Papa: en la vida dan fruto los que crean muchos lazos, no los que tienen muchas riquezas

“La riqueza puede impulsar a levantar muros, crear divisiones y discriminaciones. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a tomar el rumbo opuesto: ‘Háganse de amigos con la riqueza’. Es una invitación a saber transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que se poseen”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Usar los dones que Dios nos ha concedido para hacerse de amigos, porque “en la vida, quien da fruto no es quien tiene muchas riquezas, sino quien crea y mantiene vivos muchos lazos, muchas relaciones, muchas amistades a través de las distintas ‘riquezas’, es decir, los distintos dones con que Dios le ha dotado”.

Es la enseñanza que Papa Francisco ha ofrecido al dirigirse a las 20.000 personas presentes en la Plaza San Pedro para el rezo del Ángelus, a pesar del día lluvioso.

“La parábola contenida en el Evangelio de este domingo (cfr Lc 16,1-13) – dijo - tiene como protagonista a un administrador astuto y deshonesto que, acusado de haber dilapidado los bienes del amo, está a punto de ser despedido. Ante esta difícil situación, él no se queja, no busca justificaciones ni se deja tomar por el desaliento, sino que inventa una salida para asegurarse un futuro tranquilo. Primero reacciona con lucidez, reconociendo sus propios límites: «Cavar, ya no puedo; mendigar, me avergüenza» (v. 3); luego actúa con astucia, estafando por última vez a su patrón. En efecto, llama a los deudores y reduce las deudas que ellos tienen con su amo, para ganar a éstos como amigos y luego ser recompensado por ellos”.

“Esto de hacer amigos con la corrupción -agregó- desafortunadamente es algo habitual hoy en día”.

“Jesús presenta este ejemplo, pero no, por cierto, para exhortar a la deshonestidad, sino a sagacidad. En efecto, él subraya: «El amo elogió al administrador deshonesto, porque había actuado con sagacidad” (v. 8), es decir, con esa mezcla de inteligencia y astucia, que te permite superar situaciones difíciles. La clave de lectura de este relato está en la invitación de Jesús: 'Háganse de amigos con el dinero injustamente adquirido, para que, cuando les falte, sean recibidos en las moradas eternas' (v. 9). La ‘riqueza deshonesta’ es el dinero -al que también se alude como ‘estiércol del diablo’– y en general, los bienes materiales. La riqueza puede impulsar a levantar muros, crear divisiones y discriminaciones. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a tomar el rumbo opuesto: ‘Háganse de amigos con las riquezas’. Es una invitación a saber transformar los bienes y las riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que se poseen. De hecho, en la vida, da fruto no quien tiene muchas riquezas, sino quien crea y mantiene vivos muchos lazos, muchas relaciones, muchas amistades a través de las distintas ‘riquezas’, es decir, los diversos dones con que Dios lo ha dotado. Pero Jesús también señala la finalidad última de su exhortación: ‘Háganse de amigos con la riqueza, para que ellos los reciban en las moradas eternas’. En el Paraíso -si fuimos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad- no solo estará Dios para recibirnos, sino también aquellos con los cuales hayamos compartido todo lo que el Señor ha puesto en nuestras manos, de haberlo administrado bien”.

“Esta página evangélica hace reverberar en nosotros el interrogante de administrador deshonesto, echado por el amo: «Ahora, ¿qué haré?» (v. 3). Frente a nuestras carencias y a nuestros fracasos, Jesús nos asegura que siempre estamos a tiempo de reparar el mal cometido, con el bien. Quien haya causado lágrimas, vuelva feliz a alguien; quien haya sustraído algo indebidamente, dé a quien pasa necesidad. Actuando de esta manera, seremos elogiados por el Señor, ‘por haber actuado con sagacidad’, es decir, con la sagacidad de quien reconoce que es hijo de Dios y se juega por el Reino de los Cielos. Que la Santísima Virgen nos ayude a ser astutos para asegurarnos, no el éxito mundano, sino la vida eterna, para que en el momento del juicio final, las personas necesitadas que hayamos ayudado puedan testimoniar que en ellos, nosotros hemos visto y servido al Señor”.