Papa: los mártires no matan, enseñan a dar la vida por los demás

En la audiencia general, Francisco recordó el "testimonio luminoso" de las Misioneras de la Caridad que murieron en Yemen sirviendo a los últimos en el contexto de una guerra. "Son tantos los mártires de hoy y no son héroes, sino frutos maduros de la viña del Señor". En un mensaje a la Iglesia francesa en vista de los Juegos Olímpicos de 2024, la invitación al deporte a no olvidar a los últimos.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Nunca se debe matar en nombre de Dios, porque para Él todos somos hermanos. Pero juntos podemos dar la vida por los demás". Así se expresó hoy el Papa Francisco dirigiéndose a los fieles durante la audiencia general en la Plaza San Pedro.

Hablando en su catequesis sobre los mártires como imagen del celo apostólico, destacó su actualidad recordando una vez más que "son más numerosos en nuestro tiempo que en los primeros siglos". Y citó -en particular- el luminoso ejemplo de las Misioneras de la Caridad asesinadas en Yemen mientras se dedicaban a servir a los pobres y a los enfermos en el contexto de una terrible guerra. Fueron asesinadas en 2016 por milicianos islámicos junto con algunos musulmanes que trabajaban con ellas.

Destacando el vínculo inseparable con la misión, Francisco explicó que "la palabra martirio viene del griego martyria, que significa precisamente testimonio. Sin embargo, muy pronto en la Iglesia -añadió- se utilizó la palabra mártir para indicar a quienes daban testimonio hasta derramar sangre". "Los mártires no deben ser vistos como 'héroes' que actuaron individualmente, como flores que brotan en un desierto, sino como frutos maduros y excelentes de la viña del Señor, que es la Iglesia", agregó. Para ello era fundamental la participación frecuente en la Eucaristía, que llevaba a los primeros cristianos a orientar su vida hacia ese misterio de amor: "Si el Señor Jesús había dado su vida por ellos, también ellos podían y debían dar la suya por Él y por sus hermanos".

Pero el martirio no es sólo una historia del pasado: "Son muchos los mártires de hoy: aquellos a los que por profesar su fe se los expulsa de la sociedad o van a la cárcel". A imitación de Jesús, "convierten la violencia de quienes rechazan el anuncio en una ocasión suprema de amor, que llega hasta el perdón de sus torturadores". E incluso los que no se encuentran en situaciones que puedan conducir al derramamiento de sangre "están llamados al testimonio de vida, haciendo de sí mismos un don para Dios y para sus hermanos".

Un ejemplo especialmente luminoso en nuestro tiempo fue el de las Misioneras de la Caridad en Yemen: "Aún hoy siguen presentes en esta tierra herida por una terrible guerra, ofreciendo asistencia a ancianos, enfermos y personas con discapacidad". Algunas sufrieron el martirio en 1998 y de nuevo en 2016, "pero otras continúan: arriesgan su vida y siguen adelante. Acogen a todos, de cualquier religión, porque la caridad y la fraternidad no tienen fronteras".

"En 2016 fueron asesinadas sor Anselma, sor Margarita, sor Reginette y sor Judith, junto con algunos laicos que les ayudaban en la obra de caridad entre los últimos”, recordó el Papa. “Entre estos laicos asesinados, además de cristianos, había creyentes musulmanes que trabajaban con las hermanas. Nos conmueve ver cómo el testimonio de la sangre puede unir a personas de diferentes religiones".

"Recemos, pues -concluyó el Pontífice su reflexión-, para que no nos cansemos de dar testimonio del Evangelio incluso en tiempos de tribulación. Que todos los santos y santas mártires sean semilla de paz y reconciliación entre los pueblos para un mundo más humano y fraterno, a la espera de que se manifieste plenamente el Reino de los Cielos, cuando Dios sea todo en todos". Y en este camino -al final de los saludos a los grupos presentes- también hoy los invitó a perseverar "en la cercanía y en la oración por la querida y martirizada Ucrania, que sigue soportando terribles sufrimientos".

Francisco también invitó al "encuentro profundo y fructífero entre personas de todos los horizontes, pertenecientes a pueblos, culturas y religiones diferentes", con vistas a los Juegos Olímpicos de París 2024. Fue un mensaje enviado en su nombre a los católicos franceses por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, en estos días en los que la Iglesia transalpina presentó sus iniciativas para la gran cita deportiva del próximo año. En concreto, el Papa recomendó no olvidar "ayudar a integrar a los discapacitados, pobres o marginados", y deseó que los Juegos Olímpicos "sean ocasión, a través del deporte, de un auténtico impulso de fraternidad que tanto necesita el mundo".