Papa: los laicos miren “hacia afuera”, a los lejanos, a las familias en dificultad, a los campos inexplorados
Recibiendo al Pontificio consejo para los laicos, Francisco habla de la reforma de la Curia e indica los campos en los cuales ellos podrán actuar. “Necesitamos de laicos bien formados, animados por una fe firme y límpida, cuya vida ha sido tocada por el encuentro personal y misericordioso con el amor de Jesucristo”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Laicos católicos “en salida”, que miren “hacia afuera”, “a los que están lejos” de nuestro mundo, a las muchas familias en dificultad y necesitadas de misericordia, a los tantos campos de apostolado todavía inexplorados, a los numerosos laicos de corazón bueno y generoso, que con gusto pondrían al servicio del Evangelio sus energías”. Es el objetivo que el Papa propone a los laicos desde la perspectiva de la unificación, por él decidida, del Pontificio consejo para la familia con la Academia para la vida.
Fue el mismo Francisco quien lo indicó hoy a los participantes en la asamblea plenaria del dicasterio (ministerio) en el transcurso del desarrollo del tema: “Un dicasterio para el laicado: entre la historia y el porvenir…” (16-18 junio 2016).
Francisco recordó que el Consejo para los laicos fue deseado expresamente por el Concilio Vaticano II y que Pablo VI lo instituyó “no como órgano de control, sino más bien como centro de coordinación, de estudio, de consulta, orientado a “incitar a los laicos para que tomen parte en la vida y en la misión de la Iglesia”.
“Agradecemos por lo tanto al Señor -dijo el Papa- por los abundantes frutos y por los numerosos desafíos de estos años. Podemos recordar, por ejemplo, la nueva estación que tiene la capacidad de reunir y que, junto a las asociaciones laicales de larga y merecida historia, vio surgir tantos movimientos y nuevas comunidades de gran ímpetu misionero; movimientos por vosotros seguidos en su desarrollo, acompañados con celeridad y asistidos en la delicada fase del reconocimiento jurídico de sus estatutos. Y luego la desaparición de los nuevos ministerios laicales, a los cuales les fueron confiadas no pocas actividades apostólicas. Además, hay que subrayar el creciente rol de la mujer en la Iglesia, con su presencia, su sensibilidad, sus dones. Y por último, las Jornadas Mundiales de la Juventud, gesto providencial de san Juan Pablo II, instrumento de evangelización de las nuevas generaciones, y cuidado por vosotros con particular empeño”.
“A la luz de este camino recorrido, es tiempo de mirar nuevamente con esperanza de cara al futuro. Mucho queda por hacer, ensanchando los horizontes y recogiendo los nuevos desafíos que la realidad nos presenta. Es de aquí que nace el proyecto de la reforma de la Curia, y en particular el de la unión de vuestro Dicasterio con el Pontificio consejo para la familia en conexión con la Academia ´para la vida. Os invito, por lo tanto, a recibir esta reforma, que os verá involucrados, como signo de valorización y de estima por el trabajo que desarrollan y como signo de renovada confianza en la vocación y misión de los laicos en la Iglesia de hoy. El nuevo Dicasterio que nacerá tendrá como “timón” para continuar su navegación, por un lado, la Christifideles laici y por el otro, la Evangelium guadium y la Amoris laetitia, teniendo como campos privilegiados de trabajo la familia y la defensa de la vida”.
En este particular momento histórico y en el contexto del Jubileo de la Misericordia, la Iglesia está llamada a tomar cada vez más conciencia de ser “la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida llena de fatiga” (Exhortación Apostólica Evangelium gaudium, 47; de ser Iglesia en permanente salida, “comunidad evangelizadora […] que sabe tomar la iniciativa sin miedo, ir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de las calles para invitar a los excluidos” (ibidem…, 24).Quisiera proponerles, como horizonte de referencia para vuestro inmediato futuro, un binomio que se podría formular así: “Iglesia en salida-laicado en salida”. También vosotros, por lo tanto, levanten la mirada y miren “hacia afuera” a los que están lejos de nuestro mundo, hacia las muchas familias que están en dificultad y están necesitadas de misericordia, hacia los muchos campos aún ineexplorados, a los numerosos laicos de corazón bueno y generoso que con gusto pondrían al servicio del Evangelio sus energías, su tiempo, sus capacidades, si fuesen involucrados, valorizados y acompañados con afecto y dedicación por parte de los pastores y las instituciones eclesiásticas. Necesitamos laicos bien formados, animados por una fe firme y límpida, cuya vida haya sido tocada por el encuentro personal y misericordioso con el amor de Cristo Jesús”. “Hoy-concluyó- es el momento en el cual los jóvenes necesitan de los sueños de los ancianos”, que tengan “esa capacidad de soñar” y que nos den “la fuerza de las nuevas visiones apostólicas”.
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