Papa: “En un mundo en guerra, sois un signo de esperanza”. La audiencia al movimiento eucarístico juvenil.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “Ver jóvenes como vosotros que creen en Jesús en la Eucaristía, que creen que el amor es más fuerte que el odio; que la paz es más fuerte que la guerra, que el diálogo es más fuerte que los conflictos, que la armonía es más fuerte que las tensiones, a mí me da esperanza”. Es el mensaje que el Papa Francisco expresó a los jóvenes del Movimiento eucarístico juvenil (Mej, sigla francesa), en una audiencia concedida a ellos en ocasión del centenario de su fundación. Nacido en 1915 en Francia, durante la Gran guerra, para desarrollar la devoción a la eucaristía entre los niños y rezar por la paz, el Mej alcanzó la cifra de 1,1 millón de afiliados en todo el mundo.
Estaban presentes 1.500 jóvenes de 35 países, además de 600 familias provenientes de América, Asia, Oceanía, Europa. En un mar de banderas, gorros, bufandas de muchos colores, sonrisas y selfies, 6 jóvenes de África, de Indonesia, de Brasil, de Francia, de Taiwan, de Argentina hicieron preguntas al pontífice.
El Papa respondió con mucha calma y hablando libremente, en una conversación muy familiar. Justamente una muchacha de Taiwan, Pi Joulu, que le preguntó si veía señales de esperanza en la Iglesia y en la sociedad del siglo XXI, Francisco respondió indicando a la asamblea: “Esto (indicando a los jóvenes) es una señal de esperanza… Estamos en una guerra, una Tercera guerra mundial, esto es negativo, pero hay signos de esperanza y de alegría”.
A Magat Diop, africana que vive en Italia, que le pregunta cómo enfrentar los conflictos en familia, el Papa le hizo notar que sólo “un cementerio…no hay tensiones y conflictos: en las cosas muertas. Cuando hay vida, hay siempre tensión y conflicto”. Al mismo tiempo él dijo que los conflictos en familia se superan con el diálogo, alcanzando la armonía. Él pidió a los jóvenes que “no tengan miedo de los conflictos”, que dialoguen, pero también de no “amar las tensiones por las tensiones mismas”.
A Gregorios, un joven indonesio que le hablaba en vez de los conflictos al interior de su país, con grandes diversidades culturales y religiosas, Francisco le sugirió no sólo “el diálogo”, sino “el respeto” de la identidad del otro. Y citó el drama de los Rohingya, una minoría musulmana que es expulsada de Bangladesh y Myanmar y cuyas naves llenas de prófugos son alejadas de las costas de Indonesia, de Malasia, de Tailandia y Australia.
“Los conflictos sociales- reafirmó- se resuelven con el diálogo, pero sobre todo con el respeto por la identidad del otro”. Y luego agregó. “En Medio oriente vemos que tanta gente, las minorías religiosas, los cristianos no son respetados y son asesinados, perseguidos. Porque no se respeta su identidad”.
A la pregunta de una joven brasilera sobre cuál sea “el desafío más grande que el Papa Francisco tuvo que enfrentar en su misión”, el pontífice respondió: “Encontrar siempre la paz en el Señor, esa paz que sólo Jesús puede dar”. En seguida agregó “otro desafío” para todos, también para los jóvenes: “Saber discernir entre la verdadera paz y la falsa paz”. La paz de Jesús es “la del enemigo” del diablo. Esta “te pone contento, no te hace preocupar, pero adentro, adentro hay un engaño…¡el diablo es un estafador!”
Otra pregunta-que le dirigió una joven francesa- era sobre las consecuencias de la amistad con Jesús. El Papa habló de los dones de la “paz, de la alegría, del estupor”, invitando al encuentro con Jesús, buscando “en la oración, en la eucaristía, en la responsabilidad de tu vida cotidiana, yendo a buscar a los más necesitados”.
La última pregunta, que le hizo un joven argentino fue “¿Qué diría el Papa Francisco a los jóvenes para descubrir la profundidad de la eucaristía?”. El pontífice citó diversas veces el consejo de S. Pablo a Timoteo (2 Tim, 2.8). “Acuérdate de Jesucristo”.
Es necesario “siempre pensar en la Última cena, en las palabras que Él dijo, su cuerpo, su sangre, hagan esto en memoria mía. La memoria de Jesús está allí y nos salva allí. Y después de esto. Es la gracia de la memoria”. La misa, agregó, “no es sólo un ritual, una ceremonia. Y con esta memoria tú profundizas el misterio de la eucaristía”
Y antes de concluir con la oración del Ave María (“cada uno en su lengua”), dijo: “El mundo tiene tantas cosas feas, estamos en guerra. Pero hay tantas cosas bellas y buenas, y tantos santos escondidos en el pueblo de Dios. Dios está presente y hay tantos motivos de esperanza para ir adelante, ¡Coraje y adelante!”.