Papa: orar por la paz en Ucrania y no olvidar el horror del Holocausto
“Hago un llamamiento a todos, en especial a los educadores y las familias, para que se sensibilice a las nuevas generaciones sobre el horror de esta página negra de la historia”. “Los invito a orar por la paz en Ucrania, y a hacerlo a menudo durante este día: pidamos al Señor con insistencia que esa tierra pueda ver florecer la fraternidad y superar las heridas, los miedos y las divisiones.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Un llamamiento a los padres y educadores para que formen a los jóvenes a fin de que no se repita el "horror" de la persecución contra los judíos y una invitación, en todos los idiomas, a orar por la paz en Ucrania "y hacerlo a menudo", concluyó la audiencia general de hoy. “Mañana - dijo - se celebrará el día internacional de las víctimas del exterminio nazi. Es necesario recordar el exterminio de millones de judíos, de personas de diferentes nacionalidades y creencias religiosas”. “Esta crueldad indescriptible no debe repetirse nunca más - continuó. Hago un llamamiento a todos, en especial a los educadores y a las familias, para que se sensibilice a las nuevas generaciones sobre el horror de esta página negra de la historia. No hay que olvidarlo, para construir un futuro donde nunca se pisotee la dignidad humana”.
Francisco pidió luego a las cinco mil presonas que se encoentraban en el Aula Pablo VI que se unieran a la jornada de oración por la paz. “Los invito -dijo- a orar por la paz en Ucrania, y a hacerlo a menudo durante este día: pidamos al Señor con insistencia que esa tierra pueda ver florecer la fraternidad y superar las heridas, los miedos y las divisiones. Que las oraciones e invocaciones que hoy se elevan al cielo -prosiguió- toquen la mente y el corazón de los que tienen autoridad en la tierra, para que prevalezca el diálogo y se anteponga el bien de todos a los intereses de las partes. Oremos por la paz con el Padre Nuestro: es la oración de los hijos que se dirigen al mismo Padre, es la oración que nos hace hermanos, es la oración de los hermanos que imploran la reconciliación y la concordia”.
Previamente el Papa, continuando el ciclo de catequesis sobre san José, se había referido a él como un "hombre que sueña", recordando que "en la Biblia, como en las culturas de los pueblos antiguos, se consideraba que los sueños eran un medio por el cual Dios se revelaba. El sueño -explicó- simboliza la vida espiritual de cada uno de nosotros, ese espacio interior que cada uno está llamado a cultivar y custodiar, donde Dios se manifiesta y muchas veces nos habla. Pero también debemos decir que dentro de cada uno de nosotros no está solo la voz de Dios: hay muchas otras voces. Por ejemplo, las voces de nuestros miedos, las voces de las experiencias pasadas, las voces de las esperanzas; y está también la voz del maligno que quiere engañarnos y confundirnos. Por eso es importante saber reconocer la voz de Dios en medio de las otras voces. José demuestra que sabe cultivar el silencio necesario y, sobre todo, tomar las decisiones correctas ante la Palabra que el Señor le dirige interiormente.
Francisco se centró luego en los cuatro sueños de José. "En el primer sueño (cf. Mt 1, 18-25), el ángel ayuda a José a resolver el dilema dramático que se le plantea cuando se entera del embarazo de María" y le dice que no tenga miedo de llevar consigo a María. Y eso es lo que él hace. “Muchas veces la vida nos pone delante de situaciones que no comprendemos y parece que no tienen solución. Rezar, en esos momentos, significa dejar que el Señor nos muestre lo que debemos hacer. De hecho, muy a menudo es la oración la que hace nacer en nosotros la intuición de la salida”. “El Señor -añadió- nunca permite un problema sin darnos también la ayuda necesaria para afrontarlo”.
El segundo sueño de José ocurre cuando la vida del Niño Jesús está en peligro y le dice que huya a Egipto con su familia. “En la vida -comentó Francisco- todos experimentamos peligros que amenazan nuestra existencia o la vida de las personas que amamos. En estas situaciones, rezar significa escuchar la voz que puede darnos a nosotros la valentía de José para afrontar las dificultades sin sucumbir”.
En el tercer sueño “el ángel le revela que han muerto los que querían matar al niño y le ordena que salga con María y Jesús y regrese a la patria (cf. Mt 2,19-20). José «se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel» (v. 21). Pero precisamente durante el viaje de regreso, «al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir alla» (v. 22). Y aquí está la cuarta revelación: «y advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret» (vv. 22-23). El miedo también forma parte de la vida y también requiere nuestra oración. Dios no nos promete que nunca tendremos miedo, sino que, con su ayuda, este no será el criterio de nuestras decisiones. José siente el miedo, pero Dios lo guía a través de él. El poder de la oración hace entrar la luz en las situaciones oscuras. Pienso en este momento en muchas personas que están agobiadas por el peso de la vida y ya no consiguen tener esperanzas ni rezar. Que san José les ayude a abrirse al diálogo con Dios, para reencontrar la luz, la fuerza y la paz".
Aquí Francisco se detuvo en una larga reflexión improvisada para hablarles "a los padres frente a los problemas de sus hijos: hijos con tantas enfermedades y también hijos con enfermedades permanentes, cuánto dolor hay allí. Padres que ven orientaciones sexuales diferentes en sus hijos: cómo manejar eso y acompañar a los hijos, y no esconderse en una actitud condenatoria. Padres que ven a sus hijos que se van por una enfermedad y, más triste aún, -lo leemos todos los días en los periódicos- jóvenes que hacen chiquilladas y terminan con un accidente con el coche. Padres que ven a sus hijos que no salen adelante en la escuela… Cuántos problemas tienen los padres, pensemos cómo ayudarlos”. “Y a esos padres les digo: ¡no se asusten!”, volvió a decir. “Hay mucho dolor, pero piensa en el Señor, en cómo resolvió José los problemas y pídanle a José que los ayude”. "¡Nunca condenar a un hijo!", agregó y volvió a recordar un episodio que vivió cuando era arzobispo de Buenos Aires, "iba en el autobus y pasaba delante de la cárcel, había una cola de gente para entrar a visitar a los presos y había muchas madres allí que me daban mucha ternura. Esas madres delante del problema de un hijo que se había equivocado, que estaba preso, no lo dejaban solo, daban la cara y lo acompañaban. La valentía del papá y de la mamá que acompañan siempre a sus hijos. Siempre. Pidamos al Señor que dé a todos los padres y a todas las madres esta valentía que le dio a José”.
“La oración -concluyó- nunca es un gesto abstracto o intimista, como quieren hacer esos movimientos espiritualistas más gnósticos que cristianos. No, no es eso. La oración siempre está indisolublemente unida a la caridad. Solo cuando unimos a la oración el amor al prójimo podemos comprender los mensajes del Señor. José rezaba, trabajaba y amaba, por eso recibió siempre lo necesario para afrontar las pruebas de la vida. Encomendémonos a él y a su intercesión.
Al terminar, el Papa Francisco dijo a los presentes que no pasaría entre ellos al final de la audiencia, como suele hacer. "Tengo -explicó- un problema en la pierna derecha, se ha inflamado un ligamento de la rodilla". Y añadió en tono de broma "es una cosa pasajera. Dicen que esto les pasa a los viejos, no sé por qué me ha pasado a mí”.
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