Perseguidos y amenazados de muerte: el drama de una familia paquistaní convertida al cristianismo
Islamabad (AsiaNews)- Un vida escapando, buscados y objeto de amenazas y ataques con armas de fuego, por haberse convertido al cristianismo y haber querido hacer crecer y educar a los hijos según las enseñanzas de Jesús. Es esta la dramática situación que vive una familia cristiana, que viajó por años (en vano) por diversas zonas del país en busca de un refugio seguro. Todavía hoy, a distancia de casi diez años, se encuentran solos y desesperados, sin un trabajo para satisfacer las necesidades de la familia. AsiaNews, conoció esta dramática situación y ha querido narrarla, indudablemente cambiando los nombres reales de los protagonistas y los lugares donde viven por su incolumidad, lanzando al mismo tiempo la batalla por la libertad religiosa y los derechos de los cristianos en Pakistán.
Amina, una mujer de 29 años se casó con Salamat Masih de 34 años y cristiano en mayo de 2006. La familia de la mujer se opuso enseguida a la boda, pues ya había combinado el matrimonio con otra persona de su confianza y musulmán. Sin embrago la mujer no quiso ceder a las presiones de los familiares, decidiendo casarse con su compañero.
Ambos habrían querido casarse con el rito cristiano, pero un pastor protestante no quiso celebrar el rito pues temía las retorsiones por parte de los parientes de la mujer. Mientras tanto los familiares de ella hicieron una denuncia por estupro y secuestro de persona.
Temiendo ser arrestados, Amina y Salamat se casaron según la ley islámica obligando al hombre, un cristiano, a convertirse a la fe de Mahoma porque según la tradición musulmana una mujer no puede casar a un infiel de otra religión. Como garantía de la validez del rito fueron nombrados dos “tutores”, Asim Naveed y Kareem Ahmad, dos musulmanes de estricta observancia orgullosos de haber “convertido” a un cristiano al islam. Por esto ambos han adquirido la estima y el respeto dentro de su comunidad.
La pareja de “tutores” musulmana obligó a los esposos a transferirse a Sadar, ciudad cerca de Karachi, observando los ritos y los preceptos de la tradición entre las cuales el ayuno en el mes de Ramadán. Pero Amina y Salamat no querían vivir como musulmanes y han buscado contactarse con la iglesia local para unirse según el rito cristiano y volver al seno de la comunidad cristiana. El 26 de octubre del mismo año, una comunidad de la ciudad aceptó acogerlos y bendecir las bodas en gran secreto, temiendo represalias o venganzas por parte de los musulmanes.
La noticia permaneció secreta por poco tiempo y muy rápido la pareja, que mientras tanto dio a luz a dos hijas, inició a recibir amenazas y ataques, comenzando por la pareja de “tutores” musulmanes que habían testificado en las bodas según el rito islámico. Las continuas amenazas y presiones desencadenaron un cuadro de depresión en la mujer, que embarazada, parió un niño ya muerto. También la muerte del hijo fue pretexto para abusos y amenazas: al padre le impusieron enterrar al neonato según el rito islámico; él rechazó y lo enterró en un cementerio cristiano, dando a la comunidad musulmana una razón más para perseguir a la familia.
Temiendo por la propia vida, la familia inicia un largo peregrinar de ciudad en ciudad, de casa en casa y refugios diversos (generalmente temporáneos); esto no impide a la comunidad musulmana de origen y en particular a los dos “tutores” encontrarlos y otra vez renovar las amenazas y presiones. Hace dos años, las amenazas se concretizaron con un verdadero ataque con disparos de pistola: los proyectiles alcanzaron la pierna del hombre, luego los agresores lo invistieron cono una moto. Sólo y gracias a la presencia de algunas personas en el lugar del ataque impidieron que lo mataran. Salamat aún ahora lleva consigo las consecuencias del accidente. De hecho, a causa de las precarias condiciones económicas en la cual vive la familia, él no pudo curarse en modo conveniente y no ha retomado la plena funcionalidad del miembro; una minusvalidez que le limita encontrar un trabajo u empleo, complicando aún más la realidad familiar ya de por sí precaria.
También las familias de origen de la pareja no están más en grado de darles ayuda y socorro, por miedo a las venganzas y asaltos por parte de la comunidad musulmana. Y el mism o discurso vale para los colegas de trabajo y los amigos que, mientras tanto se alternaron tratando de darles alguna ayuda y acogida. El temor de un ataque vencía al deseo de ofrecer socorro. Desde marzo de 2015, los dos viven en una gran ciudad de Pakistán, que no mencionamos por seguridad, si bien la familia, si bien la familia ya fue encontrada una vez más y fue otra vez atacada. No sirvieron para nada las denuncias de las violencias y amenazas a la policía, que rechazó abrir un expediente sobre el caso.
Desde hace algunas semanas Amina y Salamat viven en un lugar escondido, sin ninguna posibilidad de conseguir trabajo y conducir una vida normal. Sólo gracias a la ayuda ofrecida por una Ong local pueden vivir más o menos dignamente, si bien muchas noches tuvieron que ir a dormir sin tener nada para cenar. Y sobre la mujer pesan las amenazas de su familia de origen, que ve como un deshonor la elección de casarse con un cristiano y convertirse, mientras que los agresores continúan viviendo en libertad, impunes y prontos para agredir nuevamente. En defensa de la familia cristiana se declaró la Comisión asiática por los derechos humanos que, citando la Constitución de Pakistán, recuerda el principio de la laicidad del Estado y de la paridad entre ciudadanos. Por esto, explica un miembro, va garantizada la libertad religiosa y deben ser castigados los policías que han cumplido con su deber.
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