Papa: “hacer” la Eucaristía con Jesús y partir el pan y la propia vida, para “dar de comer” a los hermanos
Francisco celebró el Corpus Domini en San Juan de Letrán. “Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus hijos, y criarlos bien. ¡Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables, se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados!”
Roma (AsiaNews) – Repetir el gesto de Jesús que, instituyendo la Eucaristía, quería que se diese “de comer” y que al partir el pan, se partió a sí mismo. Es el mandado que Cristo mismo dejó a sus discípulos y que hoy el Papa ha vuelto a evocar durante la misa por la solemnidad del Corpus Domini, celebrada en la Plaza San Juan.
Y también hoy se renovó la tradición por la cual los papas, obispos de Roma, celebran esta solemnidad en su catedral, que es San Juan de Letrán, y que luego de la misa se haga la procesión eucarística –en la cual participan también las pequeñas ciudades congregadas – hasta la basílica de santa María la Mayor, desde donde el Papa imparte (en la foto) la bendición solemne con el Santísimo Sacramento a los muchos miles de personas presentes.
En la homilía, Francisco comentó la frase “Haced esto en memoria mía” (1 Cor 11,24.25), subrayando en particular el “hacer” la Eucaristía con Jesús y “partir” el pan.
El “hacer” fue indicado en aquello que ocurre en la multiplicación de los panes y los peces. "Ante una multitud cansada y hambrienta, Jesús dice a sus discípulos: «Dénles ustedes de comer» (Lc 9,13). En realidad, Jesús es el que bendice y parte los panes, con el fin de satisfacer a todas esas personas, pero los cinco panes y los dos peces fueron aportados por los discípulos, y Jesús quería precisamente esto: que, en lugar de despedir a la multitud, ofrecieran lo poco que tenían. Hay además otro gesto: los trozos de pan, partidos por las manos sagradas y venerables del Señor, pasan a las pobres manos de los discípulos para que los distribuyan a la gente. También esto es «hacer» con Jesús, es «dar de comer» con él. Es evidente que este milagro no va destinado sólo a saciar el hambre de un día, sino que es un signo de lo que Cristo está dispuesto a hacer para la salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y su sangre (cf. Jn 6,48-58). Y, sin embargo, hay que pasar siempre a través de esos dos pequeños gestos: ofrecer los pocos panes y peces que tenemos; recibir de manos de Jesús el pan partido y distribuirlo a todos".
"Hacer y también partir: esta es la otra palabra que explica el significado del «hagan esto en memoria mía». Jesús se ha dejado «partir», se parte por nosotros. Y pide que nos demos, que nos dejemos partir por los demás. Precisamente este «partir el pan» se ha convertido en el icono, en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo reconocieron «al partir el pan» (Lc 24,35). Recordemos la primera comunidad de Jerusalén: «Perseveraban [...] en la fracción del pan» (Hch 2,42). Se trata de la Eucaristía, que desde el comienzo ha sido el centro y la forma de la vida de la Iglesia. Pero recordemos también a todos los santos y santas –famosos o anónimos–, que se han dejado «partir» a sí mismos, sus propias vidas, para «alimentar a los hermanos». Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables, se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados. ¿Dónde encuentran la fuerza para hacer todo esto? Precisamente en la Eucaristía: en el poder del amor del Señor resucitado, que también hoy parte el pan para nosotros y repite: «Hagan esto en memoria mía»".