Papa: en nombre de Dios, detengan esta masacre

Nuevo grito de Francisco en el Ángelus, para pedir que cese la desgarradora guerra en Ucrania. "Ante la barbarie de la matanza de niños y civiles indefensos, sólo queda detener la inaceptable agresión armada". Dedicó un pensamiento a los refugiados y a Mariupol, la "ciudad mártir que lleva el nombre de María". Invitó a las diócesis de todo el mundo a tener más momentos de oración por la paz.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "En nombre de Dios, pido que se escuche el grito de los que sufren y que cesen los bombardeos y los ataques. Que se centren en las negociaciones y que los corredores humanitarios sean eficaces y seguros. En nombre de Dios, les pido: ¡detengan esta masacre!". Al final del rezo del Ángelus, en el noveno aniversario de su elección, el Papa Francisco volvió a elevar su grito para pedir por la paz en Ucrania.

Francisco se refirió en particular a la situación en Mariupol, al dirigirse a los numerosos fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. "La ciudad que lleva el nombre de María, a quien recién le rezamos", "se ha convertido en una ciudad mártir en la desgarradora guerra que está devastando Ucrania". Ante la barbarie de la matanza de niños, inocentes y civiles indefensos, no hay razones estratégicas que valgan. Lo único que urge es poner fin a la inaceptable agresión armada, antes de que reduzcan las ciudades a cementerios. Con dolor en mi corazón, uno mi voz a la de la gente común, que implora el fin de la guerra".

"Quisiera exhortar, una vez más, a acoger a los numerosos refugiados, en los que Cristo está presente”, agregó. Al mismo tiempo, agradeció por “la gran red de solidaridad que se ha formado”. “Pido a todas las comunidades diocesanas y religiosas que aumenten los momentos de oración por la paz. Aumentar los momentos de oración por la paz. Dios es sólo Dios de la paz, no es Dios de la guerra, y los que apoyan la violencia profanan su nombre". Estas palabras fueron seguidas de una larga oración silenciosa "por los que sufren y para que Dios convierta los corazones”, en una firme voluntad de paz".

En sus palabras antes del Ángelus, el pontífice comentó el pasaje de la Transfiguración de Jesús (cf. Lc 9,28-36) que propone la liturgia de hoy, deteniéndose en un detalle del relato: el sueño de Pedro, Santiago y Juan. Solo tras despertarse se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo.

“Este sueño parece una ‘nota discordante’ en un momento tan importante”, señaló Francisco. “Pero si leemos el texto con atención, nos damos cuenta de que se habían dormido antes”. “Esto puede llevarnos a pensar que al principio ellos también rezaban, hasta que el cansancio, el sueño, se impuso”. Es una experiencia similar a la que vivimos de noche, cuando estamos en familia, o rezando: nosotros también "quisiéramos estar más despiertos, atentos, participar, no perder ocasiones preciosas, pero no lo logramos, o si lo hacemos, termina siendo poco”.

Esto nos lleva a pensar que “fue la luz de Jesús la que despertó a los tres discípulos", continuó el Papa. Y, como ellos, "también nosotros necesitamos la luz de Dios, que nos hace ver las cosas de otra manera; nos atrae, nos despierta, reaviva el deseo y la fuerza de la oración, de mirar en nuestro interior y de dedicar tiempo a los demás".

"En este periodo cuaresmal, después de las fatigas de cada día, nos hará bien no apagar la luz de la habitación sin ponernos a la luz de Dios. Démosle al Señor la oportunidad de sorprendernos y despertar nuestros corazones. Podemos hacerlo, por ejemplo, abriendo el Evangelio y dejándonos maravillar por la Palabra de Dios, porque la Escritura ilumina nuestros pasos y enciende nuestro corazón. O podemos mirar el Crucifijo y maravillarnos del amor loco de Dios, que nunca se cansa de nosotros y tiene el poder de transfigurar nuestros días, de darles un nuevo sentido, una luz diferente e inesperada".