Papa: el día de descanso no es para ‘evadirse’, sino para dar gracias a Dios por la vida
“La industria de la distracción está en su punto floreciente y la publicidad perfila el mundo ideal como un gran parque de juegos donde todos se divierten. El concepto de vida que rige en el mundo no tiene su centro de gravedad en la actividad y en el compromiso, sino en la evasión”. “Es necesario reconciliarse con la propia historia”. “La verdadera paz no es cambiar la propia historia, sino abrazarla y valorizarla”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Hoy en día, mientras “la industria de la distracción” está en su punto floreciente, el hombre no sabe “descansar” según el mandamiento de Dios, es decir, no sabe “mirar la realidad y decir: ¡qué bella es la vida”. Oponiéndose al descanso como huída de la realidad, el Decálogo propone el descanso como bendición de la realidad”. El día de descanso como agradecimiento a Dios por sus dones, empezando por la vida, fue el tema al cual el Papa Francisco dedicó su reflexión para la audiencia general de hoy, en la cual prosiguió con el ciclo de catequesis sobre los Mandamientos.
Al dirigirse a las 30.000 personas presentes en plaza San Pedro, Francisco se refirió al reposo diciendo “que es la alegría de Dios por cuanto ha creado. Es el día de la contemplación y de la bendición”, y exhortó a “reconciliarse con la propia historia, con los hechos que no se aceptan, con las partes difíciles de la propia existencia”.
“El viaje a través del Decálogo –dijo el Papa- hoy nos llega al mandamiento sobre el día de descanso. Parece una orden fácil de cumplir, pero esta es una impresión equivocada. Descansar de verdad no es algo sencillo, porque está el descanso falso y el descaso verdadero. ¿Cómo reconocerlos? La sociedad de hoy está sedienta de diversiones y vacaciones. La industria de la distracción, ¡escuchen bien!, la industria de la distracción es sumamente floreciente y la publicidad perfila el mundo ideal como un gran parque de juegos donde todos se divierten. El concepto de vida que hoy domina no tiene su centro de gravedad en la actividad y en el compromiso, sino en la evasión. Ganar dinero para divertirse, apagarse. La imagen-modelo es la de una persona de éxito, que puede permitirse amplios y variados espacios de placer. Pero esta mentalidad termina deslizándose hacia una insatisfacción de una existencia anestesiada por la diversión, que no es descanso, sino alienación y huida de la realidad. El hombre jamás descansó tanto hoy, ¡y sin embargo, el hombre jamás ha tenido tanta experiencia del vacío como hoy! La posibilidad de hacer tantas cosas: cruceros, viajes, no te brinda el descanso”.
“Las palabras del Decálogo buscan y hallan el núcleo del problema, arrojando una luz distinta sobre lo que debe ser el descanso. El mandamiento tiene un elemento peculiar: establece una motivación. El descanso en el nombre del Señor tiene un motivo preciso: «Pues en seis días hizo el Señor el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado." (Éxodo 20,11). Esto nos remonta al fin de la creación, cuando Dios dice: «Dios miró cuanto había hecho, y vio que era muy bueno» (Génesis 1,31). Y entonces se inaugura el día del descanso, que la alegría de Dios por cuanto ha creado. Es el día de la contemplación y de la bendición. Entonces, ¿qué es el reposo según este mandamiento? Es el momento de la contemplación, de la alabanza; y no el de la evasión. Es el tiempo para mirar la realidad y decir ¡qué hermosa es la vida! Oponiéndose al descanso como huída de la realidad, el Decálogo propone el descanso como bendición de la realidad. Para nosotros, los cristianos, el centro del día del Señor, el domingo, es la Eucaristía, que significa ‘acción de gracias’. Es el día para decir a Dios: gracias, gracias Señor, gracias por la vida, por tu misericordia, por todos tus dones. El domingo no es el día para eliminar los otros días, sino para recordarlos, bendecirlos y hacer las paces con la vida. Hacer las paces con la vida. ¡Hay tanta gente que tiene la posibilidad de divertirse, pero que no está en paz con la vida. La vida es preciosa; no es fácil, a veces es dolorosa, pero es preciosa”.
“Ser introducidos en el auténtico descanso es una obra de Dios en nosotros, pero para esto es necesario alejarse de la maldición y de su fascinación (cfr. Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 83). En efecto, doblegar el corazón a la infelicidad, resaltando los motivos de descontento, es facilísimo. La bendición y la alegría implican una apertura al bien, que es un movimiento adulto del corazón. El bien es amoroso, y no se impone jamás. Se elige. La paz se elige, no se puede imponer y no se encuentra de casualidad. Alejándose de los pliegues amargos de su corazón, el hombre necesita hacer las paces con aquello de lo que huye. Es necesario reconciliarse con la propia historia, con los hechos que no se aceptan, con las partes difíciles de la propia existencia”. “Yo les pregunto: cada uno de ustedes, ¿está reconciliado con su historia?”. “En efecto, la verdadera paz no es cambiar la propia historia, sino abrazarla y valorizarla. ¡Cuántas veces hemos conocido a cristianos enfermos que nos han consolado con una serenidad que no se encuentra en los que viven de placer en placer y en los hedonistas! Y hemos visto a personas humildes y pobres alegrarse de las pequeñas gracias, con una felicidad que tenía sabor a eternidad”.
“Dice el Señor en el Deuteronomio: «Te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para que viváis tú y tu descendencia» (30,19). Esta elección es el ‘fiat’ de la Virgen María, es una apertura al Espíritu Santo que nos coloca sobre las huellas de Cristo, Aquél que se entrega al Padre en el momento más dramático y así toma el camino que lo lleva a la resurrección. ¿Cuándo se torna bella la vida? Cuando se comienza a pensar bien de ella, cualquiera sea nuestra historia. Cuando se abre camino el don de una duda: la de que todo sea gracia, y ese santo pensamiento desmorona el muro interior de la insatisfacción, inaugurando el descanso auténtico. La vida se torna bella cuando se abre el corazón a la Providencia y se descubre que lo que dice el Salmo es verdadero: «Sólo en Dios descansa mi alma» (62,2)”.
“Recuerden siempre – reiteró en el saludo a los fieles de lengua árabe- que el día de descanso es para nosotros, los cristianos, un día de bendición y de acción de gracias. Es el día para decir a Dios: gracias por la vida, por tu misericordia y por todos tus dones”.