Papa: en Ucrania no hay una operación militar, sino una 'guerra que siembra muerte'

En el Ángelus, Francisco volvió a condenar los "ríos de sangre y lágrimas" que está provocando el conflicto de Moscú contra Kiev, que es una "locura". Recordó a las víctimas "cada vez más numerosas" y a las "madres y niños" que huyen. Se requiere ayuda y corredores humanitarios. La mediación de la Santa Sede para la paz. En la catequesis advirtió: con el diablo, ni diálogo ni compromisos, solo "la Palabra de Dios".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- En Ucrania “corren ríos de sangre y lágrimas”, lo que está ocurriendo no es “sólo una operación militar” sino “una guerra que siembra muerte, destrucción y miseria”. "El número de víctimas aumenta, al igual que las personas que huyen, especialmente las madres y los niños". En el Angelus, el Papa Francisco volvió a condenar hoy con palabras durísimas la guerra - que ya llega a su décimo día - lanzada por Rusia contra Ucrania, un país "martirizado" donde "crece dramáticamente de hora en hora la necesidad de ayuda humanitaria". Al teminar la oración mariana, el pontífice hizo una larga reflexión sobre el conflicto a las puertas de Europa, al que calificó como una "locura" que genera sólo "crueldad".Dirigiéndose a los fieles en la Plaza de San Pedro, coloreada por banderas de Ucrania y de la paz, el Papa hizo "un llamado apremiante" para que "se garanticen realmente los corredores humanitarios" y el "acceso a la ayuda" para "proporcionar un alivio vital a nuestros hermanos y hermanas oprimidos por las bombas y el miedo". Este fin de semana anunciaron la apertura de corredores para llevar ayuda a una población exhausta, pero los anuncios no se condicen con los hechos y los bombardeos continúan.

El ataque lanzado por el presidente ruso Vladimir Putin contra Kiev ya ha causado más de un millón y medio de prófugos, desencadenando una nueva tragedia humanitaria. El pontífice dijo que agradecía a quienes "están acogiendo a los prófugos", pero sobre todo insistió: "imploro que cesen los ataques armados, para que prevalezcan las negociaciones —y prevalezca el sentido común— y para que se vuelva a respetar el derecho internacional". El Papa quiso agradecer también a los "periodistas" que "arriesgan su vida para garantizar la información" y permiten "estar cerca del drama de esa población y evaluar la crueldad de la guerra". El Papa pidió que se rece a "la Virgen Reina de Ucrania" y concluyó recordando que la Santa Sede está dispuesta "a hacer todo lo que esté a su alcance para ponerse al servicio de la paz". Por eso ha enviado "dos cardenales" en los últimos días. Ellos son el limosnero de Su Santidad Card. Konrad Krajewski, para llevar ayuda a los necesitados, y el Prefecto ad interim del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, cardenal Michael Czerny, que llevan hasta allí "no solo la presencia del Papa sino de todo el pueblo cristiano".

Antes de rezar el Ángelus, Francisco se refirió al Evangelio del primer domingo de Cuaresma que "nos lleva al desierto, donde Jesús es conducido por el Espíritu Santo, durante cuarenta días, para ser tentado por el demonio". Entonces adviritó: "Jesús nunca dialogó con el diablo. Con la tentación no se debe dialogar, no debemos caer en ese adormecimiento de la conciencia que nos hace decir: 'Después de todo no es tan grave; todos lo hacen'". Por el contrario - señaló -, Jesús “no busca llegar a un acuerdo, no hace pactos con el mal. Se opone al diablo con la Palabra de Dios, que es más fuerte que el diablo, y así vence las tentaciones”.

El pontífice recordó que en el Evangelio de Lucas “el desierto simboliza la lucha contra las seducciones del mal, para aprender a elegir la verdadera libertad. En efecto, Jesús vive la experiencia del desierto inmediatamente antes de comenzar su misión pública”. El diablo, siguió diciendo, "se dirige a él dos veces" para preguntarle si es Hijo de Dios y, en ese caso, lo invita a usarlo en provecho propio, es decir, 'piensa en lo que te conviene'. "Es una propuesta seductora, pero conduce - advirtió - a la esclavitud del corazón: nos obsesiona con el ansia de tener, lo reduce todo a la posesión de cosas, de poder y de fama. Este es el núcleo de las tentaciones. Es 'el veneno de las pasiones' donde el mal echa raíces".

Ante la tentación, por el contrario, hay que seguir el ejemplo de Jesús, que "se opone victoriosamente a la atracción del mal" y lo hace "respondiendo a las tentaciones no con sus palabras sino con la Palabra de Dios, que dice que no hay que aprovecharse, que no hay que utilizar a Dios, a los demás y a las cosas para uno mismo, que no hay que aprovecharse de la propia posición para adquirir privilegios”. El Papa explicó que "la verdadera felicidad y la libertad no están en el poseer, sino en el compartir; no en aprovecharse de los demás, sino en amarlos; no en la obsesión por el poder, sino en la alegría del servicio”. Al comenzar el tiempo de Cuaresma, dijo Francisco, debemos recordar que las tentaciones también nos acompañan en el camino de la vida y a menudo llegan con “ojos dulces”, con “rostro angelical”. El diablo, advirtió, "¡incluso sabe disfrazarse de motivaciones sagradas, aparentemente religiosas!" y "si cedemos a sus halagos, acabamos justificando nuestra falsedad enmascarándola con buenas intenciones”.

Por último Francisco señaló algunos gestos prácticos para vivir mejor este tiempo de ayuno y oración que conduce a la Pascua: “Que este tiempo de Cuaresma sea también para nosotros un tiempo de desierto. Dediquemos un espacio al silencio y a la oración —un poquito, nos hará bien—, en estos espacios detengámonos y miremos lo que se agita en nuestro corazón, nuestra verdad interior, aquella que sabemos que no puede ser justificada. Hagamos claridad interior, poniéndonos ante la Palabra de Dios en la oración, para que tenga lugar en nosotros una lucha beneficiosa contra el mal que nos hace esclavos, una lucha por la libertad. Pidamos a la Virgen Santa - concluyó el Papa - que nos acompañe en el desierto cuaresmal y nos ayude en nuestro camino de conversión”.