Papa: preocupa el creciente nacionalismo, que deja de lado el bien común
“Lamentablemente tenemos bajo los ojos situaciones en las cuales algunos Estados nacionales actúan en sus relaciones más de contraposición que de colaboración”. “El modo en el cual una Nación recibe a los migrantes revela su visión de la dignidad humana y de su relación con la humanidad”. Parece abrirse “una nueva estación de confrontación nuclear”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El “resurgir, un poco por todos lados, de corrientes agresivas hacia los extranjeros, especialmente contra los migrantes”, el “creciente nacionalismo que deja de lado el bien común” y de este modo “arriesga comprometer formas ya consolidadas de cooperación internacional” y también “la nueva estación de confrontación nuclear inquietante, porque cancela los progresos del reciente pasado”. Son las realidades actuales que la Iglesia mira “con preocupación”, indicadas esta mañana por el Papa Francisco en el discurso que dirigió a los participantes en la asamblea plenaria de la Pontificia academia de las ciencias sociales que se desarrolla en el Vaticano, sobre el tema “Nation, State, Nation-State”.
"Desafortunadamente – dijo el Santo Padre – tenemos ante nuestros ojos situaciones en las que algunos Estados nacionales implementan sus relaciones en un espíritu más de contraposición que de cooperación”y que “muchas tensiones provienen de una excesiva reivindicación de soberanía por parte de los Estados, a menudo justamente en ámbitos donde ellos no están más en grado de obrar eficazmente para tutelar el bien común”.
“La Iglesia -dijo aún- observa con preocupación el resurgimiento, en casi todas partes del mundo, de corrientes agresivas hacia los extranjeros, especialmente los inmigrantes, así como ese nacionalismo creciente que descuida el bien común".“Esto podría comprometer las formas ya consolidadas de cooperación internacional”, haciendo que se corra el riesgo de “socavar los objetivos de las Organizaciones internacionales como espacio de diálogo y de encuentro para todos los países en un nivel de respeto mutuo, y obstaculizar el logro de los Objetivos de desarrollo sostenible aprobados unánimemente por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 25 de septiembre de 2015”
El Papa luego reveló que “el modo con que una Nación acoge a los migrantes revela su visión de la dignidad humana y su relación con la humanidad. Toda persona humana es miembro de la humanidad y tiene la misma dignidad. Cuando una persona o una familia se ve obligada a abandonar su propia tierra, debe ser acogida con humanidad”.
“He dicho muchas veces ha dicho que nuestras obligaciones con los migrantes se articulan en torno a cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Sabiendo que el migrante no es una amenaza para la cultura, las costumbres y los valores de la nación que lo acoge. Y que también él tiene el deber de integrarse en la nación receptora”.
“Además la cuestión migratoria, que es un dato permanente de la historia de la humanidad, anima la reflexión sobre la naturaleza del Estado nacional, teniendo en cuenta que todas las naciones son el resultado de la integración de sucesivas oleadas de personas o grupos de migrantes y tienden a ser imágenes de la diversidad de la humanidad, estando unidas por valores y recursos culturales comunes y sanas costumbres. Un Estado que despierte los sentimientos nacionalistas de su propio pueblo contra otras naciones o grupos de personas fracasaría en su propia misión. Sabemos, por la historia, adónde conducen estas desviaciones; pienso en la Europa del siglo pasado”.
En la actual situación de globalización, subrayó luego, “el Estado nacional no está más en grado de procurar de por sí solo el bien común a sus poblaciones. El bien común se convirtió en mundial y las naciones se deben asociar para el propio beneficio” y constituir “una especial autoridad legalmente y de acuerdo constituida” que pueda favorecerlo.
“El Papa indicó algunos de estos nuevos desafíos globales: el cambio climático y las nuevas esclavitudes, la paz y, como ejemplos positivos que no hay que perder, cita la cooperación y la paz vivida entre los diversos países de Europa y recordó que en América Latina, Simón Bolívar impulsó a los líderes de su tiempo a forjar el sueño de una Patria Grande que sepa y pueda acoger, respetar, abrazar y desarrollar la riqueza de cada pueblo”.
“La humanidad evitaría la amenaza de recurrir a los conflictos armados, cada vez que surge una vertencia entre Estados nacionales, como también eludiría el peligro de la colonización económica e ideológica de las superpotencias, evitando la opresión del más fuerte sobre el más débil, prestando atención a la dimensión global sin perder de vista la dimensión local, nacional y regional”.
Francisco luego expresó inquietud por la “nueva estación de confrontación nuclear” que parece abrirse, “porque cancela los progresos del reciente pasado y multiplica el riesgo de las guerras, también por el mal funcionamiento de las tecnologías muy progresadas pero sujetas siempre a la imponderable natural y humano”. El Estado, concluyó, está por lo tanto llamado “a tener una mayor responsabilidad. Si bien manteniendo las características de independencia y de soberanía y continuando en el perseguir el bien de la propia población, hoy es su deber participar en la edificación del bien común de la humanidad, elemento necesario y esencial para el equilibrio mundial. Tal bien común universal, y a su vez, debe adquirir una valencia jurídica más acentuada a nivel internacional. No pienso ciertamente en un universalismo o internacionalismo genérico que descuide la identidad de los individuales pueblos: ésta, de hecho, debe ser siempre valorizada como aporte único e indispensable en el designio armónico más grande”.
