Papa: que se organicen en un modo extenso y concertado corredores humanitarios para los migrantes

“Siempre debemos rezar al ‘dueño de los sembrados’, o sea a Dios Padre, para que mande obreros para trabajar en su campo que es el mundo”. La misión se basa en la oración; que exige desapego y pobreza; que trae paz y curación, que no es proselitismo sino anuncio y testimonio.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “La comunidad internacional no puede tolerar hechos de este tipo y tan graves”: es la dura condena expresada por el Papa Francisco por los bombardeos contra los migrantes en Libia, migrantes por los cuales pidió “que se organicen en modo extenso y concertado corredores humanitarios”.

La preocupación para quien está obligado a dejar su propia tierra volvió en la palabras del Papa después del Ángelus de hoy, cuando recordó “también a todas las víctimas de las masacres que recientemente se realizaron en Afganistán, Mali, Burkina Faso y Nigeria”.

Antes de recitar la oración mariana, comentando el Evangelio de hoy, Francisco evidenció cómo éste contenga la oración por las vocaciones y una exhortación a la misión. “La página evangélica de hoy (cfr Lc 10.1-12. 17-20)- dijo a las 30 mil personas presentes en San Pedro- presenta a Jesús que envía en misión a 72 discípulos, agregados a los 12 apóstoles. El número 72 indica probablemente todas las naciones. De hecho en el libro del Génesis se mencionan 72 naciones diversas (cfr 10, 1-32). Así que este envío prefigura la misión de la Iglesia para anunciar el Evangelio a todas las gentes. A aquellos discípulos Jesús les dice “La cosecha es abundante, ¡pero pocos son los trabajadores! ¡Por lo tanto recen al dueño de los sembrados para que mande trabajadores para su cosecha! (v. 2)

“Este pedido de Jesús es siempre válido. Siempre debemos rezar ‘al dueño de los sembrados’, o sea a Dios Padre, para que mande trabajadores para trabajar en su campo que es el mundo. Y cada uno de nosotros lo debe hacer con el corazón abierto, con una actitud misionera; nuestra oración no debe ser limitada sólo a nuestras necesidades: una oración es verdaderamente cristiana si también tiene una dimensión universal”.

“En el enviar a los 72 discípulos, Jesús les da instrucciones precisas, que expresan las características de la misión. La primera- ya la hemos visto- : recen; la segunda; vayan; y luego: no lleven ni bolsa ni provisiones…; digan: ‘Paz a esta casa’.. permanezcan en esa casa...No vayan de una casa a la otra; curen a los enfermos y díganles: ‘el Reino de Dios está cerca de vosotros’; y, si no los reciban, vayan a las plazas y despídanse (cfr vv. 2-10). Estas órdenes demuestran que la misión se basa en la oración; que es itinerante, no está quieta; que pide un desapego y pobreza; que lleva paz y curación, signos de la cercanía del Reino de Dios, que no es proselitismo sino anuncio y testimonio; y que exige también la franqueza y la libertad evangélica de irse evidenciando la responsabilidad de haber rechazado el mensaje de la salvación, pero sin condenas ni maldiciones”.

“Si vivida en estos término, la misión de la Iglesia estará caracterizada por la alegría. ¿Y cómo termina este pasaje? “Los 72 vuelven llenos de alegría” (v. 17), nota el evangelista. No se trata de una alegría efímera, que nace del suceso de la misión; al contrario, es una alegría que está radicada en la promesa- dice Jesús- “vuestros nombres están escritos en los cielos (v. 20). Con esta expresión Él entiende la alegría interior e indiscutible que nace de la conciencia de ser llamados por Dios a seguir a su Hijo. O sea la alegría de ser sus discípulos. Cada uno de nosotros puede pensar en el nombre que recibió en el día del Bautismo: aquel nombre ‘está escrito en los cielos’, en el corazón de Dios Padre. Y es la alegría de este don que hace de cada discípulo un misionero, uno que camina en compañía del Señor Jesús, que aprende de Él a darse sin reservas a los otros, libre de sí mismo y de los propios haberes”.