Papa: la corrupción es "una forma de blasfemia" que "da vida a la cultura de la muerte"
Francisco escribió el prólogo de un libro-entrevista del cardenal Tukson titulado "Corrosión". Hoy que también sólo "imaginar el futuro" es extremadamente difícil, la corrupción viene a socavar la "esperanza" de que una mejora es posible.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - La corrupción es "una forma de blasfemia," es el arma, el lenguaje más común también de la mafia" un "proceso de muerte que da vida a la cultura de la muerte" de que se teje el crimen. Y ahora en que incluso "imaginar el futuro" es extremadamente difícil, la corrupción viene a socavar la "esperanza" de que una mejora es posible. Lo escribe el Papa Francisco hablando de la corrupción en el prefacio del libro-entrevista del cardenal Peter Turkson, editado por Victor V. Alberti, titulado "Corrosión".
Y sobre la corrupción se concentra, en el Vaticano, el debate internacional organizado por el Departamento de servicio del desarrollo humano integral, en colaboración con la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales.
La corrupción, contra la que Francisco ya se ha expresado varias veces, es definida ahora como "el lenguaje más común" de la mafia, un "proceso de la muerte" que "rompe" la convivencia entre las personas, promueve la delincuencia y en última instancia, destruye a los que de ella son defensores.
La palabra "corrupción" es una reminiscencia de un "corazón roto", "un corazón roto, manchado por algo", "echado a perder" como un cuerpo descompuesto.
El punto de partida para Francisco son los "tres relaciones" que caracterizan la vida humana: con Dios, con su vecino, con el medio ambiente. Cuando el hombre es "honesto", él vive de manera responsable "por el bien común." Por el contrario, el hombre que sale a sobornar "sufre una caída" y la "conducta antisocial" a que la corrupción conduce finalmente a "disolver la validez de las relaciones." Si se rompen los "pilares" de la convivencia entre las personas, el 'interés particular' es como un veneno que 'contamina toda prospectiva general.”
Por el contrario, Francisco concluye recordando la "belleza absoluta" de los lugares del Vaticano desde la que está escribiendo. Y define la belleza no un "accesorio cosmético", sino algo que "pone al centro la persona humana". "Esta belleza tiene que casarse con la justicia" y por lo tanto la corrupción debe ser entendida y denunciada porque la misericordia se afirma sobre la "mezquindad", "la curiosidad y la creatividad sobre la fatiga resignada". Los corruptos " olvida pedir perdón porque está sacio y lleno de sí, indiferente y pleno de sí mismo. La Iglesia y los cristianos, pero también los no cristianos, concluye, se pueden unir, "copos de nieve" que producen la "avalancha de un" nuevo humanismo".
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