Patriarca armenio: superar los 'egoísmos' para construir la verdadera unidad de los cristianos
Se inauguró en Beirut la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. En su discurso, el primado atacó las divisiones que todavía persisten en la Iglesia. Así se pierde el verdadero significado del sacrificio de la cruz. Trabajar por la unidad, no “arrastrar a los otros hacia los propios principios”.
Beirut (AsiaNews/LOJ) - El ecumenismo es el acto de redención de una ruptura anterior. Solo existe para responder a la oración sacerdotal de Cristo: "Que todos sean uno", y después desaparecer. El delicado tema de la unidad de la Iglesia se presta a menudo a educados discursos formales de cortesía. Pero este no fue el caso ni el tono que escogió el patriarca armenio-católico Raphaël Bedros XXI Minassian para abordar el tema anoche, con motivo de la apertura de la Semana de Oración en la Catedral de los Santos Elías y Gregorio, en la Plaza Debbas de Beirut.
Dirigiéndose con palabras serenas pero firmes a los patriarcas y jefes de las Iglesias reunidos para la ocasión - entre ellos el nuncio apostólico en el Líbano y el patriarca maronita - el patriarca Minassian no dudó en poner el dedo en la llaga, afirmando que las divisiones son propias del hombre y que la clave para resolver la cuestión de una vez por todas es acabar con todos los "egoísmos individuales y colectivos".
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se celebra todos los años del 18 al 24 de enero. En todas las iglesias del Líbano y del mundo estos ocho días se caracterizan por meditaciones diarias que los fieles que asisten a la Misa pueden seguir en un folleto proporcionado por el Consejo de Iglesias de Oriente Medio (Cemo).
Este año el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos confió las meditaciones al Cemo, que tiene su sede en Beirut. El tema se tomó de las palabras que dijeron los tres reyes magos cuando llegaron a Jerusalén y se relatan en el Evangelio según Mateo: "Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo". En el centro de estas reflexiones se encuentra la dificilísima situación que hoy viven los cristianos en Oriente y la urgencia de trabajar por la unidad. El jefe de la Iglesia católica armenia, anfitrión de la ceremonia, pronunció la exhortación central.
De "gestos que no corresponden a buenas intenciones"
Lejos de las fórmulas edulcoradas de las meditaciones tradicionales, el patriarca Minassian recordó a sus pares que “las Iglesias siguen sufriendo las divisiones que las desgarraron en el pasado” debido al “egoísmo individual y colectivo” de los eclesiásticos y las jerarquías religiosas. Afirmó después que "sus acciones no corresponden a buenas intenciones" y "no captan el verdadero significado" del sacrificio de la Cruz.
Denunció que uno de los "arquitrabes" del ecumenismo consiste en "trabajar por la unidad, pero con el objetivo de atraer a los demás hacia sus propios principios" y el jefe de la Iglesia armenio-católica no dudó en comparar a las Iglesias con los soldados romanos que , al pie de la Cruz, se repartieron las vestiduras de Jesús.
Cuando abordó el delicado tema de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, bajo la forma del pan y del vino, se mostró asombrado del hecho de que "los católicos rechacen la comunión con los ortodoxos y los ortodoxos rechacen la comunión con los católicos". "¿Acaso el Cristo católico es diferente del Cristo ortodoxo? - se preguntó el patriarca Minassian - ¿o el sacramento del bautismo es diferente respecto del otro?". Seamos bien conscientes - siguió diciendo- de que todos los sacramentos de la Iglesia fueron instituidos directamente por Cristo. Entonces “¿dónde está la controversia? ¿Acaso el problema no es enteramente humano, empapado por el egoísmo sectario, alejado de todo principio espiritual y cristiano?”.
Para algunos círculos eclesiásticos no cabe duda de que el mensaje formulado de manera tan directa por el patriarca de los armenios católicos se corresponde con las "opacidades" y "errores" de los que habló el Papa en su discurso a los patriarcas y jefes de los Iglesias orientales reunidos en el Vaticano el 1 de julio pasado. El pontífice dijo en esa oportunidad: “En esta oscura coyuntura hemos tratado de orientarnos juntos a la luz de Dios. Y con su luz hemos visto, en primer lugar, nuestras opacidades: los errores cometidos cuando no hemos dado testimonio del Evangelio de manera coherente y hasta las últimas consecuencias, la oportunidades perdidas en el camino de la fraternidad, la reconciliación y la unidad plena. Pedimos perdón por esto”. El Papa habló allí en nombre de todos. ¿Habrá llegado el momento de que las Iglesias orientales hablen cada una por sí misma?
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