Putin quiere deshacerse de Lukashenko
Los rusos trabajan en la destitución del dictador bielorruso, incapaz de resolver la crisis sociopolítica de su país. El objetivo es la incorporación de Bielorrusia a la Federación Rusa. Putin contaría con el visto bueno de Estados Unidos y China.
Moscú (AsiaNews) – Las difíciles condiciones económicas a causa de las sanciones occidentales y la pandemia han sumido a Bielorrusia en una grave crisis. El país busca cada vez más el apoyo de Rusia. El Kremlin, por su parte, quiere acelerar el proceso para construir un escenario libre del "presidente tóxico" Aleksandr Lukashenko. Esto es lo que se desprende de los contactos entre rusos y bielorrusos en los últimos días, especialmente de la visita del Secretario del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, quien viajó a Minsk el 30 de junio.
Según el politólogo ruso Arsenij Sivitskij, la visita de Patrushev tenía como objetivo "preparar el próximo encuentro entre Lukashenko y Vladimir Putin, que deberá retomar el contenido de la reunión de Sochi de septiembre de 2020. En aquella oportunidad, el presidente ruso obligó a su homólogo bielorruso a acelerar la fusión entre los dos países". Putin también contaría con el visto bueno de Washington y de todo Occidente, que vería con buenos ojos el cierre del caso Bielorrusia, dejándolo en manos del Kremlin.
Los "acuerdos de Sochi", según este nuevo escenario, presuponen la liberación de los opositores encarcelados, empezando por el más moderado, Viktor Babariko, y los miembros de su agrupación. El acuerdo también prevé el inicio de un diálogo más inclusivo entre las autoridades bielorrusas y la oposición, y la organización de nuevas elecciones presidenciales antes de finales de 2021 (pero sin la participación de Lukashenko).
Al mismo tiempo, deberían implementarse las reformas constitucionales que ya están en marcha e imitan las de Rusia. Bielorrusia debería pasar a una forma de gobierno “súper presidencial”, en la que hasta el mismísimo parlamento esté sometido de facto al presidente. A cambio de ello, se garantizaría al país la protección (personal y política) de Rusia, para luego llegar al acuerdo de "hermanamiento" (twinning) que Lukashenko ha tratado de esquivar en los últimos años.
Ya se ha agotado el apoyo económico que Rusia supo brindar el año pasado para ayudar a Bielorrusia. Ahora Moscú pretende dictar las reglas y hacerlo de forma cada vez más estricta, actuando en sintonía con la presión de las sanciones occidentales, cada vez más duras. De modo que el fin del interminable reinado de Lukashenko llegaría a finales del 2021, precisamente a causa de las nuevas restricciones sectoriales de Europa y Estados Unidos, que entrarían en vigor a principios de 2022.
Según este escenario, la próxima reunión entre Putin y Lukashenko tendría lugar en la segunda quincena de julio o a principios de agosto. Será el momento del "veredicto" sobre Bielorrusia. En realidad, es el producto de la cumbre ruso-estadounidense de Ginebra, orquestada por Patrushev, quien también dirigió los acuerdos de Sochi.
Hasta ahora, Putin se ha negado a reunirse nuevamente con Lukashenko. El líder bielorruso había propuesto la fecha del 22 de junio (coincidiendo con el 80º aniversario del inicio de la Guerra Patriótica) o el 29 de junio, con la apertura del Foro de las regiones ruso-bielorrusas. Sin embargo, Patrushev y otros funcionarios del Kremlin, como el jefe adjunto de la Administración Presidencial, Dmitry Kozak, siguen trabajando para definir los términos del entendimiento entre Moscú y Washington sobre la cuestión bielorrusa.
Durante la visita del 30 de junio, Patrushev también habría informado a Lukašenko de un acuerdo aún más amplio entre Putin, Biden y Xi Jinping sobre la transición constitucional de Bielorrusia como única vía para salir de la crisis. Los recientes contactos de Minsk con su socio chino habrían conducido a los mismos resultados. Para Lukashenko, se trata de un verdadero ultimátum.
17/08/2020 11:11
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