Paul Bhatti: las minorías de Pakistán pagarán el precio por los talibanes en Kabul
Habla el hermano de Shahbaz Bhatti, el ministro cristiano responsable de las Minorías, asesinado hace diez años. Comenta las repercusiones de la situación actual en Afganistán: ahora la prioridad de Islamabad será defenderse del terrorismo. Con la inestabilidad en la región, los problemas de los cristianos corren el riesgo de pasar a segundo plano. El diálogo interreligioso puede ser un camino. “Queremos comprometer a los musulmanes que piensan como nosotros, pero tendría que apoyarlos la mayoría de Pakistán”.
Islamabad (AsiaNews) - Pakistán es uno de los países que más sufren las consecuencias de la toma del poder en Afganistán por parte de los talibanes. Islamabad tendrá que defenderse del terrorismo, pero esto implica “el riesgo de que pasen a segundo plano los problemas internos del país, entre ellos, la protección de las minorías religiosas”. Es lo que sostiene el Dr. Paul Bhatti, médico y hermano de Shahbaz, el ministro de las Minorías religiosas asesinado por extremistas el 2 de marzo de 2011. Cuando Shahbaz asumió el cargo en 2008, era el único católico en el gobierno liderado por Asif Ali Zardari. Actualmente hay una causa en curso para su beatificación.
“Las minorías religiosas siempre han tenido problemas en Pakistán”, comenta el médico. Luego del asesinato de Shahbaz, él reemplazó a su hermano en el cargo hasta el 2014, para luego irse a vivir a Italia nuevamente. “La inestabilidad económica y política del país alimentó estos fenómenos. Sin embargo, con la etiqueta de la lucha contra el terrorismo, estos problemas corren el riesgo de pasar a segundo plano, ya que la prioridad de Pakistán será defenderse de los atentados”. En los últimos 10 años, los cristianos y las demás minorías han asistido a un aumento de la violencia contra ellos. Lo que preocupa ahora es la situación de toda la región”.
Actualmente, Pakistán aloja a casi un millón y medio de refugiados afganos. En los últimos días hubo enfrentamientos y ataques en la frontera, que se extiende por más de 2.000 kilómetros. La victoria de los talibanes ha revitalizado los movimientos extremistas y al TTP, los talibanes de Pakistán. En las últimas semanas, han llevado a cabo una serie de atentados contra las fuerzas de seguridad pakistaníes. Ayer, la madrasa Lal Majid (la Mezquita roja), en Islamabad, izó nuevamente la bandera talibán. El gobierno de la ciudad solicitó que fuera removida, pero el mulá Abdul Aziz, a cargo de la administración de la mezquita, amenazó a los policías con un fusil, y dijo que lo talibanes les habrían hecho pagar por lo sucedido.
“En Kabul teníamos la ilusión de que las cosas podrían marchar de una manera distinta, pero Afganistán no ha cambiado”, comenta Bhatti. Hubo bastantes errores. “A los afganos se les debe dar la posibilidad de obtener una independencia de verdad. Se necesita una estrategia que les permita acceder a la educación; la población debe tener otras alternativas al comercio del opio. Tenemos que apoyar un Afganistán distinto, pero sin intervenir militarmente”, señala el médico, que cursó estudios universitarios en Italia. “En todos estos años, estos grupos se han alimentado del odio a los Estados Unidos y a la libertad de que goza Occidente. Los talibanes creen en un tipo de islam distinto al de todos los demás países”.
Todas los países que rodean a Afganistán tienen sus propios intereses y están tratando de reposicionarse respecto al nuevo gobierno, pero Pakistán es una potencia nuclear (al igual que la India). Este es otro motivo por el que no se puede pasar por alto la situación en ese país.
Shahbaz Bhatti había creado una alianza de todas las minorías religiosas del país (All Pakistan Minorities Alliance) y, desde el seno del Pakistan People’s Party, pedía la separación entre Estado y religión. Inmediatamente después de su asesinato, la familia del político se vio obligada a mantener un perfil bajo. “Los extremistas querían silenciar al movimiento”, continúa Bhatti. “Después pudimos manifestarnos de una forma más abierta. Creemos que los derechos fundamentales deben ser garantizados a todos, independientemente de su pertenencia religiosa”.
Sin embargo, para que esto ocurra de verdad se necesitan iniciativas concretas que comprometan a las voces más autorizadas del Islam. “El diálogo interreligioso no puede reducirse a una moda; queremos involucrar a los musulmanes que piensan como nosotros. Y deberían recibir el apoyo de la mayoría de Pakistán, no de Occidente”. Para explicar cómo debieran marchar las cosas, el Dr. Bhatti menciona como ejemplo la bandera de Pakistán: “La parte verde representa la mayoría musulmana; la blanca, las minorías. Para formar el país se necesitan ambas: los cristianos, los hindúes y otras comunidades son fundamentales. Pero para que este sistema pueda funcionar, la religión no debe tener que ver con la política”.
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