Papa: un jubileo de la Misericordia para que le Iglesia encuentre el sentido de la misión que el Señor le ha confiado
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Un Jubileo de la Misericordia, “simplemente porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios epocales, está llamada a ofrecer más fuertemente los signos de la presencia y de la cercanía de Dios”, para “encontrar el sentido de la misión que el Señor nos confió el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre”, “porque éste es el tiempo de la misericordia”. “es el tiempo favorable para curar la heridas, para no cansarse de encontrar a cuántos están en la espera de ver y tocar con mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos el camino del perdón y la reconciliación”. El Papa Francisco explicó así, hoy a la tarde, el por qué” de la decisión de llamar a un Año Santo extraordinario, que iniciará el 8 de diciembre.
Un “por qué” expresado durante la celebración de las Primeras Vísperas del segundo Domingo de Pascua, o de la Divina Misericordia, en el cual, dijo, “resuena todavía en todos nosotros el saludo de Jesús Resucitado a sus discípulos la noche de Pascua: “¡La paz sea con vosotros!”. La paz, sobre todo en estas semanas, permanece el deseo de tantas poblaciones que sufren la violencia inaudita de la discriminación y de la muerte, sólo porque llevan el nombre de cristiano. Nuestra oración se hace aún más intensa y se convierte en un grito de ayuda al Padre rico de misericordia, para que sostenga la fe de tantos hermanos y hermanas que están en el dolor, mientras pedimos que se conviertan nuestros corazones para pasar de la indiferencia a la compasión”.
El pensamiento a los cristianos martirizados en nuestros días llegó en una jornada marcada por la consignación y la lectura de la Bula “Misericordia vultus” de la convocación del Jubileo extraordinario. El Papa, en el atrio de la Basílica vaticana y delante de la Puerta santa consignó la Bula a los 4 cardenales arciprestes de las basílicas papales en Roma: al card. Angelo Comastri por la Basílica de S. Pedro en el Vaticano, al card. Agostino Vallini por la Basílica Lateranense, al card. James Michael Harvey por la Basílica de S. Pablo extra muros y al card. Santos Abril y Castelló por la Basílica de S. maría la Mayor.
Para alcanzar simbólicamente a todos los obispos del mundo, Francisco consignó una copia de la Bula también al prefecto de la Congregación para los obispos, el card. Marc Ouellet, al prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, al card. Leonardo Sandri. Además, en representación de todo Oriente al arzobispo Savio Hon Tai-Fai, nacido en Hong Kong y ahora secretario de la Congregación para la evangelización de los pueblos, el card. Fernando Filoni, por el continente africano al arzobispo Barthélemy Adoukonou, originario de Benin y actualmente secretario del Pontificio concejo de la cultura y por las Iglesias orientales a mons. Kahled Ayad Bishay, de la Iglesia patriarcal de Alejandría de los Coptos.
Luego el regente de la Casa pontificia, mons. Leonardo Sapienza, en calidad de Protonotario apostólico de número, leyó algunos pasajes del documento oficial, la convocación del Año Santo extraordinario.
En la sucesiva celebración de las Primeras Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia, el Papa dijo que “S. Pablo nos recordó que fuimos salvados en el misterio de la muerte y resurrección de Señor Jesús. Él es el Reconciliador, que vive en medio de nosotros para ofrecer el camino de la reconciliación con Dios y entre los hermanos. El Apóstol recuerda que, no obstante las dificultades y los sufrimientos de la vida, crece aún la esperanza en la salvación que el amor de Cristo ha sembrado en nuestros corazones. La misericordia de Dios se volcó en nosotros haciéndonos justos, donándonos la paz”.
“Una pregunta está presente en el corazón de tantos: ¿Por qué hoy un Jubileo de la Misericordia? Simplemente porque la Iglesia, en este momento de grandes cambios epocales, está llamada a ofrecer más fuertemente los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Este no es tiempo para la distracción, sino por el contrario para estar vigilantes y despertar en nosotros la capacidad de mirar a lo esencial. Es el tiempo para la Iglesia de encontrar el sentido de la misión que el Señor le confió el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del padre. Es por esto que el Año santo deberá mantener vivo el deseo de saber recibir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a cuántos están en el sufrimiento, están solos y abandonados y también sin esperanza de ser perdonados y de sentirse amados por el Padre. Un Año santo para sentir fuerte en nosotros la alegría de haber sido encontrados por Jesús, que como Buen Pastor vino a buscarnos porque estábamos perdidos. Un jubileo para percibir el calor de su amor cuando nos carga sobre sus espaldas para llevarnos de vuelta a la casa del Padre. Un año en el cual ser tocados por el Señor Jesús y transformados por su misericordia, para convertirnos también en testigos de misericordia. He aquí el porqué del Jubileo: porque éste, es el tiempo de la Misericordia, es el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos de encontrarnos con quienes están en la espera de ver y tocar con mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos, a todos, el camino del perdón y de la reconciliación”.
“La Madre de la Divina Misericordia abra nuestros ojos, para que comprendamos el compromiso al cual estamos llamados; y que nos obtenga la gracia de vivir este Jubileo de la Misericordia con un testimonio fiel y fecundo”.
23/12/2015