Papa: "en el umbral del Jubileo": "no hay puertas blindadas en la Iglesia, todo abierto"
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - La apertura de la Puerta Santa, que marca el inicio del Jubileo anima a abrir las puertas, "y si la puerta de la Misericordia de Dios está siempre abierta, incluso las puertas de nuestras instituciones deben ser abiertas para que para que todos podamos salir a llevar la misericordia de Dios, esto significa el Jubileo, dejar entrar y salir al Señor". Y "no hay puertas blindadas en la Iglesia, todo está abierto".
El significado del umbral cercano al Jubileo ha sido indicado hoy por el Papa en tener el valor de "cruzar el umbral" de la misericordia de Dios, que es una "puerta" que siempre está abierta, como deben ser las de las iglesias, instituciones y personas porque " La puerta debe proteger, cierto, pero no rechazar".
Las 30 mil personas presentes en la Plaza de San Pedro, entre los que paseo largamente con el jeep blanco, Francisco ofrecen una reflexión "en el umbral del Jubileo". " Delante de nosotros se encuentra la gran puerta de la Misericordia de Dios, que acoge nuestro arrepentimiento ofreciendo la gracia de su perdón. La puerta es generosamente abierta, pero nosotros debemos valerosamente cruzar el umbral". "Cada uno de nosotros tiene dentro de sí cosas que pesan... Todos, ¿verdad? ¡Todos somos pecadores! Aprovechamos este momento que viene y crucemos el umbral de esta Misericordia de Dios que nunca se cansa de perdonar, ¡nunca se cansa de esperar! Él nos mira, Él está siempre a nuestro lado. ¡Coraje! ¡Entremos a través de esta puerta!".
"Del Sínodo de los Obispos, que hemos celebrado el pasado mes de octubre, todas las familias, y la Iglesia entera, han recibido un gran aliento para encontrarse bajo el umbral de esta puerta. La Iglesia ha sido animada a abrir sus puertas, para salir con el Señor al encuentro de sus hijos y de sus hijas en camino, a veces inciertos, a veces perdidos, en estos tiempos difíciles. Las familias cristianas, en particular, han sido animadas a abrir la puerta al Señor que espera para entrar, trayendo su bendición y su amistad. Y si la puerta de la misericordia de Dios está siempre abierta, también las puertas de nuestras iglesias, el amor de nuestras comunidades, nuestras parroquias, nuestras instituciones, nuestra diócesis, debe estar abiertas, porque entonces todos podemos salir a llevar esta misericordia de Dios. El Jubileo significa no sólo la gran puerta de la misericordia de Dios, sino también las pequeñas puertas de nuestras iglesias abiertas para dejar entrar al Señor o salir tantas veces el Señor preso en nuestras estructuras, nuestro egoísmo, y tantas cosas".
" El Señor no fuerza jamás la puerta: Él también pide permiso para entrar, como dice el Libro del Apocalipsis: «Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos”. Y en la última gran visión de este Libro, así se profetiza de la Ciudad de Dios: «Sus puertas no se cerrarán durante el día», lo que significa para siempre, porque «no existirá la noche en ella». Existen lugares en el mundo en los cuales no se cierran las puertas con llave. Pero existen tantos otros donde las puertas blindadas se han convertido en normales. Esto no nos sorprende; pero, pensándolo bien, ¡es un signo negativo! No debemos rendirnos a la idea de tener que aplicar este sistema en toda nuestra vida, en la vida de la familia, de la ciudad, de la sociedad. Y mucho menos en la vida de la Iglesia. ¡Sería terrible! Una Iglesia inhóspita, así como una familia cerrada en sí misma, mortifica el Evangelio y marchita el mundo. Ninguna puerta blindada en la Iglesia, ¡ninguna! ¡Todo abierto!".
" La gestión simbólica de las “puertas” – de los umbrales, de los caminos, de las fronteras – se ha hecho crucial. La puerta debe proteger, cierto, pero rechazar. La puerta no debe ser forzada, al contrario, se pide permiso, porque la hospitalidad resplandece en la libertad de la acogida, y se oscurece en la prepotencia de la invasión. La puerta se abre frecuentemente, para ver si afuera esta alguno que espera, y tal vez no tiene la valentía, o ni siquiera la fuerza de tocar”.
“La puerta dice muchas cosas de la casa, y también de la Iglesia. La gestión de la puerta necesita un atento discernimiento y, al mismo tiempo, debe inspirar gran confianza. Quisiera expresar una palabra de agradecimiento para todos los vigilantes de las puertas: de nuestros condominios, de las instituciones cívicas, de las mismas iglesias. Muchas veces la sagacidad y la gentileza de la recepción son capaces de ofrecer una imagen de humanidad y de acogida de la entera casa, ya desde el ingreso. ¡Hay que aprender de estos hombres y mujeres, que son los guardines de los lugares de encuentro y de acogida de ciudad del hombre! Para todos ustedes, custodios de muchas puertas, tienen puertas en las casas, sean las puertas de la iglesia, ¡muchas gracias! Pero siempre con una sonrisa, mostrando siempre la acogida de esa casa, de esa iglesia, para que la gente se sienta feliz y bienvenida en ese lugar".
"En verdad, sabemos bien que nosotros mismos somos los custodios y los siervos de la Puerta de Dios, que es Jesús. Él nos ilumina en todas las puertas de la vida, incluso aquella de nuestro nacimiento y de nuestra muerte. Él mismo ha afirmado: «Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento». Jesús es la puerta que nos hace entrar y salir. ¡Porque el rebaño de Dios es un amparo, no una prisión!".
"La casa de Dios es un refugio, no una prisión, y ¿el nombre de la puerta? ... Jesús! Y si la puerta está cerrada, decimos: "¡Señor, abre la puerta!'. Jesús es la puerta y nos hace ir y venir. Son los ladrones, aquellos que tratan de evitar la puerta, porque tienen malas intenciones, y se meten en el rebaño para engañar a las ovejas y aprovecharse de ellas. Nosotros debemos pasar por la puerta y escuchar la voz de Jesús: si sentimos su tono de voz, estamos seguros, somos salvados. Podemos entrar sin temor y salir sin peligro. En este hermoso discurso de Jesús, se habla también del guardián, que tiene la tarea de abrir al buen Pastor. Si el guardián escucha la voz del Pastor, entonces abre, y hace entrar a todas las ovejas que el Pastor trae, todas, incluso aquellas perdidas en el bosque, que el buen Pastor ha ido a buscarlas. Las ovejas no los elige el guardián, sino el buen Pastor. El guardián – también él – obedece a la voz del Pastor. Entonces, podemos bien decir que nosotros debemos ser como este guardián. La Iglesia es la portera de la casa del Señor, no la dueña de la casa del Señor".
" La Sagrada Familia de Nazaret sabe bien qué cosa significa una puerta abierta o cerrada, para quien espera un hijo, para quien no tiene amparo, para quien huye del peligro. Las familias cristianas hagan del umbral de sus casas un pequeño gran signo de la Puerta de la misericordia y de la acogida de Dios. Es así que la Iglesia deberá ser reconocida, en cada rincón de la tierra: como la custodia de un Dios que toca, como la acogida de un Dios que no te cierra la puerta, con la excusa que no eres de casa. En este espíritu estamos todos cerca del Jubileo, estará la puerta santa, ¡pero la puerta de la misericordia de Dios es grande! También está la puerta de nuestro corazón para recibir a todos, del perdón de Dios o dar nuestro perdón y la bienvenida a todos aquellos que llaman a nuestra puerta. Gracias".
23/12/2015
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