte carácter simbólico.
No es casualidad que las autoridades surcoreanas lo hayan calificado como “inhumano”, porque afecta profundamente a dos países divididos por el armisticio que, el 27 de julio de 1953, puso fin a tres años de una guerra feroz que costó millones de muertos militares y civiles, con la intervención de sus respectivos aliados chinos y estadounidenses. La medida unilateral de Pyongyang también termina simbólicamente con cualquier perspectiva de reunificación. La falta de un tratado de paz no permitió normalizar las relaciones y esta situación ha afectado directamente a muchos miles de familias (130 mil registradas sólo en el lado surcoreano) que quedaron separadas a ambos lados de la zona desmilitarizada del paralelo 38.
La única manera de poder reencontrarse con sus seres queridos, cada vez más ancianos (hay 36.000 de ellos todavía vivos en las listas oficiales) era anotarse en un registro para las pocas oportunidades, cerca de veinte, con unas pocas docenas de personas a la vez, que se organizaron a partir de 1985 en el lado norcoreano de la línea de armisticio, la mayoría de las veces en el Centro de Reuniones de un complejo turístico en el monte Kumgang. Un espacio financiado, como todas las operaciones necesarias, por Corea del Sur.
Estos encuentros siempre han sido momentos de gran emoción pero fuertemente condicionados por los vaivenes de las relaciones entre las dos Coreas, con periodos de cierre y breves reaperturas, y el último de ellos fue en 2018. Sin duda tienen un fuerte significado simbólico, quizás el único que todavía permite reconocer la pertenencia de dos entidades actualmente separadas a una sola nación coreana, y señalar su naturaleza traumática, pero el tiempo ha hecho que la iniciativa fuera perdiendo relevancia. Tanto es así que actualmente en Corea del Sur tres cuartas partes de las familias separadas no tienen forma de saber si sus familiares del otro lado de la frontera siguen vivos.
Desde otro punto de vista, si bien en el Norte la propaganda del régimen sigue presentando a los surcoreanos como corruptos, vendidos al capitalismo y a los intereses estadounidenses, en el Sur la población muestra cada vez menos interés en interactuar con un amenazante "país ermitaño" que se encuentra a años luz de su democracia y su estilo de vida. Es más, desde la victoria del presidente conservador Yook Suk-yeol (sometido ahora a juicio político), Corea del Norte ha cortado en la práctica todas las relaciones oficiales y ha declarado que Corea del Sur es su “principal enemigo”.
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