Papa: que San Lorenzo despierte ‘el deseo de dar testimonio del Evangelio’
En la audiencia general, el pontífice renovó la invitación a ser constructores de "unidad y paz" en la familia, en la Iglesia y en la sociedad. Continuando con su catequesis sobre la vejez, Francisco recordó que este tiempo es "una promesa" y un momento para acercarse "con más madurez" al encuentro con Dios. Querer la eterna juventud es "delirante".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Que la fiesta litúrgica de San Lorenzo, diácono y mártir de la Iglesia de Roma, despierte en cada uno de nosotros el deseo de dar testimonio del Evangelio, siempre a disposición de los pobres y de los que están en dificultad". Estas fueron las palabras del Papa Francisco en la audiencia general de hoy, en el Aula Pablo VI.
En el día en que la Iglesia conmemora a San Lorenzo, el mártir del siglo III que, según la tradición, murió quemado vivo en una parrilla, el santo padre exhortó a todos a ser constructores de la unidad y la paz en la familia, en la Iglesia y en la sociedad. "No es fácil ser constructores de paz, pero tenemos que serlo, porque es un hermoso trabajo", añadió Francisco. El papa dedicó "un pensamiento al pueblo de Ucrania que sigue sufriendo esta cruel guerra. También me gustaría rezar por los migrantes que llegan continuamente".
Siempre atento a la actualidad, el pontífice también expresó su cercanía a las víctimas de la tragedia provocada por las explosiones e incendios en la base petrolífera de Matanzas (Cuba). "Pedimos a nuestra Madre, Reina del Cielo, que vele por las víctimas de esta tragedia y por sus familias", dijo, al saludar a los peregrinos de habla hispana.
En la catequesis de hoy, el Papa siguió reflexionando sobre la vejez. El tema central de su meditación fue: "Voy a preparar un lugar para ustedes. La vejez, tiempo proyectado hacia la plenitud". Partiendo del discurso de despedida de Jesús a sus discípulos, Francisco destacó sus "palabras de consuelo y de promesa": «No se turbe su corazón» (14,1); «Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, también estén ustedes» (14,3); «El que crea en mí hará las obras que yo hago y hará obras más grandes» (14,12).
"La vejez es el tiempo propicio para el testimonio conmovedor y alegre de esta espera", dijo el Papa. Son las obras de la fe, que ya trasciende el poder de las energías e impulsos juveniles, y que vuelve "aún más transparente la promesa del verdadero destino de la vida: un lugar en la mesa con Dios, en el mundo de Dios". El Pontífice dijo que sería interesante ver en las Iglesias locales formas de revivir "este ministerio especial de la espera del Señor, alentando los carismas individuales y las cualidades comunitarias de las personas ancianas".
La vejez, según el santo padre, debe vivirse con dulzura y respeto por la vida real, sabiendo que esto es posible gracias a la muerte, resurrección y ascensión al cielo de Jesús. "Nuestra vida no está destinada a cerrarse sobre sí misma, en una imaginaria perfección terrenal: está destinada a ir más allá, a través del pasaje de la muerte", recordando que el punto de llegada no está aquí, sino que está "junto al Señor, donde Él habita para siempre". El hombre en la tierra no está más que en un "proceso de noviciado", en el que, como "aprendiz de la vida", aprende a apreciar el don de Dios. "La presunción de detener el tiempo -querer la eterna juventud, un bienestar ilimitado, el poder absoluto- no sólo es imposible, sino que es delirante", continuó el Papa. "Nuestra existencia en la tierra es el tiempo de la iniciación a la vida, que sólo en Dios encuentra su realización. La vejez hace más cercana la esperanza de este cumplimiento y es creíble cuando invita a alegrarse del paso del tiempo”.
Por tanto, "la vejez que redescubre la profundidad de la mirada de la fe" es el objetivo al que hay que aspirar, esforzándose siempre por alcanzar la alegría eterna que promete Jesús. "Queridos hermanos y hermanas, la vejez, vivida en la espera del Señor, puede convertirse en la "apología" consumada de la fe, que da razón de nuestra esperanza para todos", concluyó Francisco.
Al saludar a los peregrinos de habla francesa, al final de la audiencia, el pontífice se refirió también a la fiesta de la Asunción de la Virgen María, que se celebrará dentro de unos días: "Que Ella, que ha entrado en la gloria del cielo, sostenga nuestro coraje en este tiempo de peregrinación que aún debemos vivir aquí en la tierra, y ayude a los ancianos a dar un testimonio alegre de su fe y de su esperanza".
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