Papa: el verdadero profeta no es un “profeta de desventuras”, sino de esperanza
Es un hombre que “reza, mira a Dios, mira a su pueblo, siente dolor cuando el pueblo se equivoca, llora” y que la Iglesia “necesita”. “Cuando el profeta llega a la verdad y toca el corazón, el corazón se abre, o bien el corazón se convierte en piedra y se desencadena la rabia, la persecución”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El verdadero profeta no un “profeta de desventuras”, sino de esperanza, un hombre que “reza, mira a Dios, mira a su pueblo, siente dolor cuando el pueblo se equivoca, llora” y que la Iglesia “necesita”. Lo dijo el Papa Francisco durante la misa celebrada esta mañana en la casa Santa Marta, partiendo de la historia de Esteban, el primer mártir, propuesta hoy en la Primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles.
“Incircuncisos en el corazón y en los oídos. Ustedes oponen siempre resistencia al Espíritu Santo. Ustedes no son coherentes con la vida que viene de vuestras raíces”. Esteban, el primer mártir de la Iglesia acusaba de esta manera al pueblo, a los ancianos y los escribas que lo habían llevado al tribunal. Tenían el corazón cerrado, no querían escucharlo y ya no recordaban más la historia de Israel. Y así como los profetas anteriores habían sido perseguidos por sus padres, así también estos ancianos y escribas, “furibundos en sus corazones” se arrojaron todos juntos contra Esteban, “lo llevaron afuera de la ciudad y lo lapidarón”. Y, comentó el Papa, “cuando el profeta llega a la verdad y toca el corazón, el corazón se abre, o [por el contrario], el corazón se vuelve de piedra y se desencadena la rabia, la persecución”. “Así termina la vida de un profeta”.
Muchas veces, la verdad resulta incómoda, no es agradable de escuchar y Francisco observó que: “los profetas siempre, han tenido estos problemas de persecución por decir la verdad”. “Pero, ¿cuál es para mí el test que un profeta cuando habla fuerte dice la verdad? Es cuando el profeta, este profeta es capaz no sólo de decir la verdad, sino de llorar sobre su pueblo que ha abandonado la verdad. Y Jesús, por una parte, reprocha con aquellas palabras duras, ‘generación perversa y adúltera” dice por ejemplo: por otro lado llora sobre Jerusalén. Este es el test. Un verdadero profeta es aquel que es capaz de llorar por su pueblo y también de decir cosas fuertes cuando debe decirlas. “No es tibio, siempre es así: directo”.
Pero el verdadero profeta no es, agregó Francisco, un “profeta de desventuras”. El verdadero profeta es un profeta de esperanza. “Abrir puertas, sanear las raíces, restaurar la pertenencia al pueblo de Dios para seguir adelante. No es ‘por oficio’ un reprochador… No, él es un hombre de esperanza. Reprocha cuando es necesario, y abre las puertas mirando el horizonte de la esperanza. El verdadero profeta, si hace bien su trabajo, se juega el pellejo”.
Así es Esteban, que muere bajo los ojos de Saulo, para ser coherente con la verdad. Y el Papa repitió una frase de uno de los primeros padres de la Iglesia: “La sangre de los mártires es la semilla de los cristianos”. La Iglesia necesita de los profetas. Diré algo más: necesita que todos seamos profetas. No críticos, eso es otra cosa. Una cosa es el que siempre crítica, al cual nada le agrada, nada le gusta: “No, esto no está bien, no está bien, no está bien, no va; esto debe ser así…’ Ese no es un profeta. El profeta es aquel que reza, mira a Dios, mira a su pueblo, siente dolor cuando su pueblo se equivoca, llora -es capaz de llorar por su pueblo-, pero también es capaz de jugársela por decir la verdad”. “Que no le falte a la Iglesia -concluyó- este servicio de la profecía, para ir siempre adelante”.
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