Papa: un mensaje de fraternidad desde Irak, martirizado por la guerra y el terrorismo
En la audiencia general, Francisco repasó las etapas de su viaje. El "encuentro inolvidable" con el gran ayatolá Al-Sistani. “¿Quién vende las armas a los terroristas? ¿Quién vende hoy las armas a los terroristas que hacen masacres? ”. "¡Dios, que es paz, conceda un futuro de fraternidad a Irak, a Oriente Medio y al mundo entero!"
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - En su viaje a Irak, el Papa Francisco encontró una Iglesia mártir, vio y escuchó los testimonios de la guerra y el terrorismo, y encontró también la esperanza de paz y fraternidad de los iraquíes. La visita de los últimos días a Irak fue el tema del que habló el Papa Francisco en la audiencia general de hoy, celebrada en la biblioteca privada, durante la cual destacó el "inolvidable encuentro" con el Gran Ayatolá Al-Sistani y volvió a denunciar el tráfico de armas: “¿Quién vende armas a los terroristas, que están llevando a cabo masacres en otras partes, en África, por ejemplo? Es una pregunta, me gustaría que alguien la respondiera".
“Sentí con mucha fuerza - dijo Francisco - el sentido penitencial de esta peregrinación: no podía acercarme a ese pueblo martirizado, a esa Iglesia mártir, sin tomar sobre mí, en nombre de la Iglesia católica, la cruz que ellos llevan desde hace años; una cruz grande, como esa que estaba a la entrada de Qaraqosh. Lo sentí de manera especial al ver las heridas todavía abiertas de las destrucciones, y más todavía al conocer y escuchar a los testigos que sobrevivieron a la violencia, la persecución, el exilio… Y al mismo tiempo vi a mi alrededor la alegría de acoger al mensajero de Cristo; vi la esperanza de abrirse a un horizonte de paz y de fraternidad, resumido en las palabras de Jesús que eran el lema de la visita: «Ustedes son todos hermanos» (Mt 23,8). Encontré esta esperanza en el discurso del presidente de la República, la encontré en muchos saludos y testimonios, en los cantos y en los gestos de la gente. La leí en los rostros luminosos de los jóvenes y en los ojos vivaces de los ancianos.
El pueblo iraquí tiene derecho a vivir en paz, tiene derecho a recuperar la dignidad que le pertenece. Sus raíces religiosas y culturales son milenarias: la Mesopotamia es cuna de civilización; Bagdad ha sido, a lo largo de la historia, una ciudad de importancia fundamental, que albergó durante siglos la biblioteca más rica del mundo. ¿Y qué la destruyó? La guerra. La guerra siempre es el monstruo que a través de las épocas se transforma y sigue devorando a la humanidad. Pero la respuesta a la guerra no es otra guerra, la respuesta a las armas no son más armas. Y yo me preguntaba ¿quién vende las armas a los terroristas?. ¿Quién vende hoy las armas a los terroristas que hacen masacres? Pensemos en África, por ejemplo. Es una pregunta, me gustaría que alguien la respondiera".
La respuesta - repitió - es la fraternidad. Éste es el desafío para Irak, pero no solo para él: es el desafío para tantas regiones en conflicto y, en última instacia, para el mundo entero. Por esto nos hemos encontrado y hemos rezado, cristianos y musulmanes, junto con representantes de otras religiones, en Ur, donde Abrahám recibió la llamada de Dios hace unos cuatro mil años. Abrahám es padre en la fe porque escuchó la voz de Dios que le prometía una descendencia, dejó todo y partió. Dios es fiel a sus promesas y todavía hoy sigue guiando nuestros pasos de paz, guía los pasos de los que caminan en la Tierra con la mirada puesta en el Cielo. Y en Ur, estando juntos bajo ese cielo luminoso, el mismo cielo en el cual nuestro padre Abrahám nos vio a nosotros, sus descendientes, sentimos que volvía a resonar en los corazones esa frase: Ustedes son todos hermanos”.
“Un mensaje de fraternidad provino del encuentro eclesial en la catedral sirio-católica de Bagdad, donde en 2010 fueron asesinadas cuarenta y ocho personas, entre ellas dos sacerdotes, durante la celebración de la misa. La Iglesia en Irak es una Iglesia mártir y en ese templo, que tiene grabada en la piedra la memoria de esos mártires, resonó la alegría del encuentro: mi asombro por estar en medio de ellos se fusionó con su alegría por tener al Papa con ellos”.
"Lanzamos un mensaje de fraternidad desde Mosul y desde Qaraqosh, sobre el río Tigris, cerca de las ruinas de la antigua Nínive. La ocupación de ISIS provocó la huida de miles y miles de habitantes, entre ellos muchos cristianos de diferentes denominaciones y otras minorías perseguidas, especialmente los yazidíes. Ha quedado arruinada la antigua identidad de estas ciudades. Ahora están tratando de reconstruirlas con mucho esfuerzo; los musulmanes invitan a los cristianos a regresar y juntos restauran iglesias y mezquitas. Fraternidad. Sigamos, por favor, rezando por estos hermanos y hermanas nuestros tan probados, para que tengan la fuerza para empezar de nuevo. Y pensando en todos los iraquíes que emigraron, quisiera decirles: ustedes lo han dejado todo, como Abraham; como él, custodien la fe y la esperanza, y sean tejedores de amistad y de fraternidad allí donde estén. Y si pueden, vuelvan”.
"Un mensaje de fraternidad provino de las dos Celebraciones eucarísticas: la de Bagdad, en rito caldeo, y la de Erbil". “Alabemos a Dios - concluyó - por esta histórica visita y sigamos rezando por esa tierra y por Oriente Medio. En Irak, a pesar del fragor de la destrucción y de las armas, las palmas, símbolo del país y de su esperanza, han seguido creciendo y dando fruto. Lo mismo ocurre con la fraternidad: no hace ruido, pero es fructífera y nos hace crecer. ¡Dios, que es paz, conceda un futuro de fraternidad a Irak, a Oriente Medio y al mundo entero!”.
