Papa: superemos el vicio de la acedia con la paciencia de la fe
En la audiencia general invitó a escuchar la Palabra de Dios y cuidar a nuestros hermanos durante la Cuaresma. "Recemos por los hermanos que sufren a causa de la guerra". El homenaje al cardenal Simoni - que se encontraba en el Aula Pablo VI - un "mártir viviente", testigo del Evangelio como tantos otros cristianos que hoy son perseguidos.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Que la Cuaresma sea para todos “una oportunidad de conversión y de renovación interior en la escucha de la Palabra de Dios y en la atención a nuestros hermanos y hermanas que más lo necesitan. Y nunca olvidemos a los martirizados Ucrania, Palestina e Israel, que tanto están sufriendo. Recemos por estos hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra", dijo esta mañana el Papa Francisco a los fieles reunidos en el Aula Pablo VI al concluir la audiencia general de hoy, Miércoles de Ceniza, día que abre el camino de preparación hacia la Pascua. El Papa ya había difundido su mensaje sobre la Cuaresma de este año hace pocos días e invitó a vivirla como un "tiempo de libertad". Él mismo recibirá por la tarde la imposición de la señal de las cenizas en la celebración que, según la tradición , se lleva a cabo en la basílica de Santa Sabina, en el monte Aventino.
En la catequesis de esta mañana - no obstante - el pontífice continuó el ciclo de reflexiones sobre los vicios y las virtudes, centrándose hoy en el vicio de la acedia, "que a menudo pasa inadvertido, quizás debido a su nombre, que a muchos les resulta difícil de comprender". Por eso se tiende a reemplazarlo por la palabra pereza, pero en realidad esta "es más un efecto que una causa". El Papa explicó que la acedia es, en cambio, “una tentación muy peligrosa, con la que no se debe bromear. Quien cae víctima de este vicio es como si estuviera aplastado por un deseo de muerte: todo le disgusta; la relación con Dios le resulta aburrida e incluso los actos más santos, los que antes le habían calentado el corazón, ahora, le parecen completamente inútiles. La persona empieza a lamentar el paso del tiempo y la juventud que queda irremediablemente atrás"
También se le define como el "demonio del mediodía" porque "nos atrapa en pleno día, cuando el cansancio está en su ápice y las horas que tenemos por delante parecen monótonas, imposibles de vivir". El Papa explicó que "recuerda mucho el mal de la depresión, tanto desde el punto de vista psicológico como filosófico. En efecto, para aquellos están atenazados por la acedia, la vida pierde su sentido, rezar es aburrido, toda batalla parece carecer de significado. Las pasiones que alimentamos en la juventud ahora nos parecen ilógicas, sueños que no nos hicieron felices. Entonces nos dejamos llevar, y la distracción, el no pensar, parecen ser la única salida: a uno le gustaría estar aturdido, tener la mente completamente vacía… Es un poco como morir anticipadamente, y es muy feo".
¿Cómo responder entonces? Con lo que el Papa llama "la paciencia de la fe": "Hay que tener en cambio el valor de permanecer y acoger en mi "aquí y ahora", en mi situación tal como es, la presencia de Dios. [...] ¡Cuánta gente, presa en las garras de la acedia, movida por una inquietud sin rostro, ha abandonado tontamente el camino del bien que había emprendido!”. Por eso "es una batalla decisiva, que hay que ganar a toda costa". Los santos – añadió el pontífice – “nos enseñan a atravesar la noche con paciencia, aceptando la pobreza de la fe. Recomiendan, bajo la opresión de la acedia, mantener una medida de compromiso más pequeña, fijarse metas más al alcance de la mano y, al mismo tiempo, resistir y perseverar apoyándose en Jesús, que nunca nos abandona en la tentación".
“La fe atormentada por la prueba de la acedia - concluyó - no pierde su valor. Al contrario, es la fe verdadera, la humanísima fe que, a pesar de todo, a pesar de la oscuridad que la ciega, sigue humildemente creyendo. Es esa fe que permanece en el corazón, como las brasas bajo las cenizas".
Cuando dirigió el saludo final a los grupos de peregrinos, expresó un homenaje especial al cardenal albanés Ernest Simoni, de 95 años, que también se encontraba hoy en el Aula Pablo VI. “Es un mártir viviente – afirmó -. Como sacerdote, como obispo, vivió 28 años en la cárcel, en las cárceles de la Albania comunista, probablemente la persecución más cruel. Y sigue dando testimonio. Y como él, muchos otros", añadió, y volvió a insistir en lo que ya ha dicho muchas veces con respecto a que en este momento hay en el mundo "muchos más mártires que en los comienzos" del cristianismo.
29/08/2020 11:22