Papa: no se puede ser evangelizadores tristes, desanimados
Los pobres comprenden mejor la Palabra de Dios, porque no interponen ninguna barrera, tiene el corazón abierto para recibirla. “La Palabra de Dios no sólo se oye con los oídos, sino que ésta entra a través de los oídos pero se escucha con el corazón”. Mons. Angelelli , el "Romero de la Argentina".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El anuncio del Evangelio debe hacerse con alegría, con una “oreja para escuchar la Palabra de Dios, y una oreja para escuchar al pueblo. No existe la evangelización de laboratorio, sino que la evangelización siempre se hace ‘cuerpo a cuerpo’ con el pueblo de Dios y con la palabra de Dios”. Es lo que dijo el Papa Francisco durante el encuentro con un grupo de 30 jóvenes de la diócesis francesa de Viviers, que fueron recibidos ayer por la mañana en el Vaticano, tras regresar de una peregrinación en Argentina, en la diócesis de La Rioja.
Los jóvenes, que permanecieron un mes en el país sudamericano, recordaron las historias de dos sacerdotes asesinados en 1976, durante la dictadura militar: el Padre Gabriel Longueville y el Padre Carlos Murias, provenientes, precisamente, de la diócesis de Viviers.
Al recibir al grupo, ayer por la mañana, el Papa les entregó el texto preparado para el encuentro, en el cual se habla de “Hacerse siervos y amigos del Señor, abrazando los riesgos de la misión a la cual Él nos llama”. En el texto, Francisco recuerda a los mártires, testigos de “Jesús, de Él, que por amor, ha dado la vida por todos los hombres y por cada uno de nosotros”. Además de mencionar a los religiosos, también se refirió al obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, cuya beatificación se celebrará próximamente, y a un laico, Wenceslao Pedernera, todos asesinados.
Al responder a algunas preguntas de los jóvenes, Francisco afirmó que los pobres comprenden mejor la Palabra de Dios, porque no interponen ninguna barrera, tienen el corazón abierto para recibirla. “La Palabra de Dios –fueron sus palabras- no se escucha solamente con las orejas, sino que entra por los oídos, pero se siente con el corazón”. El Papa subraya que al rezar juntos, la oración se vuelve más fuerte, y, al mismo tiempo, recuerda que a veces es necesario estar solos frente a Dios para encontrarse con Él. Sin embargo, es una soledad física, porque debemos ser conscientes de “que toda la Iglesia está conmigo, toda la comunidad está conmigo”. Es la certeza que anima al eremita, que sabe estar unido al pueblo de Dios.
El Papa luego resaltó la importancia de vivir en comunidad, aún cuando al regresar de una peregrinación, se retorne a la rutina habitual. Es necesario confrontarse, “recordar y renovar” la experiencia. Los jóvenes –afirma- deben ser acompañados con cosas y desafíos concretos. Esto quiere decir dar valor a la “comprensión mutua”, a la “cooperación” y al hecho de “rezar juntos”. “Un diálogo, para ser grupal –reafirma el Papa- debe ser un diálogo con la mente, para saber de qué están hablando, con el corazón, y con las manos”. Para los jóvenes –dice- es más simple ensuciarse las manos, comprometerse.
Luego, al referirse a la evangelización, Francisco citó lo expresado en la Evangelii Nuntiandi por Pablo VI: la evangelización debe hacerse con alegría. No se puede ser “evangelizadores tristes, desanimados, sin ilusión, con cara avinagrada”. Por último, evocó la figura del Padre Gabriel Longueville y del obispo Angelleli, a quien se apoda “el Romero de la Argentina”. Hijo de inmigrantes italianos y hombre de Dios, él resultaba incómodo para la dictadura argentina, por su compromiso en favor de los pobres y de los obreros. Tal como sucedió con el obispo salvadoreño, Angelelli también fue asesinado, pero oficialmente se dijo que murió en un accidente de auto, el 4 de agosto de 1976. El episodio reveló que se trató de una puesta en escena, y la verdad pudo confirmarse recién después de 38 años, cuando, por el homicidio de Angelelli, dos altos oficiales fueron condenados a cadena perpetua. Hacía tiempo que sobre él se había desatado una campaña difamatoria, con muchas agresiones.
Antes del obispo Angelelli, se produjo el horrendo hallazgo de los cuerpos de dos sacerdotes comprometidos en el trabajo con él, que fueron masacrados y mutilados: el joven franciscano conventual Carlos Murias y el párroco de Chamical, Don Gabriel Longuevile, sacerdote francés, ambos colaboradores de la parroquia de Chamical. El Padre Carlos estaba siendo controlado por los militares desde hacía tiempo, por su dedicación para con los campesinos. El 18 de julio, unos hombres armados se lo llevaron, pero su amigo, el Padre Gabriel, no quiso dejarlo solo; poco después se produjo el hallazgo de los dos cuerpos, sin vida.
23/12/2015
29/08/2020 11:22