Papa: en el Crucificado vemos a nuestros hermanos perseguidos y crucificados "ante nuestros ojos y, a menudo con nuestro silencio cómplice"
Roma (AsiaNews) - "En ti todavía vemos a nuestros hermanos perseguidos decapitado y crucificados por su fe delante de nuestros ojos y, a menudo con nuestro silencio cómplice". La persecución de los cristianos en el mundo y el "silencio cómplice" que la acompañan están de vuelta esta noche en las palabras y las oraciones del Papa Francisco en la conclusión de un Vía Crucis - celebrada como siempre en el Coliseo - dedicada a la "custodia", pero en el que el sufrimiento cristiano estuvo representado físicamente por los portadores de la cruz, entre los que había gente de Irak, Siria, Nigeria, Egipto, China y la Tierra Santa.
Y, sin embargo, en la segunda estación, cuando Jesús es despojado de sus vestiduras la meditación recordó que "También en nuestros días hay hombres y mujeres que son encarcelados, condenados e incluso asesinados simplemente por ser creyentes o por su compromiso en favor de la justicia y la paz. Ellos no se avergüenzan de tu cruz. Son ejemplos admirables para que los imitemos". Y también se recordó un pasaje del testamento espiritual del cristiano paquistaní Shahbaz Bhatti, asesinado 02 de marzo 2011, rezando, por último: "Señor Jesús, conforta interiormente a los perseguidos. Que se extienda por todo el mundo el derecho fundamental a la libertad religiosa. Te damos gracias por todos aquellos que, como «ángeles», ofrecen maravillosos signos de la venida de tu Reino".
El Camino de la Cruz esta tarde, de cierta manera marcada por la masacre de los estudiantes cristianos en Kenia, llamada esta mañana por Francesco "inmensa y trágica pérdida de vidas" fue dedicado por el Obispo Renato Corti, obispo emérito de Novara, quien la ha escrito los textos, a "algunas situaciones que caracterizan la vida - para bien o para mal – de nuestros días".
Así que al final del rito, en las palabras del Papa está la consideración de que en la pasión de Jesús "nosotros vemos nuestras habituales traiciones y nuestra usual infidelidad. En tu inocencia, Cordero Inmaculado, vemos nuestra culpabilidad, en tu rostro lleno de cicatrices, escupido, deformado, vemos la brutalidad de nuestros pecados. En la crueldad de tu Pasión, vemos la crueldad de nuestro corazón y nuestras acciones. En tu sentirte abandonado, vemos a todos los abandonados por los familiares, la sociedad, la atención y la solidaridad. En tu cuerpo sacrificado, perforado, desgarrado, vemos los cuerpos de nuestros hermanos abandonados en la calle, desfigurados por nuestra negligencia y nuestra indiferencia. En tu sed Señor, vemos la sed de tu Padre misericordioso, que en ti ha querido abrazar, perdonar y salvar a toda la humanidad. En ti, Divino Amor, vemos aún hoy a nuestros hermanos perseguidos, decapitados y crucificados por su fe en ti, bajo nuestros ojos o a menudo con nuestro silencio cómplice. Imprime, Señor, en nuestros corazones sentimientos de fe, de esperanza, de caridad, de dolor por nuestros pecados. Y llévanos a arrepentirnos de nuestros pecados que te han crucificado. Llévanos a transformar nuestra conversión hecha de palabras, en conversión de vida y de obras. Llévanos a mantener en nosotros un recuerdo vivo de tu rostro desfigurado, para no olvidar nunca el alto precio que has pagado para liberarnos. Jesús crucificado, refuerza en nosotros la fe, que no caiga frente a la tentación. Reviva en nosotros la esperanza, que no se desvanezca siguiendo las seducciones del mundo. Cuida en nosotros la caridad, que no se deje engañar por la corrupción y la mundanidad. Enséñanos que la cruz es vía a la Resurrección. Enséñanos que el Viernes Santo es camino hacia la Pascua de la luz. Enséñanos que Dios no olvida nunca a ninguno de sus hijos, y no se cansa nunca de perdonarnos y abrazarnos con su infinita misericordia. Pero enséñanos también a no cansarnos nunca de pedir perdón y creer en la misericordia sin límites del Padre".
En realidad, evocada durante la procesión, como, en la quinta estación, cuando llevan la cruz dos enfermos y un paramédico: "Consideramos un gran don de tu gracia que no falten entre nosotros cirineos, que lleven la cruz de los otros. Lo hacen con perseverancia. Los motiva el amor. Su presencia es fuente de esperanza. Ponen en práctica la invitación de san Pablo: «Llevad los unos las cargas de los otros». Y así cuidan de sus hermanos." (Gálatas 6: 2)". O la séptima estación, cuando los portadores eran dos sirios "Señor Jesús, ¡qué abismo de tristeza en tantas almas heridas por la soledad, el abandono, la indiferencia, la enfermedad, la muerte de un ser querido! Inconmensurable, el dolor de cuantos sufren la crueldad de la violencia, el odio de palabras falaces o se encuentran con corazones de piedra que hacen llorar y llevan a la desesperación".
Y la décima estación, con los portadores chinos, cuando “el amor con que cuidas a todas las criaturas nos lleva también a pensar en situaciones terribles: el tráfico de seres humanos, los niños soldados, el trabajo esclavo, los niños y adolescentes a los que han robado su inocencia, heridos en su intimidad, profanados sin piedad. Tú nos haces pedir humildemente perdón a cuantos sufren estos ultrajes y rezar para que finalmente se despierte la conciencia de los que oscurecen el cielo en la vida de los demás. Ante ti, Señor Jesús, renovamos nuestro propósito de «vencer el mal con el bien»”.
19/11/2018 16:15
14/04/2017 00:12