Perseguidos en todas partes: el calvario de los refugiados cristianos hazara
Los refugiados afganos en Pakistán esperaban una vida mejor, pero viven escondidos y ocultando su identidad por temor a ser deportados o, peor aún, linchados en las calles por su fe. Un cortometraje de Christian Solidarity Worldwide recoge los testimonios de la comunidad cristiana. Según los expertos, la única solución son los acuerdos humanitarios con terceros países.
Londres (AsiaNews) - Cuatro veces discriminados: como cristianos, como hazaras, como afganos y como refugiados. Son los prófugos que, tras la caída del gobierno de Kabul y la reconquista de los talibanes, huyeron a Pakistán pero, para sobrevivir, siguen viéndose obligados a ocultar su identidad y su confesión religiosa. Su historia se cuenta en "Leave no one behind" (sin dejar a nadie atrás), un cortometraje documental realizado por la organización de derechos humanos Christian Solidarity Worldwide (CSW).
La minoría étnica hazara siempre ha sido perseguida por la mayoría pastún, dividida entre Pakistán y Afganistán. Mayoritariamente de fe islámica chiita, parte de la comunidad se encuentra ahora dispersa y dividida entre varias ciudades pakistaníes, en situación de peligro y debilitada por la incertidumbre sobre su futuro. Si revelaran que, además de refugiados hazara, son cristianos, correrían el riesgo de ser linchados en las calles. Una posibilidad que no es tan inusual en Pakistán.
"Asustados por los talibanes, huimos de noche", cuenta una mujer rodeada de cuatro niños. Sus nombres y rostros están oscurecidos, pero su angustia se trasluce en sus palabras: "Teníamos miedo de que nos reconocieran como hazaras. Si hubieran sabido que éramos de una familia del ejército, nos habrían matado en el acto". Inmediatamente después de recuperar el poder, los talibanes persiguieron y masacraron a quienes habían colaborado con las fuerzas militares internacionales o estaban al servicio del anterior gobierno afgano. "Tenía miedo, por eso mis hijas y yo llevábamos burka, mientras que mis hijos tenían la cara cubierta con telas, tumbados en el suelo del coche para no revelar nuestra etnia", continúa la mujer, relatando su huida de Afganistán. "Había asistido a la Facultad de Derecho durante quince días, pero tras la reconquista de los talibanes, no tuve más remedio que abandonar la universidad".
"Sólo unas pocas personas sabían que yo era cristiano", relata después otro hombre, también con el rostro censurado. "Pero mis amigos musulmanes me pedían que me convirtiera de nuevo al Islam. Les dije que el asunto no les concernía, pero tenía mucho miedo". Cuando los talibanes empezaron a perseguirlo porque se enteraron de que era cristiano, sólo encontraron a su mujer en casa. Le preguntaron: "¿Dónde está tu marido?". En un intento de obtener una respuesta, la torturaron, quemándole los brazos con un hierro candente, lo que le dejó cicatrices claramente visibles aún meses después. "Nos fuimos sólo con lo puesto, pero cuando llegamos a Quetta nos encontramos con grandes dificultades", continúa el hombre, "porque mis tíos saben que somos cristianos, así que llamaban antes que nosotros y les decían que no nos acogieran por infieles".
El profesor y analista Farooq Suleria explica que los hazaras "no son bienvenidos en Pakistán, no son bienvenidos en ningún sitio, pero sobre todo, tanto los talibanes como Daesh atacan a los hazaras de diferentes maneras. Por ejemplo, hubo rumores -creíbles- de que los hazaras habían sido expulsados de sus hogares y que sus tierras habían sido distribuidas a los talibanes que habían estado luchando en Afganistán en los últimos 20 años". Su persecución "es una crisis continua que dura ya 40 años" y que la comunidad internacional debe tratar como una "cuestión humanitaria urgente".
En realidad, su situación no mejora ni siquiera en Pakistán, donde los refugiados se enfrentan a graves problemas económicos y a un acceso limitado a recursos y oportunidades, así como a la discriminación cotidiana. La investigadora Sabal Gul Khattak añade que muchos afganos "reciben llamadas amenazantes de números desconocidos que les dicen que saben dónde están y que serán rastreados".
"Nadie está dispuesto a alquilarles su casa", continúa el experto. "Y si lo hacen es a precios exorbitantes, pero al ser personas que se han visto obligadas a huir no tienen recursos económicos para sobrevivir en un entorno hostil".
Una joven pareja de cristianos hazara confirma que el principal problema en Pakistán es económico: "Aunque estudié en Pakistán y obtuve el certificado de la Comisión Médica Nacional, sigo sin poder trabajar porque no tengo visado de trabajo. Sobrevivimos a base de donaciones". "Nos llegó la noticia de que en varias ciudades de Pakistán la policía detuvo a afganos que estaban aquí ilegalmente", añadió.
El gobierno pakistaní concedió una prórroga de visado, pero, como precisa Sabal Gul Khattak, "esta medida sólo se aplica hasta diciembre para los que ya tienen documentos. Muchos nunca los han obtenido. Después de diciembre, nadie sabe qué ocurrirá". Encerrados en sus propias casas, los refugiados se sienten estresados y asustados al punto de que "cada vez que alguien toca el timbre tememos que sea la policía que ha venido a expulsarnos porque estamos indocumentados", relatan en el vídeo.
"Estoy desesperado", se conmueve el joven de la pareja. "Había venido a Pakistán con una beca y esperaba un futuro mejor. Mi plan era volver y servir a mi pueblo, pero después de los últimos acontecimientos en Afganistán estamos atrapados aquí. No podemos volver y ni siquiera podemos seguir adelante".
Como única solución, Sabal Gul Khattak señala la necesidad de firmar "acuerdos con países donde los cristianos hazara estén a salvo", porque ahora "en Pakistán no lo están, eso es seguro. Las leyes de asilo están ahí, debemos hacer uso de ellas en todos los países", concluye.
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