Papa: el diálogo no es suficiente para la unidad de los cristianos, hay que rezar
Llamó a "trabajar con determinación para promover las condiciones necesarias para un mundo sin armas nucleares". "Rezar significa luchar por la unidad. Sí, luchar, porque nuestro enemigo, el diablo, como dice la misma palabra, es el que divide. El diablo siempre divide, eso es lo que a él le conviene”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Orar por esa unidad de los creyentes en Cristo que fue "podríamos decir, su testamento espiritual" y para la que "no son suficientes los esfuerzos diplomáticos y los diálogos académicos. Hay que hacerlos, pero no son suficientes. Hay que rezar”. En esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el Papa Francisco dedicó la catequesis de la audiencia general - que todavía se realiza en la biblioteca privada - a "invocar de Dios el don de la unidad para superar el escándalo de las divisiones entre los creyentes en Jesús".
Al finalizar el encuentro, Francisco recordó que el 22 de enero entra en vigencia el Tratado para la producción de armas nucleares, y llamó a "trabajar con determinación para promover las condiciones necesarias para un mundo sin armas nucleares, contribuyendo al avance de la paz y la colaboración multilateral que tanto necesita la humanidad en este momento”.
Previamente, Francisco subrayó que Jesús "no ordenó la unidad a los discípulos. Ni siquiera les dio un discurso para motivar su necesidad. No, Él oró al Padre por nosotros, para que fuéramos una sola cosa. Eso significa que nosotros, con nuestras propias fuerzas, no somos suficientes para construir la unidad. La unidad, ante todo, es un don, es una gracia que se pide con la oración".
Ya San Pablo, observó luego el Papa, se dio cuenta de que dentro de sí mismo tenía "un conflicto desgarrador: desear el bien y estar inclinado al mal". "La raíz de tantas divisiones que hay a nuestro alrededor - entre las personas, en las familias, en la sociedad, entre los pueblos e incluso entre los creyentes - está dentro de nosotros". Y el Concilio también lo explicó con claridad.
“Por tanto, la solución para las divisiones no es oponerse a alguien, porque la discordia genera más discordia. El verdadero remedio comienza por pedir a Dios la paz, la reconciliación, la unidad. Esto vale ante todo para los cristianos: la unidad puede llegar sólo como fruto de la oración. Los esfuerzos diplomáticos y los diálogos académicos no bastan. Hay que hacerlos, pero no bastan. Jesús lo sabía y nos abrió el camino, rezando. Nuestra oración por la unidad es, entonces, una participación humilde pero confiada en la oración del Señor, quien prometió que toda oración que se haga en su nombre será escuchada por el Padre (cf. Jn 15, 7)".
“Y aquí podemos preguntarnos: '¿Yo rezo por la unidad?'. Es la voluntad de Jesús pero, si revisamos las intenciones por las que rezamos, probablemente nos daremos cuenta de que hemos rezado poco, quizás nunca, por la unidad de los cristianos. Sin embargo, de eso depende la fe en el mundo; en efecto, el Señor pidió la unidad entre nosotros "para que el mundo crea" (Jn 17, 21). El mundo no creerá porque lo convenzamos con buenos argumentos, sino dando testimonio del amor que nos une y nos hace cercanos a todos. En este tiempo de graves dificultades la oración es más necesaria que nunca, para que la unidad prevalezca sobre los conflictos. Es urgente dejar de lado los particularismos para promover el bien común, y por eso nuestro buen ejemplo es fundamental: es esencial que los cristianos sigan avanzando por el camino de la unidad plena y visible ”.
“En las últimas décadas, gracias a Dios, se han dado muchos pasos, pero es necesario perseverar en el amor y la oración, sin desconfianza y sin cansarnos. Es un camino que el Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia y en los cristianos y en el cual ya no volveremos atrás. Rezar significa luchar por la unidad. Sí, luchar, porque nuestro enemigo, el diablo, como dice la misma palabra, es el divisor. El diablo siempre divide, le conviene. Él insinúa la división, en todas partes y de todas las maneras, mientras que el Espíritu Santo siempre hace converger en la unidad. El diablo, en general, no nos tienta con la alta teología, sino con las debilidades de nuestros hermanos. Es astuto: magnifica los errores y defectos de los demás, siembra discordia, provoca críticas y crea facciones. El camino de Dios es otro: nos toma como somos, diferentes, pecadores, y siempre nos impulsa a la unidad”. Y, agregó, "el chisme es el arma más útil que tiene el diablo para dividir a la comunidad cristiana, a la familia, a los amigos, para dividir siempre".
"El tema de esta Semana de oración se refiere precisamente al amor: 'Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia' (cf. Jn 15, 5-9). La raíz de la comunión es el amor de Cristo, que nos hace superar los prejuicios para ver en el otro a un hermano y a una hermana al que amar siempre. Entonces descubrimos que los cristianos de otras confesiones, con sus tradiciones, con su historia, son dones de Dios, son dones presentes en los territorios de nuestras comunidades diocesanas y parroquiales. Empecemos a rezar por ellos y, cuando sea posible, con ellos. Así aprenderemos a amarlos y valorarlos. La oración, recuerda el Concilio, es el alma de todo el movimiento ecuménico (cf. Unitatis redintegratio, 8). Que este sea el punto de partida para ayudar a Jesús a realizar su sueño: que todos sean una sola cosa”.
Un pensamiento y una oración "por todos los que sufren la pandemia, especialmente en Manaos, en el norte de Brasil", dijo por último Francisco en su saludo a los fieles de habla portuguesa.
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