Papa: la vida del cristiano debe estar signada por el "trabajo cotidiano" de hacer lugar a Dios
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – La vida del cristiano debe estar signada por un continuo esfuerzo, por un “trabajo cotidiano” para hacer lugar a Dios, para “abrir la puerta” al don de la gracia que salva. Lo dijo Francisco durante la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, tomando como punto de partida el pasaje de una carta de San Pablo a los Romanos (6, 19-23) en la cual el apóstol “recuerda la salvación, la gracia de la salvación”, y habla del “camino de santificación. Y dice a los nuevos cristianos: ‘Vosotros estabais al servicio de la iniquidad -es decir del pecado- y ahora estáis al servicio del don de Dios’, es decir al servicio de la gracia y de la santificación”.
Pablo usa “esta imagen: vosotros estábais al servicio de la iniquidad con vuestro cuerpo, con vuestra alma, con vuestro corazón, con vuestra mente. Todo estaba al servicio de la iniquidad. Ahora vuestro cuerpo, vuestra alma, vuestro corazón deben estar al servicio” de la gracia y de la santificación. El apóstol escribe, de hecho, a sus interlocutores, que ellos “han sido cambiados”, que a ellos les ha ocurrido algo “fundamental, y ello es la salvación en Jesucristo, el don de Dios”.
Esta, explicó Francisco, “es la catequesis de la conversión”. Pablo “exhorta a la conversión”. Y “nosotros podemos pensar: la mayoría de nosotros fuimos bautizados de pequeños, y no sabíamos qué era la iniquidad. Pero luego, lo hemos aprendido en la catequesis”, y entonces vale también para nosotros el consejo de Pablo: “No uséis vuestra alma, vuestro corazón, vuestro cuerpo para el pecado, al servicio del mal, de la iniquidad; sino que usadlo al servicio del don de Dios, de la alegría” que conduce “a la vida eterna en Jesús”. Y “para el cristiano la conversión es una tarea, un trabajo de todos los días”. Francisco recordó la imagen del deportista usada por San Pablo. Pensando en el “hombre que se entrena para prepararse para el partido y hace un gran esfuerzo” el apóstol dice: “Pero si éste para ganar un partido hace este esfuerzo, nosotros, que debemos llegar a aquella victoria grande del Cielo, ¿qué haremos?”. Por eso San Pablo nos “exhorta a seguir adelante en este esfuerzo”.
Podría, sin embargo, surgir un malentendido, y alguien podría decir: “Ah, Padre, ¿podemos pensar que la santificación viene por el esfuerzo que yo hago, como la victoria para aquel que hace deporte viene por el entrenamiento?’. No. El esfuerzo que nosotros hacemos, este trabajo cotidiano de servir al Señor con nuestra alma, con nuestro corazón, con nuestro cuerpo, con toda nuestra vida sólo abre la puerta al Espíritu Santo. ¡Es Él quien entra en nosotros y nos salva! ¡Él es el don en Jesucristo!” Si no fuera así, agregó Francisco, “nos pareceríamos a los faquires: no, nosotros no somos faquires. Nosotros, con nuestro esfuerzo, abrimos la puerta”.
Podría darse, llegado a este punto, una legítima objeción: “Pero, padre, es difícil... Es difícil, todos los días, hacer este esfuerzo”. Y es verdad: “No es fácil, porque nuestra debilidad, el pecado original, el diablo siempre nos tiran hacia atrás”. Al respecto “el autor de la carta a los Hebreos pone en guardia contra estas tentaciones de retroceder” y escribe: “Nosotros somos de los que no ceden”. Por lo tanto, el Papa exhortó a “no retroceder, no ceder”, trayendo a colación una imagen "fuerte" utilizada por el apóstol San Pedro para describir a aquellos “que se cansan de seguir adelante y al final dicen: “Pero, me quedo como estoy”“. Ellos son, de hecho, comparados con “perros que vuelven a su propio vómito”.
El pasaje de la Escritura del día de hoy, en cambio, “advierte, exhorta a ir adelante siempre: un poco cada día”. Incluso cuando nos vemos obligados a enfrentar “una gran dificultad”. A propósito de esto, Francisco recordó el encuentro que tuvo “unos meses atrás” con una mujer, “Joven, madre de familia – una hermosa familia – que tenía cáncer. Un cáncer feo. Pero ella se movía con felicidad, como si estuviera sana. Y hablando de esta actitud, me dijo: ‘Padre, ¡hago todo lo posible para vencer el cáncer!’. Así hace el cristiano. Nosotros que hemos recibido este don en Jesucristo y hemos pasado del pecado, de la vida de la iniquidad a la vida del don en Cristo, en el Espíritu Santo, debemos hacer lo mismo. Cada día un paso. Cada día un paso”. Y si de oportunidades se trata, “hay tantas”. “¿Me vienen ganas de hablar mal contra alguien? Cállate”, o bien: “¿Me viene un poco de sueño y no tengo ganas de rezar? Vé y reza un poco”. No debemos pensar en grandes gestos, sino en “las pequeñas cosas de todos los días”. Porque las “pequeñeces” son las que nos ayudan a no ceder, a no retroceder, a no volver a la iniquidad; sino a seguir adelante hacia este don, esta promesa de Jesús que será el encuentro con Él”.
“Pidamos al Señor -concluyó el Papa- esta gracia: de ser buenos, de ser buenos en este entrenamiento de la vida hacia el encuentro, porque hemos recibido el don de la justificación, el don de la gracia, el don del Espíritu en Cristo Jesús”.
28/08/2016 13:40
15/11/2019 17:34