Persecuciones contra los islamistas tayikos
Condenaron a los líderes del Partido del Renacimiento Islámico. Los familiares también son blanco de ataques y se los acusa de ser "traidores de su país". Las historias de mujeres que fueron abandonadas por ser hijas de políticos islamistas encarcelados. Detuvieron al médico Mirzo Khodjmatov.
Moscú (AsiaNews) – Una serie de casos de violencia doméstica y social ocurridos en los últimos días han puesto sobre la mesa la cuestión del "partido islámico" y la despiadada lucha del Estado contra el radicalismo religioso en Tayikistán. La ex república soviética es uno de los países más sensibles a la propaganda del ex-ISIS y otros grupos extremistas islámicos. Los familiares de los políticos islamistas son blanco de insultos y persecuciones por parte de sus propias comunidades y de las autoridades estatales.
Ya han pasado cinco años desde que la justicia tayika condenó a los dirigentes del "Partido del Renacimiento Islámico" (PRI), previamente proscripto. Todos sus líderes de primera línea fueron condenados a largos períodos de detención. Los miembros de sus familias fueron sistemáticamente acusados de ser "traidores a la patria". Sus vidas se convirtieron en un infierno: no pueden encontrar trabajo ni emigrar fuera de Tayikistán. Por miedo a las represalias del Estado, sus amigos y conocidos cortaron todo tipo de relación con ellos, incluso mostrando un violento resentimiento.
El 10 de junio, Nilufar Radjabova informó a los corresponsales de Radio Ozody sobre esta situación. La mujer es hija de Rakhmatullo Radjaba, uno de los miembros del PRI que fueron condenados. Por el caso de su padre, su marido la abandonó con tres hijos pequeños. Dos de ellos tienen una forma grave de discapacidad: la enfermedad de Lobstein-Vrolik, también conocida como "huesos de cristal". Nilufar cuenta que una vez su marido llegó a casa y la golpeó nada más abrir la puerta: "Armó un gran escándalo entre los vecinos, me llamó traidora y terrorista, y anunció que se divorciaría de mí".
La madre de Nilufar cuenta que nadie acepta contratarla ni siquiera para los trabajos más humildes. A causa de Rakhmatullo las dos mujeres se ven obligadas a vivir en la más absoluta pobreza. "Cuando conseguimos reunir algo de dinero, no sabemos si gastarlo en medicinas para los niños, comprar comida para mi marido que está en la cárcel o para nosotros".
Valamati Ibrokhimzoda, esposa del líder islamista, explica que Rakhmatullo enfermó de Covid en la cárcel: "Estuvo muy enfermo, y hemos gastado hasta el último céntimo para conseguirle medicinas. Su sobrino, que ahora tiene 10 años, sufre acoso escolar y le pegan constantemente".
Amina Mirzoyeva vive la misma tragedia familiar que Nilufar, pero en su caso se suma otra humillación más. Madre de tres hijas -María, de 5 años, Rumajso, de 3, y Ojshamok, recién nacida-, vive en el cobertizo de herramientas de su tío, en Kuljaba. Su marido la abandonó en cuanto se enteró de que la mujer daría a luz una niña por tercera vez, y decidió echar a su mujer de la casa, que luego vendió para trasladarse a Rusia. Amina también es pariente de algunos islamistas convictos. Su marido la acusó de "ser una traidora”, y le echó en cara que “ni siquiera podía darle un niño". Oficialmente, Amina no está casada por civil con su marido, ya que sólo se unió a ella por el rito musulmán. Del hombre no se tienen noticias desde hace más de un año.
Otro testimonio es el de Sabrinisso Djurabekova, la esposa de Makhmadali Khaita, otro dirigente del PRI que cumple una larga condena. Sabrinisso cuenta que no puede trabajar y que sobrevive con sus dos hijos gracias a la modesta ayuda de algunos vecinos y familiares compasivos. Su hijo mayor huyó del país por la constante persecución y detenciones a las que era sometido: "Además de las condenas, hay castigos colectivos sistemáticos, presiones e interrogatorios, registros y juicios por parte de las autoridades y de los ciudadanos comunes, a veces para encontrar a otros miembros del partido que aún no están en la cárcel", dice.
Algunos dirigentes del PRI huyeron al extranjero, sobre todo a países europeos, desde donde sostienen que no tienen nada que ver con los presuntos actos terroristas, y acusan al régimen de querer simplemente deshacerse de la única oposición que existe en Tayikistán. El 2 de junio, el Dr. Mirzo Khodjmatov, un médico de 63 años y uno de los pocos dirigentes que quedan del PRI, fue condenado a cinco años. Las autoridades lo detuvieron el 22 de mayo, a pesar de que sus familiares dijeron que no era miembro oficial del partido desde el "intento de golpe" de 2015, perpetrado por los islamistas. El médico había emigrado a la región rusa de Tiumén, pero regresó al país para visitar su ciudad natal y pasar un breve período con sus familiares, como ya había hecho en otras ocasiones.
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