Papa: la Iglesia y el mundo necesitan todavía de las monjas de clausura

Publicada la Constitución apostólica “Vultum Dei quaerere”- La búsqueda del rostro de Dios”, que indica a las monjas de clausura contemplativas, 12 temas de reflexión y discernimiento” para la vida consagrada en general. Sí a las redes sociales, pero que no sean ocasión “de dispersión o de evasión de la vida fraterna”. No “reclutar” monjas para evitar la clausura de los monasterios. La oración un “ensanchar el corazón para abrazar la entera humanidad”, en particular a los que sufren y no como “encerrarse” de la vida monástica sobre sí misma.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Ser “faros y antorchas” que guían y acompañan el camino de la humanidad, “centinelas de la mañana” que indican Cristo al mundo, “camino, verdad y vida”. Son un “don inestimable e irrenunciable” para la Iglesia, las mujeres que se dedican a la vida contemplativa como están descriptas en la Constitución apostólica: (Vultum Dei quaerere- La búsqueda del rostro de Dios”, que se hizo pública hoy, pero que fue firmada por el Papa Francisco el 29 de junio.

El documento-18 páginas en la edición italiana- indica a las monjas contemplativas 12 “temas de reflexión y discernimiento” para la vida consagrada en general, inspirados en la necesidad de entretejer un diálogo con la sociedad contemporánea, pero salvaguardando “los valores fundamentales” de la vida contemplativa, cuyas características, cuyas características-silencio, escucha, estabilidad- “pueden y deben constituir un desafío para la mentalidad de hoy”. Un hoy que puede presentar tentaciones y en el documento se señala que “entre las tentaciones más insidiosas para un contemplativo, recordamos aquella llamada por los padres del desierto como “el demonio del mediodía”: es la tentación que nace en la apatía, en la rutina, en la desmotivación, en la acedia paralizadora”.

En un mundo que busca a Dios, si bien inconscientemente las personas consagradas deben “ser interlocutores sabios” para “reconocer las preguntas que Dios y la humanidad ponen”.

Con tal objetivo y para “ayudar a las contemplativas a alcanzar la finalidad propia de sus vocaciones”, el primer tema propuesto es la formación. Itinerario que “debe llevar a la configuración a Jesús”, esta representa un proceso sin fin-en concreto entre nueve y doce años- que “implica una continua conversión a Dios”. De aquí, la advertencia a los monasterios para que “presten gran atención al discernimiento vocacional y espiritual, sin dejarse aferrar por la tentación del número y de la eficiencia”. El segundo tema indicado por el Papa es la oración: “meollo de la vida consagrada”, que se debe vivir como “un ensanchamiento del corazón para abrazar a la entera humanidad”, en particular por los que sufren u no como “un repliegue” de la vida monástica sobre sí misma. “Rezad e interceded” por “la suerte de la humanidad”, escribe el Papa a las contemplativas; de tal modo, las comunidades serán “verdaderas escuelas de oración”, alimentada por la “belleza escandalosa de la Cruz”.

La centralidad de la Palabra de Dios es el tercer tema de reflexión. Ella es la “primera fuente de toda espiritualidad y principio de comunión para las comunidades”, ella se explicita en la Lectio divina que ayuda a pasar “del texto bíblico a la vida”, a “colmar la distancia entre espiritualidad y cotidianidad”, llevando “de la escucha al conocimiento, al amor”. La palabra de Dios, por lo tanto debe marcar la jornada “personal y comunitaria” de las contemplativas, ayudándolas, gracias a “una especie de instinto sobrenatural”, a “discernir lo que viene de Dios y lo que nos puede alejar de Él”. Al final, Francisco recuerda que la Lectio divina debe transformarse en actio, o sea convertirse en “don para los otros en la caridad”.

Cuarto punto indicado en el documento es la importancia de los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación. Se sugiere el “prolongar la celebración con la adoración eucarística” y de vivir la práctica de la penitencia como “ocasión privilegiada para contemplar el rostro misericordioso del Padre”. Experimentando el perdón de Dios, de hecho se puede uno convertirse en “profetas y ministros de la misericordia e instrumentos de reconciliación, perdón y paz”, del cual el mundo hoy tiene “particularmente necesidad”.

