Papa: que la Iglesia promueva la dignidad de toda persona y justicia para las víctimas de abusos
Se requiere un discernimiento, incluso en los casos de disolución del vínculo matrimonial "in favorem fidei" y ante "presuntos fenómenos sobrenaturales". El camino sinodal no es "escuchar a todos, hacer una encuesta y entregar los resultados. Tantos votos, tantos votos, tantos votos... No". Es necesario "discernir continuamente las opiniones, los puntos de vista, las reflexiones".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Promover la dignidad de la persona, desde el nacimiento hasta la muerte natural, combatir los abusos cometidos en la Iglesia, dar indicaciones "concretas y firmes" sobre "presuntos fenómenos sobrenaturales", promover el discernimiento incluso en la disolución del matrimonio y en el camino sinodal. Son las indicaciones que dio el Papa Francisco hoy, al recibir a los participantes de la asamblea plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Francisco reflexionó sobre tres temas: dignidad, discernimiento y fe.
"Si la fraternidad es el destino que el Creador ha diseñado para el camino de la humanidad”, observó, “la senda principal sigue siendo el reconocimiento de la dignidad de cada persona. Sin embargo, en nuestra época, marcada por tantas tensiones sociales, políticas e incluso sanitarias, crece la tentación de considerar al otro como un extraño o un enemigo, negándole su verdadera dignidad. Por eso, especialmente en este momento, estamos llamados a recordar, "en toda ocasión, oportuna e inoportuna" (2 Tim 4,2), y siguiendo fielmente una enseñanza bimilenaria de la Iglesia, que la dignidad de todo ser humano tiene un carácter intrínseco y es válida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. Precisamente la afirmación de esa dignidad es el presupuesto inalienable para la protección de la existencia personal y social, y también la condición necesaria para que se pueda realizar la fraternidad y la amistad social entre todos los pueblos de la tierra"
En cuanto al discernimiento, es "un arte" que se exige cada vez más a los creyentes de hoy. "En este cambio de época que atravesamos, por un lado los creyentes se enfrentan a cuestiones inéditas y complejas, y por otro lado hay una creciente necesidad de espiritualidad que no siempre encuentra en el Evangelio su punto de referencia. Así, no pocas veces tenemos que tratar con presuntos fenómenos sobrenaturales, para los que el pueblo de Dios debe recibir indicaciones seguras y firmes”.
Por tanto, es necesario aplicar "el ejercicio del discernimiento” “en la lucha contra los abusos de todo tipo. La Iglesia, con la ayuda de Dios, persigue con firmeza el compromiso de traer justicia a las víctimas de abusos perpetrados por sus miembros, aplicando con especial cuidado y rigor la legislación canónica prevista. En este sentido, he actualizado recientemente las Normas sobre los delitos reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe, con el deseo de hacer más incisiva la acción judicial. Esto por sí solo no puede ser suficiente para frenar el fenómeno, pero es un paso necesario para restablecer la justicia, reparar el escándalo y enmendar al delincuente".
Así mismo, "la tarea de discernimiento se expresa también en otro ámbito en el que ustedes trabajan a diario: la disolución del vínculo matrimonial in favorem fidei. Cuando, en virtud de la potestad petrina, la Iglesia concede la disolución de un vínculo matrimonial no sacramental, no se trata sólo de poner fin canónicamente a un matrimonio, que de todos modos ya ha fracasado. En realidad, mediante este acto eminentemente pastoral pretendo siempre fomentar la fe católica -¡in favorem fidei! - en la nueva unión y en la familia, de la que este nuevo matrimonio será el núcleo".
El Santo Padre continuó diciendo que el discernimiento es necesario en el camino sinodal, que no significa "escuchar a todo el mundo, hacer una encuesta y dar los resultados. Tantos votos, tantos votos, tantos votos…No". Es necesario "discernir continuamente las opiniones, los puntos de vista, las reflexiones
"La última palabra es la fe". Sin ella, "la presencia de los creyentes en el mundo se reduciría a una agencia humanitaria". "La fe debe ser el corazón de la vida y de la acción de todos los bautizados. Y no una fe genérica o vaga, como si se tratara de un vino aguado que pierde su valor; sino una fe auténtica y sincera, como la quiere el Señor". "No nos conformemos con una fe tibia, habitual y de manual. Colaboremos con el Espíritu Santo y colaboremos entre nosotros para que el fuego que Jesús vino a traer al mundo siga ardiendo en los corazones de todos".