Papa: los Reyes Magos muestran a los cristianos las etapas del camino hacia la unidad
La humildad “es el único camino para llegar a adorar a Dios en la misma casa y en torno al mismo altar”. En torno a Jesús "en el cielo brillan juntos, sin distinciones de confesión, muchísimos mártires que nos indican, a los que estamos en la tierra, un camino preciso, el de la unidad".
Roma (AsiaNews)- La humildad es “el único camino para llegar a adorar a Dios en la misma casa y en torno al mismo altar”, advirtió hoy el Papa Francisco al concluir la celebración de las segundas vísperas de la solemnidad de la Conversión de san Pablo, en la 55ª Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
Una cita tradicional que reúne en la basílica de San Pablo "extramuros" a miembros y representantes de las diversas Iglesias cristianas al concluir los encuentros ecuménicos. Este año esos encuentros tuvieron como tema "Vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo" (cf. Mt 2, 2), que fue propuesto por el Consejo de Iglesias de Oriente Medio.
Siguiendo el viaje de los Reyes Magos, Francisco se detuvo en las tres etapas de un camino que "comienza en oriente, pasa por Jerusalén y por último llega a Belén".
El hecho de ponerse en camino, dijo Francisco, indica que los Reyes Magos “no se conforman con sus conocimientos y sus tradiciones, sino que desean algo más. Por eso afrontan un viaje arriesgado, impulsados por la inquietud de la búsqueda de Dios”. Tradicionalmente están vestidos con trajes diferentes, para representar distintos pueblos, y en ellos, “podemos ver reflejadas nuestras diferencias, las distintas tradiciones y experiencias cristianas, pero también nuestra unidad, que nace del mismo deseo: mirar al cielo y caminar juntos en la tierra”. Como ellos, "sigamos también nosotros la estrella de Jesús".
Los Reyes Magos venían de Oriente. “Oriente nos hace pensar también en los cristianos que viven en diversas regiones asoladas por la guerra y la violencia. Precisamente el Consejo de Iglesias de Oriente Medio es quien ha preparado los subsidios para esta Semana de Oración. Esos hermanos y hermanas nuestros tienen que afrontar muchos desafíos difíciles y, sin embargo, con su testimonio nos dan esperanza, nos recuerdan que la estrella de Cristo sigue brillando en las tinieblas y no se apaga, que el Señor desde lo alto acompaña y alienta nuestros pasos. Alrededor de Él, en el cielo, brillan juntos, sin distinciones de confesión, muchísimos mártires, que nos señalan a los que estamos en la tierra un camino preciso, el de la unidad".
En Jerusalén, segunda etapa de su viaje, los Magos encuentran "las fuerzas oscuras del mundo": Herodes, y todos los que temen la novedad que ellos anuncian. "Incluso en nuestro camino hacia la unidad podemos estancarnos por la misma razón que paralizó a aquella gente: la conmoción, el miedo. Es el temor a la novedad que sacude los hábitos y las seguridades adquiridas; es el miedo a que el otro desestabilice mis tradiciones y mis esquemas consolidados; pero, en el fondo, es el miedo que vive en el corazón del hombre y del cual el Señor Resucitado quiere liberarnos. Dejemos, pues, resonar en nuestro camino de comunión su exhortación pascual: «¡No teman!» (Mt 28,5.10). No temamos anteponer al hermano a nuestros miedos, porque el Señor quiere que confiemos los unos en los otros y que caminemos juntos, a pesar de nuestras debilidades y nuestros pecados, a pesar de los errores del pasado y las heridas recíprocas”.
Por último, en Belén, postrados ante el Niño Jesús, los Magos anticipan a los apóstoles "diferentes pero unidos" y se convierten en "signo profético para nosotros, que anhelamos al Señor, que somos compañeros de viaje por los caminos del mundo y buscadores de los signos de Dios en la historia a través de la Sagrada Escritura. También para nosotros la unidad plena, ese estar en la misma casa, sólo puede realizarse si adoramos al Señor”. Ese, dijo Francisco, es el camino a seguir: adorar a Dios, postrándonos. “Cuántas veces el orgullo ha sido el verdadero obstáculo para la comunión”.
Los dones de los Reyes Magos, además, “simbolizan lo que el Señor quiere recibir de nosotros. A Dios hay ofrecerle el oro, el elemento más valioso, es decir, se le da el primer lugar. Es a Él a quien debemos mirar, no a nosotros; a su voluntad, no a la nuestra; a sus caminos, no a los nuestros. Y si el Señor está realmente en el primer lugar, entonces nuestras opciones, incluso las eclesiásticas, ya no pueden basarse en las políticas del mundo, sino en los deseos de Dios. Después está el incienso, que nos recuerda la importancia de la oración, que sube a Dios como perfume agradable (cf. Sal 141, 2). No nos cansemos, pues, de rezar los unos por los otros y los unos con los otros. Y, por último, la mirra, que se usará para honrar el cuerpo de Jesús depuesto de la cruz (cf. Jn 19,39), nos recuerda la necesidad de cuidar la carne sufriente del Señor, desgarrada en los miembros de los pobres. ¡Sirvamos a los necesitados, sirvamos juntos a Jesús sufriente!”.
Y así como los Magos a su regreso siguieron otro camino, concluyó el Papa, "también nosotros necesitamos cambiar de ruta, invertir el rumbo de nuestros hábitos y de nuestros intereses para encontrar la senda que el Señor nos muestra, el camino de la humildad, de la fraternidad, de la adoración”.
Estuvieron presentes en la celebración, y recibieron el agradecimiento de Francisco, el Metropolitano Polykarpos, representante del Patriarcado Ecuménico, Ian Ernest, representante personal del Arzobispo de Canterbury en Roma, y representantes de las demás comunidades cristianas que se encuentran en Roma. También asistieron estudiantes del Ecumenical Institute of Bossey, estudiantes anglicanos del Nashotah College de los Estados Unidos y estudiantes ortodoxos y ortodoxos orientales beneficiarios de la beca que ofrece el Comité para la Colaboración Cultural con las Iglesias Ortodoxas, dependiente del Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
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