El quinto tema indicado es el de la vida fraterna en comunidad, entendida como “reflejo del modo de donarse de dios” y “primera forma de evangelización”. Por esto, el Papa subraya la necesidad de “un continuo proceso de crecimiento de la vida comunitaria” que conduzca a una “auténtica comunión fraterna”. “Una comunidad existe en cuánto nace y se edifica con la aportación de todos” jóvenes y ancianos.

El sexto tema se refiere a la autonomía de los monasterios: si, por una parte, la autonomía favorece la estabilidad, la unidad y la contemplación de una comunidad de la otra “no debe significar independencia o aislamiento”. En esta óptica, las contemplativas son exhortadas a no enfermarse de “auto-referencialidad”. Estrechamente ligada a esto es el séptimo tema, en el cual el Papa reclama a la importancia de las Federaciones como “estructuras de comunión entre los monasterios que comparten el mismo carisma”. Dirigidas a la promoción de la vida contemplativa en los monasterios y en la ayuda en la formación y en las necesidades concretas de los mismos, la Federaciones “deberán ser favorecidas y multiplicadas”.

El octavo tema, en cambio es relativo a la clausura. “Signo de la unión exclusiva de la Iglesia esposa con su Señor”, ella se articula en varias formas, de aquella “papal” que “excluye tareas externas de apostolado” a aquella “común” que es en vez “menos cerrada”. Sin embargo, tal pluralidad, al interior de una misma Orden, deberá ser considerada “una riqueza y no impedimento a la comunión”.

Como noveno punto, el Papa indica el trabajo: teniendo en mente el lema benedictino: “ora el lavora”, las contemplativas son exhortadas a realizar el trabajo “con devoción y fidelidad, sin dejarse condicionar por la mentalidad eficiente y por el activismo de la cultura contemporánea” que podrían llevar a “extinguir el espíritu de contemplación”. El trabajo, por lo tanto, se lo entenderá como “contribución a la obra de la creación, servicio a la humanidad y solidaridad con los pobres”, para que se mantenga “una relación equilibrada entre la tensión hacia lo Absoluto y el compromiso en las responsabilidades cotidianas”.

El silencio es el décimo tema. Este va entendido como “escucha y ruminatio de la Palabra, “vacío de sí para hacer espacio a la acogida”, silencio que “escucha Dios el grito de la humanidad”.

Como undécimo tema, Francisco pone a los medios de comunicación, fruto de los cambios de la sociedad y de la “cultura digital” que “influye en modo decisivo en la formación del pensamiento y en el modo de relacionarse con el mundo”. “Instrumentos útiles para la formación y la comunicación”, pero que exigen “un prudente discernimiento” para que tales medios no sean ocasión de “distracción o de evasión de la vida fraterna, daño a la vocación y obstáculo a la contemplación”.

El duodécimo y último tema está dedicado a la ascesis que se articula en “sobriedad, desapego de las cosas mundanas, consigna de sí mismas en la obediencia y transparencia en las relaciones” comunitarias. En cuanto a la elección de una vida de estabilidad, además, la ascesis se convierte en “un signo elocuente de fidelidad” en un mundo globalizado y sin raíces, así como un ejemplo para “la humanidad marcada y herida por tantas divisiones”, de cómo “quedarse junto” al prójimo también frente a las diversidades, tensiones, conflictos, fragilidades. La ascesis no es un fuga del mundo “por miedo”, porque las monjas “continúan estando en el mundo, sin ser del mundo”. Su profecía, entonces, será la de “interceder constantemente por la humanidad” delante del Señor, escuchando “el grito” de quien es “víctima de la cultura del descarte”. Así, “en profunda comunión con la Iglesia”, las contemplativas serán la “escalera” a través de la cual Dios baja para encontrar al hombre y el hombre sube al encuentro con Dios.