Papa: toda riqueza para ser buena debe tener una dimensión social
Ilustrando el mandamiento: “No robar”, Francisco recuerda la “destinación universal de los bienes”, afirmada por la doctrina social de la Iglesia. “Si en la tierra hay hambre ¡no es porque falta comida! Es más, para las exigencias del mercado se llega a veces a destruirlo. Lo que falta es un libre y perspicaz espíritu empresarial, que asegure una adecuada producción y un ajuste solidario, que asegure una ecua distribución.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “Toda riqueza para ser buena debe tener una dimensión social”. La “destinación universal de los bienes”, afirmada por la doctrina social de la Iglesia fue hoy reafirmada por el Papa Francisco en el ilustrar a los participantes en la audiencia general el Mandamiento: “No robar”.
A las 20 mil personas presentes en la plaza de san Pedro de hecho ilustró “el tema de la propiedad de los bienes a la luz de la sabiduría cristiana”. Afirmando que “si en la tierra hay hambre ¡no es porque falta comida! Es más, para las exigencias del mercado se llega a veces a destruirlo. Lo que falta es un libre y perspicaz espíritu empresarial, que asegure una adecuada producción y un ajuste solidario, que asegure una ecua distribución.
Escuchando el séptimo mandamiento, observó el Papa, “pensemos al tema del robo y al respeto de la propiedad del otro. No existe cultura en la cual el robo y la prevaricación de los bienes sean ilícitos; la sensibilidad humana, de hecho, es muy susceptible sobre la defensa de la posesión. Pero vale la pena abrirse a una lectura más amplia de esta Palabra, focalizando el tema de la propiedad de los bienes a la luz de la sabiduría cristiana”.
“En la doctrina social de la Iglesia se habla de destinación universal de los bienes. ¿Qué significa? Escuchemos qué dice el Catecismo: “Al inicio, Dios confió la tierra y sus recursos a la gestión común de la humanidad, para que se la cuidase, la dominase con su trabajo y gozase de los frutos. Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano (n. 2402). Además: “La destinación universal de los bienes permanece primaria, si bien la promoción del bien común exige el respeto de la propiedad privada, del derecho a ella y de su servicio” (n. 2403). Pero, la Providencia, no dispuso un mundo “en serie”, no hay diferencias, condiciones diversas, así se puede vivir proveyendo a los unos y a los otros. El mundo es rico de recursos para asegurar a todos los bienes primarios. Sin embargo muchos viven en una escandalosa indigencia y los recursos, usados sin criterio, se van deteriorando. ¡Pero, el mundo es uno solo! ¡La humanidad es una sola! La riqueza del mundo hoy está en las manos de pocos y la miseria es de muchos”.
“Si sobre la tierra hay hambre, ¡no es porque falta comida! Es más, para las exigencias del mercado se llega a veces a destruirlo. Lo que falta es un libre y perspicaz espíritu empresarial, que asegure una adecuada producción y un ajuste solidario, que asegure una ecua distribución. Agrega el Catecismo: “El hombre, usando los bienes creados, debe considerar las cosas exteriores que legítimamente posee, no sólo como propias, sino también como bienes comunes, en el sentido que pueden beneficiar no únicamente a él, sino también a los otros” (n. 2404). Toda riqueza para ser buena tiene que tener una dimensión social”.
“En esta perspectiva aparece el significado positivo y amplio del mandamiento “no robar”. “La propiedad de un bien hace de quien los posee un administrador de la Providencia (Ibid)”. “La posesión es una responsabilidad y todo bien sustraído a la lógica de la Providencia de Dios es traicionado en su sentido más profundo. Lo que poseo realmente es lo que se donar. Esta es la medida para evaluar cómo yo logro obtener las riquezas. Si yo puedo donar soy rico no sólo aquello que poseo, sino también en la generosidad. De hecho, si yo no logro donar algo es porque esa cosa me posee, tiene poder sobre mí y yo soy esclavo. La posesión de los bienes es una ocasión para multiplicarlos con creatividad y usarlos con generosidad y así crecer en la caridad y en la libertad”.
“Cristo mismo, aún siendo Dios, “no consideró un privilegio ser como Dios, sino se anonadó a sí mismo” (Fil 2,6-7) y nos enriqueció con su pobreza (Cfr 2 Cor 8,9). Mientras la humanidad se preocupa por tener más, Dios la redime haciéndose pobre: aquel Hombre Crucificado pagó por todos un rescate inestimable por parte de Dios Padre, “rico de misericordia” (EF 2,4; Cfr Stg 5,11). Aquello que nos hace rico no son los bienes sino el amor. Tantas veces hemos escuchado que el diablo entra por los bolsillos: primero el dinero, el hambre de poseer, luego la vanidad, yo soy rico y luego la soberbia. Este es el modo de cómo obra el diablo”.
“Queridos hermanos y hermanas, una vez más Jesucristo nos revela el sentido pleno de las Escrituras. “No robar” quiere decir: ama con tus bienes, aprovecha de tus medios para amar como puedas. Entonces tu vida se vuelve buena y la posesión se convierte realmente en un don. Porque la vida no es un tiempo para poseer sino para mar”.
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