Papa: también Jesús era un refugiado, compartimos los miedos y las incertidumbres de los que tienen que dejar su tierra
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Jesús fue un refugiado, tuvo que huir para salvar la
vida, con San José y la Virgen. Tuvo que ir a Egipto, Él fue un refugiado. ".
El Papa Francisco lo recordó en un llamamiento para el Día Mundial del Refugiado que se celebra el 20 de junio, dedicado "a quienes están obligados a dejar su propia
tierra para escapar de los conflictos y de las persecuciones. El número de
estos hermanos refugiados está creciendo y, en estos últimos días, otros miles
de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares para salvarse.
Millones de familias refugiadas de muchos países y de diferentes religiones
viven en sus historias dramas y heridas que difícilmente podrán sanarse. Seamos
cercanos a ellos, compartiendo sus temores y su incertidumbre sobre el futuro y
aliviando concretamente su sufrimiento. Que el Señor apoye a las personas y a
las instituciones que trabajan con generosidad para asegurar a los refugiados
hospitalidad y dignidad, y darles motivos de esperanza".
El llamamiento se produjo después de
una audiencia en la que el Papa inició una serie de catequesis dedicada a la
Iglesia, dijo, "somos todos", " no es
una institución con finalidad en sí misma o una asociación privada, ONGs ", ni debe ser "limitada" a "los sacerdotes, los obispos, el Vaticano". Es "una
realidad mucho más amplia, que se abre a
toda la humanidad y que no nace
de repente en el laboratorio, es fundada por Jesús, pero es un pueblo con
una larga historia a sus espaldas y una preparación que comienza mucho antes del mismo Cristo", la historia de "un pueblo en el cual nació Jesús. "
Para escuchar al Papa 40 mil personas en la
plaza de San Pedro, a quien se
dirigió a sus "felicitaciones" porque, añadió, " porque
son valientes, con este tiempo que no se sabe si llueve o no llueve. Esperemos
que podamos terminar la audiencia sin agua".
Hablando de la Iglesia, dijo entonces, es "un poco como un hijo
que habla de la propia madre, de la propia familia. Hablar de la Iglesia es
hablar de nuestra madre, de nuestra familia. En efecto, la Iglesia no es una
institución con finalidad en sí misma o una organización privada, una ONG, ni
mucho menos debe restringir su mirada al clero o al Vaticano". "Sacerdotes,
obispos, Vaticano, "son parte de la Iglesia pero la Iglesia somos todos,
todos familia de la madre. Y la Iglesia es una realidad mucho más amplia, que
se abre a toda la humanidad y que no nace en un laboratorio, la Iglesia no nació
en laboratorio, no nació improvisadamente. Está fundada por Jesús, pero es un
pueblo con una larga historia a sus espaldas y una preparación que comenzó
mucho antes que Cristo mismo".
La "prehistoria" de la Iglesia, parte del libro del Génesis cuando Dios escogió a Abraham y le pidió que se marchara, que abandonara su patria natal y se fuera hacia otra tierra que Él le mostraría. "Y en esta vocación Dios llamó a Abraham solo, como individuo, sino que desde el principio implicó a su familia, a sus familiares y a todos los que estaban al servicio en su casa". "El primer hecho importante es éste: comenzando con Abraham, Dios forma un pueblo para que lleve su bendición a todas las familias de la tierra. Y dentro de este pueblo nació Jesús. Es Dios que hace este pueblo, esta historia, la Iglesia en camino. Y ahí nace Jesús: en este pueblo".
Un segundo elemento es que "no es Abraham quien construye un pueblo en torno a sí, sino que es Dios quien da vida a este pueblo". Por lo general, "era el hombre quien se dirigía a la divinidad, tratando de salvar la distancia y pidiendo apoyo y protección. La gente rezaba a los dioses... Pero en este caso, sin embargo, somos testigos de algo sin precedentes: es Dios mismo quien toma la iniciativa". Y esto es el comienzo de la Iglesia y en este pueblo nace Jesús". "Pero padre, ¿cómo es esto? ¿Dios nos habla? "Sí". ¿Y no podemos hablar con Dios? Sí pero, ¿nosotros podemos tener una conversación con Dios? "Sí". Esto se llama oración, pero es Dios que ha hecho esto desde el inicio".
"Abraham y los suyos escuchan la llamada de Dios y se ponen en camino, no obstante no sepan bien quién sea este Dios y dónde los quiera conducir". Pero Abraham ", no tenía un libro de teología para estudiar quién era este Dios. Se confía, se fía del amor. Dios le hace sentir el amor y él se confía". "Pero esto no significa que ellos estén siempre convencidos y fieles. Es más, desde el comienzo hay resistencia, el repliegue en sí mismos y sus propios intereses y la tentación de regatear con Dios y resolver las cosas a modo propio. Y están son las traiciones y los pecados que marcan el camino del pueblo a lo largo de toda la historia de la salvación, que es la historia de la fidelidad de Dios y de la infidelidad del pueblo".
Pero Dios no se cansa, Dios tiene paciencia, tiene tanta paciencia y en el tiempo continúa a educar y a formar a su pueblo, como un padre con el propio hijo". "Y es la misma actitud que mantiene con respecto a la Iglesia. También nosotros de hecho, aún en nuestro propósito de seguir al Señor Jesús, tenemos experiencia cada día del egoísmo y de la dureza de nuestro corazón. Pero cuando nos reconocemos pecadores, Dios nos llena de su misericordia y de su amor. Y nos perdona, nos perdona siempre". De este modo "crecemos como pueblo de Dios, como Iglesia", comprendiendo que "no es nuestra habilidad, no son nuestros méritos" sino "que es la experiencia cotidiana de cuánto el Señor nos ama y nos cuida. Esto es lo que nos hace sentir verdaderamente suyos, en sus manos y nos hace crecer en la comunión con Él y entre nosotros. Ser Iglesia es sentirse en las manos de Dios, que es padre y nos ama, nos acaricia, nos espera, nos hace sentir su ternura. ¡Y esto es muy bello!
"Este es el proyecto de Dios, el proyecto ¿no? Cuando ha llamado a Abraham, Dios pensaba en esto: formar un pueblo bendecido por su amor y que lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra. Este proyecto no cambia, es siempre vigente. En Cristo ha tenido su cumplimiento y aún hoy Dios continúa realizándolo en la Iglesia. Pidamos entonces la gracia de permanecer fieles a la secuela del Señor Jesús y a la escucha de su Palabra, listos a partir cada día, como Abraham, hacia la tierra de Dios y del hombre, nuestra verdadera patria, y así transformarnos en bendición, signo del amor de Dios para todos sus hijos. Me gusta pensar que un sinónimo, otro nombre que podríamos tener nosotros cristianos sería esto: son hombres y mujeres, gente que bendice. El cristiano con su vida debe bendecir siempre, bendecir a Dios y bendecir también a todos nosotros. ¡Nosotros cristianos somos gente que bendice, que sabe bendecir! ¡Ésta es una hermosa vocación!