Papa: silencio y escucha, remedio para la sordera del corazón
Nuevo llamamiento de Francisco por Afganistán durante la oración del Angelus: que este pueblo pueda vivir en fraternidad y en paz con sus vecinos. En vísperas del viaje a Budapest y Eslovaquia, una invitación a Europa: dar testimonio de la fe no solo con palabras sino con hechos. Saludo a las Misioneras de la Caridad en la fiesta de la Madre Teresa.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Hay una "sordera interior" que es más grave que la física, y el mejor "remedio" para superarla es el silencio, la escucha de los demás y la escucha de la Palabra de Dios. El Papa Francisco transmitió hoy este mensaje a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro durante su cita habitual de todos los domingos para rezar el Ángelus. También volvió a hacer un llamamiento por la población afgana e invitó a rezar por su viaje a Budapest y Eslovaquia previsto para la semana que viene.
El Papa comentó el Evangelio que propone la liturgia y narra la curación del sordomudo (Mc 7, 33-34). Señaló especialmente la manera como se describe esa curación: Jesús se aparta con el sordomudo, le pone los dedos en los oídos y con su saliva le toca la lengua; después mira hacia el cielo, suspira y dice: "Effatà", es decir, "¡Ábrete!". “En otras curaciones - explicó Francisco - Jesús no hace tantos gestos. ¿Por qué los hace ahora? Quizás porque la condición de esa persona tiene un valor simbólico especial y tiene algo que decirnos a todos”. "Ese hombre no podía hablar porque no podía oír", señaló. Y precisamente eso también remite a “una sordera interior, que hoy podemos pedirle a Jesús que toque y cure. Es peor que la física, porque es una sordera del corazón”.
“Vivimos tan apurados, tenemos tantas cosas que decir y que hacer - dijo el pontífice - que no encontramos tiempo para detenernos y escuchar a aquellos que nos hablan. Corremos el peligro de ser impermeables a todo y de no dar espacio a los que necesitan que los escuchen: pienso en los niños, en los jóvenes, en los ancianos, en muchos que no tienen tanta necesidad de palabras y sermones como de ser escuchados”.
Por eso cada uno de nosotros puede preguntarse: “¿Cómo escucho yo? ¿Me dejo tocar por la vida de las personas? ¿Sé dedicar tiempo a los que me rodean?”. Francisco se dirigió en primer lugar a los sacerdotes: "el sacerdote debe escuchar a la gente, no apresurarse para ver cómo ayudar y después escuchar". Pero también se refirió a la vida en familia: “cuántas veces se habla sin escuchar primero, repitiendo siempre lo mismo. Incapaces de escuchar, siempre decimos las mismas cosas o no dejamos que el otro termine de hablar. El renacimiento del diálogo muchas veces no pasa tanto por las palabras cuanto por el silencio, por no imponerse, por volver a empezar con paciencia a escuchar al otro, sus esfuerzos, lo que tiene dentro. La curación del corazón comienza con la escucha".
Y la misma actitud se aplica a la relación con el Señor. “Lo inundamos de peticiones - siguió diciendo el Papa - pero haríamos mejor en escucharlo primero. Jesús nos pide que lo hagamos. Cuando le preguntan en el Evangelio cuál es el primer mandamiento, responde: Escucha, Israel”. “Somos cristianos - afirmó - pero probablemente en medio de las miles de palabras que escuchamos todos los días no encontremos unos segundos para dejar que resuenen en nosotros unas pocas palabras del Evangelio. Sin embargo, si le dedicamos tiempo al Evangelio, encontraremos el secreto de nuestra salud espiritual. Ése es el remedio: cada día un poco de silencio y escucha, algunas palabras inútiles menos y unas pocas Palabras más de Dios”.
Después de rezar el Ángelus, el Papa Francisco volvió a dirigir su atención al drama de Afganistán: "En estos momentos turbulentos, en que tantos afganos están buscando refugio - dijo - rezo por los más vulnerables de ellos. Para que muchos países protejan y acojan a los que buscan una nueva vida. Rezo por los desplazados internos, para que los jóvenes afganos reciban educación y para que todos los afganos vivan con dignidad, en paz y fraternidad con sus vecinos”.
El pontífice recordó luego a las víctimas del huracán Ida en Estados Unidos. Con motivo del Año Nuevo judío, expresó su deseo de que "el nuevo año sea rico en frutos de paz y de bien para los que caminan fielmente en la Ley del Señor". Invitó también a los fieles a rezar por el viaje apostólico que hará la próxima semana a Budapest y Eslovaquia. Se refirió a todos aquellos que en estas tierras fueron perseguidos por causa del Evangelio y expresó la esperanza de que ese recuerdo ayude "a Europa a dar testimonio no sólo con palabras sino con hechos y obras que acojan la Buena Nueva del Señor que nos ama y nos salva”. Por último, en la fiesta litúrgica de santa Teresa de Calcuta, dirigió un saludo a las Misioneras de la Caridad "comprometidas en todo el mundo en un servicio a menudo heroico".
02/05/2017 13:54
29/08/2020 11:22