Papa: la 'cultura de la cancelación', la nueva cara del colonialismo

Al dirigirse a las autoridades civiles de Canadá, Francisco puso en guardia contra la nueva "colonización ideológica que sofoca los valores de los pueblos". Llamó a "aprender de los nativos el cuidado de la familia". Nuevo llamamiento contra la guerra: "No necesitamos dividir el mundo en amigos y enemigos".

Quebec (AsiaNews) - Las "escuelas residenciales" para asimilar a los pueblos indígenas son un "sistema deplorable" del pasado por el que debemos pedir perdón. Pero no podemos dejar de ver que aún hoy existen formas de "colonización ideológica" que sofocan los valores más profundos de los pueblos en nombre de las nuevas "modas culturales". El Papa Francisco dijo estas palabras al dirigirse al mundo político canadiense desde Quebec, la provincia francófona donde continúa su viaje apostólico. El pontífice llegó por la tarde procedente de Edmonton y, tras visitar en privado a la gobernadora general Mary Simon y al primer ministro Justin Trudeau, pronunció un discurso dirigido a las autoridades civiles del país, en presencia de representantes de los pueblos indígenas y del cuerpo diplomático.

"Si en un tiempo la mentalidad colonialista descuidó la vida concreta de la gente, imponiendo modelos culturales preestablecidos -dijo Francisco-, aún hoy no falta la colonización ideológica que contrasta la realidad de la existencia, sofoca el apego natural a los valores de los pueblos, intentando desarraigar sus tradiciones, su historia y sus vínculos religiosos. El Papa advirtió contra la mentalidad que "presumiendo de haber superado 'las páginas oscuras de la historia', da paso a una 'cancel culture’ una ‘cultura de la cancelación' que evalúa el pasado en base a ciertas categorías actuales". Así se implanta una moda cultural que estandariza, hace que todo sea igual, no tolera las diferencias y se centra sólo en el momento presente, en las necesidades y los derechos de los individuos, descuidando a menudo los deberes hacia los más débiles y frágiles: los pobres, los migrantes, los ancianos, los enfermos, los no nacidos... Son ellos los olvidados en las sociedades del bienestar; son ellos los que, en medio de la indiferencia general, son descartados como hojas secas para ser quemadas".

Uno de los ámbitos más concretos donde hoy ocurre esto es la familia, "la primera realidad social concreta, pero que está amenazada por muchos factores: la violencia doméstica, el frenesí laboral, la mentalidad individualista, el arribismo desenfrenado, el desempleo, la soledad de los jóvenes, el abandono de los ancianos y los enfermos. Los pueblos indígenas -comentó Francisco- tienen mucho que enseñarnos sobre el cuidado y la protección de la familia, donde ya de niños aprendemos a reconocer lo que está bien y lo que está mal, a decir la verdad, a compartir, a corregir los errores, a empezar de nuevo, a reconciliarse. Que el mal sufrido por los pueblos indígenas nos sirva de advertencia hoy, para que el cuidado y los derechos de la familia no se dejen de lado en nombre de eventuales exigencias de producción e intereses individuales".

El encuentro con las autoridades civiles y el cuerpo diplomático fue una oportunidad para condenar una vez más la guerra que hoy ensangrienta y hambrea al mundo, empezando por Ucrania: "No necesitamos dividir el mundo en amigos y enemigos -dijo el Pontífice- para distanciarnos y armarnos hasta los dientes: la carrera armamentística y las estrategias de disuasión no traerán la paz y la seguridad. No hay que preguntarse cómo continuar las guerras, sino cómo detenerlas. E impedir que los pueblos vuelvan a ser rehenes de las garras de las guerras frías, temibles y prolongadas. Se necesitan políticas creativas y con visión de futuro, que sepan salir de los esquemas partidistas para dar respuestas a retos globales".

“La paz, el cambio climático, los efectos de las pandemias, la migración internacional", enumeró el Papa, "son retos globales, que conciernen a todos". Y si todos ellos hablan de la necesidad de estar juntos, la política no puede quedar prisionera de los intereses partidistas. Hay que saber mirar, como enseña la sabiduría indígena, a las siete generaciones futuras, no a la conveniencia inmediata, a los plazos electorales o al apoyo de los lobbies. Y también, valorar los deseos de fraternidad, justicia y paz de las jóvenes generaciones".

Al referirse al multiculturalismo, el Papa agradeció la generosidad mostrada por Canadá al acoger a los refugiados ucranianos y afganos. Asimismo, dijo que es necesario trabajar "para superar la retórica del miedo hacia los inmigrantes", recordando que "la vida en común se basa en premisas que el sistema político por sí solo no puede producir". "En estos días he sabido de numerosas personas necesitadas que llaman a las puertas de las parroquias”, agregó. “Es escandaloso que la riqueza generada por el desarrollo económico no beneficie a todos los sectores de la sociedad. Que el emblema de la hoja de arce -concluyó- sea un incentivo para que todos tomen decisiones económicas y sociales encaminadas a compartir y atender a los necesitados".