Patriarca Maronita: sin dinero e incentivos para la naturalización de refugiados

El Card. Raï vuelve a atacar a la comunidad internacional que quiere echar sobre los hombros del país la cuestión de los refugiados sirios y palestinos. No oculta el "peligro" de una nueva "ruptura" entre los libaneses, en un contexto de fuerte tensión. Al mismo tiempo pide mostrar "unidad" ante la presión extranjera.

Beirut (AsiaNews/Agencias) - Una nueva advertencia del Patriarca Maronita, el cardenal Beshara Raï, contra una comunidad mundial que quiere volcar la cuestión de los refugiados palestinos y sirios en el Líbano, ofreciendo una contribución financiera a cambio de su naturalización. "Rechazamos al remitente - subrayó ayer el cardenal - cualquier tipo de política internacional que intente cargar al Líbano, con el precio de todo lo que está ocurriendo en la región".

El "peligro", continúa el Patriarca Raï, consiste en "una ruptura entre los libaneses" en caso de que se produzca un proceso de naturalización. Al mismo tiempo, se dirigió a sus conciudadanos pidiéndoles que mostraran "unidad" frente a cualquier presión externa y extranjera. "El Líbano no puede soportar -concluye el Patriarca- la carga de una nueva política" que encuentra su máxima expresión en el llamado "Acuerdo del Siglo", que tendrá "repercusiones negativas" para todo el Oriente Medio.

En los últimos años la Iglesia libanesa también ha denunciado en varias ocasiones el peligro de una gravísima crisis económica, política y social para el país, ligada a la presencia de refugiados sirios que acabarán siendo "olvidados como los libaneses". En el momento más crítico, el país de los cedros había acogido a cerca de 1,5 millones de personas que huían de la guerra y la pobreza, frente a una población de unos 4,4 millones.

La cuestión de los refugiados también forma parte de un contexto de profunda turbulencia en el país de los cedros. Las protestas antigubernamentales se intensificaron a mediados de diciembre, y ni siquiera el reciente nombramiento del nuevo ejecutivo, vacante desde el 29 de octubre, ha sido suficiente para calmar la plaza. En varias ocasiones los patriarcas y obispos han llamado en vano a la clase dirigente al sentido de la responsabilidad y a la urgencia de definir una guía para un país que corre cada vez más peligro de hundirse.