Papa: Áquila y Priscila, judíos y cristianos perseguidos, laicos evangelizadores
En la audiencia general, el Papa Francisco pone en guardia sobre el resurgimiento del antisemitismo y recuerda que “hoy también” hay cristianos que viven la fe “a escondidas, en sus casas”. Llamamiento por Burkina Faso, luego de varios atentados que se llevaron la vida de 100 personas. La audiencia se desarrolló en dos lugares; en la plaza y en el Aula Pablo VI, donde se reunieron los enfermos, debido al mal tiempo.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “¡Los judíos son nuestros hermanos, y no deben ser perseguidos!: es el reclamo que Papa Francisco pronunció hoy durante la audiencia general con los fieles, en la Plaza San Pedro, tras constatar que, además de las persecuciones históricas y aquellas del siglo pasado, “hoy está resurgiendo, por aquí y por allá, la persecución de los judíos”. El comentario del pontífice, espontáneo, estaba conectado con el tema de la catequesis de hoy: «Priscila y Áquila lo recibieron, y él se quedó con ellos» (Hechos 18,26). Una pareja al servicio del Evangelio (hay un nexo con el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, 18 1-3). En efecto, la pareja de judíos se había transferido desde Roma a Corinto luego de que un decreto del emperador Claudio ordenara la expulsión de los judíos (cfr Hch 18,2)”. Fue en alusión a ello que Francisco subrayó el resurgimiento del antisemitismo “por aquí y por allá”, tanto en Europa como en Estados Unidos.
Luego, al recordar que en casa de Aquila y Priscila se reunían los cristianos, y que su casa fue una “primer iglesia doméstica”, el pontífice comentó: “Hoy también hay cristianos que son perseguidos y que se reúnen a escondidas, en sus casas, y estas casas devienen un templo”. El Papa no mencionó ninguna nación en particullar, pero era evidente que se refería a las comunidades cristianas ocultas en China y en varios países islámicos.
Antes de dirigirse a la Plaza San Pedro y saludar a los peregrinos desde el papamóvil, Francisco fue hasta el Aula Pablo VI donde, a causa del mal tiempo, se habían reunido los enfermos deseosos de participar en la audiencia.
Continuando con su catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles y sobre la labor de San Pablo, que “lleva adelante la carrera del Evangelio en el mundo”, Francisco recordó el viaje de Pablo a Corinto, y habló de Áquila y Priscila, que lo recibieron en su casa. “Estos cónyuges – dijo - muestran que tienen un corazón lleno de fe en Dios, generoso, capaz de hacer un lugar a quien, como ellos, vive en la condición de forastero. Esta sensibilidad que tienen los lleva dejar de colocarse a ellos mismos como centro, para practicar el arte cristiano de la hospitalidad (cfr Rm 12,13; Heb 13,2), es decir, a abrir las puertas de su casa, para recibir al apóstol Pablo. De esta forma, ellos no solo acogen al evangelizador, sino también el anuncio que él lleva consigo: el Evangelio de Cristo que es «una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree» (Rm 1,16). Y desde aquél momento, su casa se impregna con el perfume de la Palabra «viva» (Heb 4,12), que vivifica los corazones”.
“La casa de Áquila y Priscila en Corinto abre sus puertas, no solo al Apóstol, sino también a los hermanos y hermanas en Cristo. En efecto, Pablo habla de la «comunidad que se reúne en su casa» (1 Cor 16,19), y de cómo ésta se convierte en una “domus ecclesiae”, un lugar donde escuchar la Palabra de Dios, y donde celebrar la Eucaristía”. Aquí el Papa recordó que “hoy en día los cristianos también” son perseguidos y “se reúnen a escondidas en sus casas, y estas casas se convierten en un templo”.
“Tras permanecer un año y medio en Corinto, Pablo deja esa ciudad acompañado por Áquila y Priscila, que se detienen en Éfeso. También allí, su casa se vuelve un lugar de catequesis (cfr Hch 18,26). Finalmente, los dos esposos regresan a Roma, y serán los destinatarios de un espléndido elogio, que el Apóstol incluye en la carta a los Romanos: «Saluden a Prisca y Áquila, colaboradores míos en Cristo Jesús. Ellos expusieron su cabeza para salvarme. Y no sólo les estoy agradecido yo, sino también todas las Iglesias de la gentilidad» (16,4)”.
También en este caso, el pontífice hizo un comentario breve: “¿Cuántas son las familias que, en tiempos de persecución, arriesgan su cabeza para defender a los perseguidos? Pues Áquila y Priscila son los primeros de la serie”.
“Áquila y Priscilla – concluyó - surgen como «modelos de una vida conyugal responsablemente dedicada al servicio de toda la comunidad cristiana» y nos recuerdan que, gracias a la fe y al compromiso en la evangelización que vivieron tantos laicos como ellos, el cristianismo llegó hasta nosotros. De hecho, «para arraigar en la tierra del pueblo, para desarrollarse ampliamente, era necesario el compromiso de estas familias, de estos esposos, de estas comunidades cristianas, de fieles laicos que ofrecieron el "humus" al crecimiento de la fe. Y sólo así crece siempre la Iglesia.» (BENEDICTO XVI, Catequesis, 7 de febrero de 2007)”.
“Pidamos al Padre, que ha decidido hacer de los esposos su «verdadera “escultura” viviente» (Exhort. ap. Amoris laetitia, 11), que infunda su Espíritu sobre todas las parejas cristianas para que, siguiendo el ejemplo de Áquila y Priscila, sepan abrir a Cristo y a los hermanos las puertas de sus corazones, y transformen sus casas en iglesias domésticas donde vivir la comunión y ofrecer el culto de la vida vivida con fe, esperanza y caridad”.
Luego, dirigiéndose a las flamantes parejas casadas que participaban en la audiencia, él reafirmó que “Una casa es una iglesia doméstica. Debemos rezar a Áquila y Priscila para que enseñen a nuestras familias a ser humus, para que la fe crezca”, y para que se vuelvan una “verdadera ‘escultura’ viviente”.
Luegos de varios saludos en distintos idiomas, Francisco hizo un llamamiento por Burkina Faso, donde desde hace años prosiguen los atentados de impronta yihadista, contra la población y los extranjeros presentes en el país. “Dirijo un pensamiento especial al querido Burkina Faso – dijo el Papa - que hace tiempo afronta una violencia recurrente, y donde recientemente un atentado se llevó la vida de casi cien personas. Encomiento al Señor a todas las víctimas, heridos y numerosos desplazados, y a cuantos sufren por estos dramas, Hago un llamado, pidiendo que no falte protección para los más vulnerables; y aliento a las Autoridades civiles y religiosas y a todas las personas de buena voluntad, a multiplicar los esfuerzos, en el espíritu del Documento de Abu Dabi sobre la Fraternidad Humana, para promover el diálogo interreligioso y la concordia”.
Antes de la oración final del Padrenuestro, el pontífice pidió a todos rezar por su inminente viaje a Tailandia y Japón (del 19 al 24 de novimbre) “para que el Señor conceda abundantes dones de gracia a los pueblos visitados”.
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