11/05/2021, 13.24
VATICANO
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Papa: un ‘ministerio’ para el catequista, necesario para la cultura globalizada

Es un “ministerio laical” para hombres y mujeres, que “da mayor énfasis al compromiso misionero propio de cada bautizado, que en todo caso debe llevarse a cabo de forma plenamente secular sin caer en ninguna expresión de clericalización”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El Papa Francisco "institucionaliza" a los catequistas. A partir de hoy, la Iglesia reconoce que el catequista es un "ministerio", es decir, un servicio de la comunidad eclesial reconocido y regulado, gracias al Motu Proprio "Antiquum ministerium". El ministerio de catequista será otorgado por cada obispo con un Rito de Institución que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos "se encargará de publicar" en breve.

El título del documento papal alude al hecho de que en la Iglesia, “el ministerio de Catequista es muy antiguo”: tanto los apóstoles como las cartas de San Pablo lo mencionan. “Desde sus orígenes – escribe Francisco - la comunidad cristiana ha experimentado una amplia forma de ministerialidad que se ha concretado en el servicio de hombres y mujeres que, obedientes a la acción del Espíritu Santo, han dedicado su vida a la edificación de la Iglesia”. Entre tales carismas, desde un principio, la Iglesia ha podido “reconocer la presencia activa de bautizados que ejercieron el ministerio de transmitir de forma más orgánica, permanente y vinculada a las diferentes circunstancias de la vida, la enseñanza de los apóstoles y los evangelistas”. Y, “también, en nuestros días, muchos catequistas capaces y constantes están al frente de comunidades en diversas regiones y desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe”.

El papa Francisco recuerda asimismo que a partir del Concilio Vaticano ha crecido la conciencia respecto a la importancia del compromiso del laicado en la obra de la evangelización. Tras los documentos conciliares, surgieron los de los papas, sínodos, episcopados, obispos individuales, todos ellos “ expresión del valor central de la obra catequística que pone en primer plano la instrucción y la formación permanente de los creyentes”.

En la actualidad, “sin ningún menoscabo a la misión propia del Obispo, que es la de ser el primer catequista en su Diócesis”, “es necesario reconocer la presencia de laicos y laicas que, en virtud del propio bautismo, se sienten llamados a colaborar en el servicio de la catequesis”. “En nuestros días, esta presencia es aún más urgente debido a la renovada conciencia de la evangelización en el mundo contemporáneo (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 163-168), y a la imposición de una cultura globalizada (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 100. 138), que reclama un auténtico encuentro con las jóvenes generaciones, sin olvidar la exigencia de metodologías e instrumentos creativos que hagan coherente el anuncio del Evangelio con la transformación misionera que la Iglesia ha emprendido”.

El Concilio afirmaba que los fieles laicos “«están especialmente llamados a hacer presente y operante a la Iglesia en aquellos lugares y circunstancias en que sólo puede llegar a ser sal de la tierra a través de ellos» (Lumen gentium, 33). Sin embargo, además de ello, “«los laicos también pueden ser llamados de diversos modos a una colaboración más inmediata con el apostolado de la Jerarquía”. 

“La particular función desempeñada por el Catequista, en todo caso, se especifica dentro de

otros servicios presentes en la comunidad cristiana”. “El Catequista es al mismo tiempo testigo de la fe, maestro y mistagogo, acompañante y pedagogo que enseña en nombre de la Iglesia”. Es un “ministerio laical” que “da mayor énfasis al compromiso misionero propio de cada bautizado, que en todo caso debe llevarse a cabo de forma plenamente secular sin caer en ninguna expresión de clericalización”. Es conveniente que a este ministerio “sean llamados hombres y mujeres de profunda fe y madurez humana, que participen activamente en la vida de la comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión fraterna, que reciban la debida formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan adquirido ya una experiencia previa de catequesis”. Sin embargo, ello requiere que operen “de forma plenamente secular, sin caer en ninguna expresión de clericalización”.

Mons. Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, subrayó durante la presentación del documento que los catequistas “están llamados a expresar de la mejor manera posible su vocación bautismal, no como sustitutos de los sacerdotes o de las personas consagradas, sino como auténticos laicos que, en la peculiaridad de su ministerio, permiten experimentar hasta dónde llega la llamada bautismal al testimonio y al servicio efectivo en la comunidad y en el mundo".

“Es evidente que no todos los catequistas de hoy podrán acceder al ministerio de la catequesis”, dijo Mons. Fisichella. “Este ministerio está reservado a quienes cumplen ciertos requisitos que el Motu Proprio enumera. En primer lugar, el de la dimensión vocacional para servir a la Iglesia donde el obispo lo considere más cualificado.” “No hay que olvidar que en distintas regiones donde la presencia de sacerdotes es nula o escasa, la figura del catequista es la de aquel que preside la comunidad y la mantiene arraigada en la fe. En este sentido hay que entender lo que escribe el Papa Francisco: “Es un servicio estable que se presta a la Iglesia local según las necesidades pastorales identificadas por el Ordinario del lugar, pero realizado de manera laical como lo exige la naturaleza misma del ministerio”. (FP)

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