Papa: en Turquía, el fanatismo y el fundamentalismo se oponen a la libertad religiosa, el diálogo y la solidaridad entre los creyentes
Ankara (AsiaNews) - En el fanatismo y el fundamentalismo que matan y han
obligado a cientos de miles de personas a huir de sus hogares con el fin de
salvar su vida, y permanecer fiel a sus creencias deben oponerse respeto a la libertad
religiosa, el diálogo y la solidaridad entre los creyentes, ya sean judíos,
cristianos o musulmanes. Para permitir que el Oriente Medio tenga una paz
sólida, basada en el respeto de los derechos fundamentales y las obligaciones
relativas a la dignidad del hombre.
La dramática situación del Medio Oriente, "durante demasiados años el
teatro de guerras fratricidas que parecen nacer la una de la otra, como si la
única respuesta posible a la guerra y la violencia debe ser siempre otra guerra
y otros actos de violencia", ha sido el centro del primer discurso de
Francisco en Turquía, donde permanecerá hasta el próximo domingo.
Llegó justo antes de las 13 horas, hora local, Francisco fue al mausoleo de
Ataturk, donde depositó una corona de flores. La idea de una Turquía puente no
sólo entre dos continentes - Europa y Asia - sino también entre culturas y
religiones del cual hablara en su primer discurso ya aparece en la frase que el
Papa escribió en el Libro de Oro del Mausoleo: "Expreso - lo escribió -
los votos más sinceros porque Turquía, un puente natural entre dos continentes,
es no sólo una encrucijada de caminos, sino también un lugar de encuentro, de
diálogo y de convivencia serena entre los hombres y mujeres de buena voluntad
de todas las culturas, la etnia y la religión".
Del Mausoleo el Papa fue al nuevo palacio presidencial. El protocolo fue el de
los jefes de Estado - hace parte de la visita al monumento del fundador de la
Turquía moderna - escoltado por un regimiento a caballo, los himnos, los
cañonazos y la entrevista privada con el presidente turco, Recep Tayyip
Erdogan. Un diálogo que se ha extendido más allá de los pronósticos.
El diálogo, sin embargo, ha sido el centro del discurso que el Papa dirigió a
las autoridades que se reunieron en el palacio, Discurso en el que ha habido
insinuaciones - referidas también a Turquía - al requisito de que todos los
ciudadanos sean iguales ante la ley y gocen de igualdad libertad de fe y de
expresión.
"Necesitamos - ha dicho en efecto - un diálogo que profundice el
conocimiento y valorice con discernimiento las muchas cosas que nos unen, y al
mismo tiempo nos permite considerar las diferencias con ánimo sabio y sereno,
con el fin de aprender también de ellas. Para ello, es fundamental que los ciudadanos musulmanes, judíos y
cristianos, gocen - tanto en las disposiciones de la ley como en su
aplicación efectiva - de los mismos derechos y respeten las mismas
obligaciones. De este modo, se reconocerán más fácilmente como hermanos y
compañeros de camino, alejándose cada vez más de las incomprensiones y
fomentando la colaboración y el entendimiento. La libertad religiosa y
la libertad de expresión, efectivamente garantizadas para todos,
impulsará el florecimiento de la amistad, convirtiéndose en un signo
elocuente de paz"
"El Medio Oriente, Europa, el mundo, esperan este florecer. El Medio Oriente, en particular, es teatro de guerras fratricidas desde hace demasiados años, que parecen nacer una de otra, como si la única respuesta posible a la guerra y la violencia debiera ser siempre otra guerra y otras de violencias.¿Por cuánto tiempo deberá sufrir aún el Medio Oriente por la falta de paz? No podemos resignarnos a los continuos conflictos, como si no fuera posible cambiar y mejorar la situación. Con la ayuda de Dios, podemos y debemos renovar siempre la audacia de la paz. Esta actitud lleva a utilizar con lealtad, paciencia y determinación todos los medios de negociación, y lograr así los objetivos concretos de la paz y el desarrollo sostenible".
"Señor Presidente, para alcanzar una meta tan alta y urgente, una contribución importante puede venir del diálogo interreligioso e intercultural, de modo que eliminemos toda forma de fundamentalismo y de terrorismo, que humilla gravemente la dignidad de todos los hombres e instrumentaliza la religión. Se necesita contraponer al fanatismo y al fundamentalismo, a las fobias irracionales que alimentan incomprensiones y discriminaciones, la solidaridad de todos los creyentes, que tenga como pilares el respeto de la vida humana, de la libertad de culto y la libertad de vivir según la ética religiosa, el esfuerzo para garantizar a todos los necesario para tener una vida digna, y el cuidado del ambiente natural. De esto tienen necesidad, con especial urgencia, los pueblos y los Estados del Medio Oriente, para poder finalmente "invertir la tendencia" y llevar adelante con éxito positivo un proceso de pacificación, mediante el repudio de la guerra y de la violencia y la continuidad del diálogo, del derecho, de la justicia".
"Hasta hoy, de hecho, estamos lamentablemente como testigos de los graves conflictos. En Siria y en Irak, en particular modo, la violencia terrorista no da señas que esté aplacando. Se registra la violación de las más elementares leyes humanitarias en relación con los prisioneros y de enteros grupos étnicos; se verificaron y todavía suceden graves persecuciones en daño de los grupos minoritarios, especialmente, pero no sólo-, los cristianos y los yazidíes: centenares de miles de ´personas fueron obligadas a abandonar sus propias casas y sus patrias para poder salvar su propia vida para poder permanecer fieles a su propio credo".
"Turquía, recibiendo generosamente a una gran cantidad de prófugos, está directamente involucrada por los efectos de esta dramática situación en sus fronteras, y la comunidad internacional tiene la obligación moral de ayudarla en el tomarse a cargo a los prófugos. Junto a la necesaria asistencia humanitaria, no se puede permanecer indiferentes frente a los que han provocado estas tragedias. En el reafirmar que es lícito frenar al agresor injusto, pero siempre en el respeto del derecho internacional, quiero también recordar que no se puede confiar la resolución del problema a la sola respuesta militar. Es necesario un fuerte compromiso común, basado en la confianza recíproca, que haga posible una paz duradera y permita destinar finalmente los recursos no a los armamentos, sí a las verdaderas luchas dignas del hombre: contra el hambre y las enfermedades, para el desarrollo sustentable y la salvaguardia de lo creado, en socorro de tantas formas de pobreza y marginalidad que no faltan ni siquiera en el mundo moderno".
"Turquía, por su historia, en razón de su posición geográfica y a motivo de la importancia que reviste en la región, tiene una gran responsabilidad: sus elecciones y su ejemplo poseen una especial valencia y pueden ser de notable ayuda en el favorecer un encuentro de civilización y en el individuar caminos practicables de paz y de auténtica ayuda y de auténtico progreso".