Papa: llamamiento por las inundaciones en Bangladesh, Nepal, la India y por los Rohinyás
En el Ángelus, el Papa Francisco hace un momento de silencio por la minoría de origen bengalí, emigrada y a menudo rechazada por Myanmar. Como sucedió con los apóstoles, Jesús “espera de los suyos una respuesta alta y distinta de las que da la opinión pública”. “Jesús quiere continuar construyendo su Iglesia” con “piedras pequeñas. Sin embargo, ninguna pequeña piedra es inútil, es más, en las manos de Jesús incluso la más pequeña piedra se vuelve preciosa”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El Papa Francisco hoy hizo un llamamiento por los inundados de Bangladesh, Nepal y la India, y recordó a los Rohinyás, la minoría musulmana de origen bengalí emigrada a Myanmar, y rogó por ellos. Al concluir la oración del Ángelus junto a los peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro, el pontífice se refirió a “las grandes inundaciones [que] han azotado Bangladesh, Nepal y la India. Expreso mi cercanía a las poblaciones y ruego por las víctimas y por cuantos sufren a causa de esta calamidad”. Hace semanas que estos países del Sur de Asia están siendo sometidos a lluvias tan abundantes que muchos pueblos y ciudades se han inundado. Se calcula que las personas afectadas son al menos 16 millones. En cada uno de estos países, las sedes locales de Caritas han puesto manos a la obra para ayudar a las poblaciones que afrontan la emergencia.
El Papa prosiguió: “Han llegado tristes noticias sobre la persecución de la minoría religiosa de nuestros hermanos Rohinyás –dijo-. Quisiera expresar mi cercanía a ellos; y todos nosotros pidamos al Señor que los salve y que haga surgir hombres y mujeres de buena voluntad que acudan en su ayuda, que les otorguen plenos derechos. Roguemos también por los hermanos Rohinyás”, e hizo una pausa de silencio.
Precisamente hace dos días fue publicado el reporte del ex secretario de la ONU Kofi Annan sobre la situación que atraviesa este pueblo migrante, que es rechazado tanto por los birmanos como por el Bangladesh. Días atrás, hubo enfrentamientos y homicidios perpetrados entre la minoría por parte de grupos nacionalistas birmanos, que a menudo son apoyados por el ejército.
Anteriormente, el Papa Francisco había comentado el Evangelio del día de hoy (Mt 16,13-20), en el cual Jesús pregunta a los discípulos “qué piensa la gente de él” y luego pregunta: “«Y ustedes, ¿quién dicen que soy?»(v. 15)”. “Con esa pregunta Jesús aparta decididamente a los Apóstoles de la masa, como diciendo, ‘pero ustedes que están conmigo cada día y me conocen de cerca, ¿qué más perciben?’ El Maestro se espera de los suyos una respuesta alta y distinta de las de la opinión pública”.
A la pregunta de Jesús le sigue la respuesta de Pedro: “«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (v.16) Simón Pedro encuentra en sus labios palabras más grandes que él, palabras que no nacen de sus capacidades naturales. ¡Quizá él no había ni siquiera estudiado la primaria y es capaz de decir estas palabras, más fuertes que él! Pero que le son inspiradas por el Padre celestial (cfr v.17), el cual revela al primero de los Doce la verdadera identidad de Jesús: Él es el Mesías, el Hijo enviado por Dios para salvar a la humanidad. Y con esta respuesta, Jesús comprende que, gracias a la fe donada por el Padre, hay un fundamento sólido sobre el cual puede construir su comunidad, su Iglesia. Por ello le dice a Simón: tú, Simón, eres Pedro- es decir piedra, roca - y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (v 18)”.
“También con nosotros, hoy, Jesús quiere seguir construyendo su Iglesia, esta casa con cimientos sólidos, donde sin embargo no faltan las grietas, y que necesita constantemente ser reparada. Siempre: la Iglesia siempre necesita ser reformada, reparada, como en los tiempos de Francisco de Asís. Nosotros, por cierto, no sentimos que somos rocas, sino sólo pequeñas piedras. Sin embargo, ninguna piedra pequeña es inútil, es más, en las manos de Jesús, la piedra más pequeña se vuelve preciosa, porque Él la recoge, la guarda con gran ternura, la talla con su Espíritu y la coloca en el lugar adecuado, que Él ha pensado desde siempre y donde puede ser útil para toda la construcción. Cada uno de nosotros es una piedra pequeña, pero en las manos de Jesús hace la construcción de la Iglesia. Y todos nosotros nos convertimos en ‘piedras vivas’, porque cuando Jesús toma en la mano su piedra, la hace suya, llena de vida, llena de vida del Espíritu Santo, llena de vida gracias a su amor, y así tenemos un lugar y una misión en la Iglesia: ella – la Iglesia - es comunidad de vida, hecha de tantísimas piedras, todas diversas, que forman un edificio único en el signo de la fraternidad y de la comunión”.
“Por otro lado, el Evangelio de hoy nos recuerda que Jesús ha querido para su Iglesia también un centro visible de comunión en Pedro: tampoco él es una piedra grande, él también es una piedra pequeña, pero tomada por Jesús se vuelve centro de comunión -en Pedro y en aquellos que le iban a suceder en la misma responsabilidad primacial, que desde los orígenes han sido identificados en los Obispos de Roma, la ciudad donde Pedro y Pablo han dado testimonio de la sangre”.
“Encomendémonos a María, –concluyó- Reina de los Apóstoles, Madre de la Iglesia. Ella estaba en el cenáculo, al lado de Pedro, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles y los impulsó a salir y a anunciar a todos que Jesús es el Señor. Que hoy, nuestra Madre nos sostenga y nos acompañe con su intercesión, para que realicemos plenamente aquella unidad y aquella comunión por la cual Cristo y los Apóstoles han rezado y han dado la vida”.
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